No, los talibanes no han cambiado

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

INTERNACIONAL

Un grupo de talibanes vigilan el aeropuerto de Kabul.
Un grupo de talibanes vigilan el aeropuerto de Kabul.

18 sep 2021 . Actualizado a las 09:14 h.

Finalmente, hemos podido conocer el nuevo Gobierno de los talibanes en Afganistán. Contábamos aquí que el dato más interesante de esa lista era la dificultad de confeccionarla y anticipábamos que acabarían interviniendo en las negociaciones los servicios de Inteligencia de Pakistán (ISI). Y así ha sido. Según algunas informaciones, el elenco de ministros solo pudo cerrarse merced a la intervención decisiva del general Faiz Hameed, el jefe del espionaje pakistaní.

Resultaba desconcertante leer a lo largo de las últimas semanas numerosos artículos en los que suponía que «estos nuevos talibanes» iban a ser más moderados que los antiguos. Incluso se llegó a especular en serio con la posibilidad de que formasen un gabinete «inclusivo» con mujeres y minorías étnicas. Quienes pensaban así ya se habrán dado cuenta que pecaban de optimistas. Lo cierto es que estos nuevos talibanes no son en realidad nuevos, ni siquiera otros, sino los mismos, literalmente. Casi todos los recién nombrados ministros eran ya dirigentes del movimiento en la década de 1990 y varios de ellos vuelven incluso a ocupar exactamente el mismo puesto que ocupaban entonces. No solo no hay mujeres sino tampoco, apenas, variedad geográfica. De los 33 ministros, solo dos son tayikos, uno uzbeko y ninguno hazara (lo que no es ninguna sorpresa, porque los hazara son predominantemente chiíes). Todos los demás puestos los ocupan pastunes, la etnia mayoritaria a la que pertenecen la mayor parte de los talibanes.

Aclarado que este no es un gobierno inclusivo, hay que decir que, por desgracia, tampoco es pacifista. Cerca de una veintena de esos 33 miembros del gabinete están en las listas de terroristas más buscados, incluidos cuatro liberados de la prisión de Guantánamo. Uno de ellos es el nuevo ministro de Cultura. No es el único nombramiento que se presta a la ironía: el nuevo ministro de Universidades se ha estrenado aconsejando a los jóvenes que no vayan a la universidad.

Lo único novedoso en este ejecutivo es la mayor presencia del clan Haqqani, la organización responsable de algunos de los atentados más terribles que han sufrido los afganos. El líder del clan, Sirajuddin Haqqani, ocupará el cargo de ministro del Interior. Este ascenso del clan Haqqani es fácil de entender cuando se considera su conexión estrecha con los servicios de inteligencia de Pakistán, además de su proximidad y colaboración con los grupos yihadistas de ese país que operan en Cachemira y ocasionalmente llevan a cabo atentados catastróficos en las capitales de la India. Los Haqqani también mantienen relaciones amistosas con Al Qaida (un informe de la ONU dice que, en realidad, son una misma cosa) y se cree que han forjado lazos con el Estado Islámico. Aunque esta organización compite con los talibanes por la bandera del purismo ideológico, es perfectamente posible que quiera cerrar alianzas puntuales para atacar objetivos comunes, como quizás ya ha ocurrido durante la evacuación del aeropuerto de Kabul.

En el periodismo político existe la tradición (casi nunca respetada) de esperar cien días antes de valorar un Gobierno. En este caso, no va a hacer falta tanto tiempo.