Un alto mando militar de Estados Unidos advierte del resurgimiento del terrorismo yihadista
INTERNACIONAL
El jefe del Estado Mayor Conjunto de EE.UU. ve la «gran probabilidad de una guerra civil amplia» en Afganistán que podría llevar a la «reconstitución de Al Qaida o el crecimiento del Estado Islámico y otros grupos terroristas»
06 sep 2021 . Actualizado a las 08:26 h.El jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, Mark Milley, ha advertido del «probable» desarrollo de una «guerra civil» en Afganistán, la cual conduciría a la «reconstitución de Al Qaida o el crecimiento de Estado Islámico». «Es probable que se desarrollen las condiciones de una guerra civil en Afganistán. No sé si los talibanes van a consolidar el poder y establecer la gobernanza», apuntó Milley en una entrevista con Fox News que recoge Europa Press.
El general ha incidido en que la «gran probabilidad de una guerra civil amplia» conduciría a «condiciones que podrían llevar a la reconstitución de Al Qaida o el crecimiento de Estados Islámico y otros grupos terroristas».
Afganistán fue el país que vio nacer a Al Qaida a finales de los años 80 y sirvió en dos ocasiones de refugio a su líder, Osama bin Laden, y a fecha de hoy seguiría cobijando a su actual número uno, Ayman al Zawahiri. «Se podría ver un resurgimiento del terrorismo procedente de esa región en general dentro de 12, 24, 36 meses. Y vamos a monitorear eso», subrayó Milley, que destacó el aumento de la dificultad para trabajar en la región ahora que Estados Unidos se ha retirado del país centroasiático.
Por otra parte, aseguró que Estados Unidos «continuará realizado operaciones de ataque» en caso de que existan amenazas para el país. La advertencia de una «guerra civil» en Afganistán se produce mientras en el territorio se llevan a cabo intensos combates entre los talibán y el Frente Nacional de Resistencia afgano en la provincia de Panjshir. La resistencia tiene ahí su bastión y hasta el cierre de esta edición ha negado que los talibanes hayan tomado el control del territorio.
Ejecutivo inclusivo
El líder político de los talibán, el mulá Abdul Ghani Baradar, ha anunciado este domingo que se han acelerado las gestiones para el establecimiento de un gobierno inclusivo para Afganistán y que este será anunciado «pronto». «Puedo asegurar a la gente que estamos haciendo todo lo posible para mejorar las condiciones de vida y que el gobierno será responsable con todo el mundo y proporcionará seguridad porque es necesaria para el desarrollo económico», ha afirmado Baradar en una entrevista con la cadena Al Yazira. «Si logramos dar seguridad, superaremos otros problemas y se pondrá en marcha la rueda del progreso y el avance», ha añadido el que se especula podría ser el nuevo líder político afgano.
Otras figuras como el mulá Mohammad Yaqub, hijo del mulá Omar, fundador de los talibán, o Mohammad Abbas Stanikzai podrían tener cargos relevantes en el nuevo gobierno. Baradar ya fue viceministro de Defensa durante el anterior régimen talibán (1996-2001) y tras la invasión estadounidense fue uno de los comandantes de las milicias que finalmente recuperaron el poder el pasado 15 de mayo. En concreto era responsable de los ataques contra las fuerzas internacionales, según una nota de sanciones de la ONU.
Los países vecinos de Afganistán recalcaron la importancia de que haya estabilidad y un desarrollo sostenible en Afganistán. Los representantes especiales para ese país de Turkmenistán, Tayikistán, Uzbekistán, Irán, China y Pakistán mantuvieron este domingo una videoconferencia para analizar la situación.
La batalla del Panjshir condiciona al nuevo Gobierno
M. P. Islamabad / Colpisa
En Kabul crece la impresión de que la demora del Emirato en nombrar a su nuevo Gobierno no se encuentra tan vinculada a la negociación sobre el reparto de poder, sino a la ofensiva en el valle del Panjshir. La batalla en el último bastión de resistencia afgana en el país recién conquistado se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza para los líderes talibanes, remisos a anunciar un nuevo gabinete sin tener todo el territorio nacional bajo su control.
Tres semanas después de la invasión, el régimen mantiene la incógnita, aun cuando por dos veces consecutivas sus portavoces habían anunciado que el Ejecutivo se daría a conocer el pasado fin de semana. La última versión es que el anuncio resulta inminente y puede producirse en cualquier momento.
Mientras, la población afgana aguarda con mucha expectación y preocupación: sabe que de la composición del Gobierno se deducirá si los próximos años serán más moderados o volverán al infierno del rigor y los castigos del anterior Emirato, entre 1996 y el 2001.
Hasta ahora solo se han confirmado algunos puestos y se presume que la presidencia podría quedar en manos del mulá Baradar, fundador y jefe político del movimiento talibán. En una de las escasas concesiones, el portavoz oficial ha dejado claro que las autoridades aplicarán la sharia o ley islámica. Y lo que parece muy probable es que el nuevo Ejecutivo de Afganistán incluirá a representantes de varias etnias, pero no a miembros de la Administración anterior de Ashraf Ghani.
Explosión de euforia
El deseo de los insurgentes de conquistar Panjshir es tan grande que los rumores en este sentido que el sábado circularon entre sus filas desencadenó una explosión de euforia en la que diecisiete talibanes murieron a causa de los disparos de celebración al aire y más de cincuenta resultaron heridos.
El descontrol llegó a tal extremo que el nuevo Emirato ordenó el fin de las celebraciones para evitar «poner en riesgo a la población». Al final de la jornada, y después de un cruce de informaciones confuso entre uno y otro bando, los combatientes del Frente de Resistencia Nacional negaron que hubieran sido derrotados. El portavoz de los afganos, Fahim Dashti, señaló que se habían enviado tropas de refuerzo a todos los frentes y que los insurgentes habían sufrido importantes bajas. Estos, por su parte, aseguraron que siguen su avance por la provincia y confían en su rápida caída.
El líder de la resistencia, Ahmad Masud, afirmó, por su parte, que la suya no es la única oposición al régimen, ya que provincias como Herat «han alzado la voz por sus derechos».