Quo vadis, América latina?

José Julio Fernández Rodríguez UNIVERSIDADE DE SANTIAGO DE COMPOSTELA

INTERNACIONAL

Juan Salgado

14 nov 2021 . Actualizado a las 10:17 h.

Vivimos tiempos convulsos, donde la evolución tecnológica, la inseguridad internacional, la aguda problemática del cambio climático o la globalización ralentizada por la pandemia dificultan la claridad de los análisis de la realidad actual. Ello es patente en América Latina, una región siempre de sumo interés para los estudiosos, dado que es un verdadero laboratorio jurídico-político. Tanto en el pasado, con sus peculiares sistemas autoritarios, como en la actualidad, con democracias que deambulan por sendas diferentes a las de otros lugares del planeta.

Si hubiera que subrayar el elemento más llamativo en la evolución reciente de los sistemas políticos latinoamericanos, este ha sido el ascenso de los elementos identitarios precolombinos, en una suerte de revisionismo que impulsó nuevas constituciones en Venezuela, Bolivia o Ecuador. En el resto de los países se insistió en reformas constitucionales para la protección fuerte de los pueblos indígenas, al menos teóricamente. Y el otro rasgo poderoso de la reciente evolución es el rampante populismo que, de uno u otro signo, impera en Brasil, México, Perú, Venezuela, Chile o Argentina (aunque aquí el pseudoperonismo es de difícil catalogación). Cuba y Nicaragua son simplemente dictaduras. El populismo no busca el interés general, sino que filtra la información y la manipula para perpetuarse en un poder imbuido por lo mesiánico. Un verdadero desafío con el auge de las fake news.

En cambio, lo que resulta cada vez más difícil es aplicar la lógica tradicional de las categorías de izquierda y derecha. La porosidad de las ideas actuales las difumina y solapa. Sin embargo, los distintos actores siguen teniendo sumo interés en emplearlas, quizá conscientes de los réditos electorales que todavía aseguran. Un ejemplo: las políticas de Bolsonaro y de López Obrador son más cercanas de lo que dicen los tópicos simplistas.

Frente a ello, lo importante es lograr una educación de calidad para toda la ciudadanía, desde los valores democráticos universales, que les dote de capacidad crítica y de verdaderos instrumentos de control. Misión casi imposible porque al poder le interesan personas aletargadas, que hablen solo de los temas que impone el oficialismo y el peculiar imaginario colectivo de lo políticamente correcto. De esta forma, ante tanta incerteza, es difícil responder al título de este artículo. Lo que sí está claro es que América Latina necesita líderes de otro perfil para afrontar los gigantescos desafíos que se avecinan. Al menos, podemos desear tiempos mejores, también en la vieja, viejísima Europa.