Luis Zúñiga Rey: «El comunismo es algo anacrónico, pero todavía es un peligro latente»
INTERNACIONAL
El ex preso político cree que Internet ha quebrado la censura del castrismo
18 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Tras la llegada de Fidel Castro al poder, miles de presos políticos cubanos se negaron a vestir en prisión el mismo uniforme que los delincuentes comunes. Los bautizaron como «los plantados» y una película recupera ahora su historia. Luis Zúñiga Rey (La Habana, 1947), exiliado cubano de origen gallego, es uno de los protagonistas de carne y hueso de Plantados, que se estrena el 19 de noviembre en España.
—¿A qué edad lo detuvieron por primera vez?
—A los 22 años, en 1969. Estaba estudiando en la universidad, me expulsaron, empezó la persecución política y terminé arrestado.
—¿En esa primera estancia en la cárcel ya sufrió torturas?
—Exactamente. El presidio ya tenía tiempo, fíjese que yo tenía 11 años cuando triunfó la Revolución. Cuando yo entré en prisión, ya existía en presidio «plantado» y me incorporé a él también porque era una cuestión de principios, de dignidad. Ellos querían humillarnos obligándonos a vestir el uniforme de los presos comunes, como si fuéramos delincuentes, y no reconociendo nuestra condición de presos políticos.
—¿La represión del régimen fue aún mayor contra los «plantados» por ese rechazo a vestir el uniforme?
—La del uniforme era una forma más de intentar doblegarnos. No solamente con golpes, con maltrato, con hambre, con tortura, con miseria... Buscaban también el daño psicológico y moral de verte vestido como un delincuente, como si fueras un violador o un ladrón.
—¿Cómo fue aquella primera estancia en prisión?
—Terrible. Las prisiones en Cuba son horribles porque lo que buscan es doblegar al prisionero y maltratarlo para que, el día que salga de la cárcel, nunca más sea un adversario del régimen comunista. El objetivo es destruirte como persona, como ser humano, como ente pensante.
—Consiguió escapar provocándose un trombo para que lo trasladasen al hospital y así fugarse.
—Sí, no había ninguna otra forma. Luego conseguí escapar de Cuba cruzando los campos minados que rodean la base norteamericana de Guantánamo. Y desde la base ya me pude ir a Estados Unidos.
—¿Sufrió tanto torturas físicas?
—Si, por ejemplo, con ruidos electrónicos durante 24 horas. Uno de los prisioneros, Rafael del Pino, se suicidó, se ahorcó, porque no pudo soportar esos ruidos ensordecedores que nos ponían como castigo.
—¿Y qué otras formas de tortura padeció en prisión?
—Otra forma de tortura eran las celdas tapiadas. Yo estuve dos años en la prisión de Santa Clara sin ver la luz del sol y después, otros siete años en la prisión de Boniato, también tapiado. Ponen planchas de acero en las puertas y ventanas, de forma que estás totalmente aislado, solo dejan una pequeña ventanilla por donde te entran el agua y la comida.
—El régimen castrista a ustedes los consideraba terroristas.
—Ellos difaman a todo el que exprese una opinión contraria al régimen comunista. A los que salieron a protestar el pasado 11 de julio los han acusado de violentar el orden, algunos de ellos ya están condenados a diez años de prisión... Así es la dictadura castrista.
—Años después de fugarse del presidio, volvió a Cuba y lo detuvieron de nuevo.
—Sí, se nos rompió el motor de la lancha y así fue cómo nos interceptó el guardacostas.
—Y otra estancia larga en prisión.
—Larga, muy larga. Hasta completar los 19 años.
—En esa ocasión lo liberaron por mediación de la Iglesia.
—Fidel Castro estaba interesado en que el papa Juan Pablo II visitara Cuba, y el papa envió al cardenal de Nueva York, John O'Connor, para que negociara la visita a cambio de la liberación de presos políticos de militancia católica como nosotros.
—Entonces, 1988, ya se instaló en Miami. Y hasta hoy.
—Sí, allá nos fuimos tantos cubanos que en Miami casi solo se habla español, muy poco inglés.
—¿Cómo ve la situación actual de Cuba en particular y de América Latina en general?
—Con mucha esperanza. El pueblo cubano ha dado muestras de rebeldía, de que no quiere seguir viviendo bajo el régimen comunista, un sistema que ha sido horrible para la población en lo económico, lo social, lo cultural...
—¿Cómo cree que llegará el final de la que ya es una de las dictaduras más largas de la historia?
—La dictadura soviética duró 70 años y las de países de Europa Oriental como Polonia o Checoslovaquia cuarenta y tantos... Liberarse de los sistemas comunistas es bien difícil. El peligro es latente, los comunistas siempre están al acecho para tomar el poder, y si lo toman, es dificilísimo sacarlos.
—¿Pero ve posibilidades de que el castrismo llegue pronto a su fin?
—Sí, Internet y las redes sociales rompieron una columna de censura, el pueblo cubano vivía dentro de una burbuja, no sabía lo que pasaba en el mundo. La mayor parte de la población cubana no ha conocido la libertad, porque ya nació bajo la dictadura, pero ahora, con Internet y los medios sociales, han visto el mundo, han visto la libertad y han visto que hay un mundo mejor, de ahí las protestas del 11 de julio, cuando el pueblo salió a la calle a pedir libertad. Tienen hambre, pero no piden comida. Necesitan medicinas, pero no piden medicinas. Tampoco piden vacunas, lo que pide es libertad, el fin del comunismo.
—¿No suena anacrónico esto de la amenaza comunista?
—Anacrónico es, pero ese anacronismo sigue vigente. Lo tiene en Cuba, lo tiene en Venezuela, lo tiene en Nicaragua, ahora está amenazando en Perú, tiene posibilidades en otros países... Es un peligro latente, incluso yo lo veo en la propia Europa como un peligro.
—Cuando acabe la dictadura, ¿se podrán superar los odios y que haya una reconciliación entre todos los cubanos?
—Nosotros, después de la experiencia que hemos tenido en el mundo, vamos a estar ahí, dispuestos a sanar a la nación cubana. Justicia, sí, porque ha habido muchos crímenes, muchos atropellos, y todavía están ahí los culpables; pero, en sentido general, reconciliación, paz, y, sobre todo, libertad y democracia, que es lo que necesita una nación para prosperar.
—¿Sueña con esa transición y con volver a Cuba?
—Ojalá que lo pueda vivir y que sea pronto. Voy a ir ahí en el minuto uno a ayudar a mí país para que pueda recuperarse y haya esperanza otra vez en Cuba.
la conexión gallega: «Mi abuelo materno era de Ourense»
«Mi abuelo materno, Manuel Rey Quintela, era de Ourense ciudad. Allá se fue a Cuba, allá se casó y allá tuvo sus hijos», recuerda Luis Zúñiga. Como tantos gallegos, su abuelo se instaló en La Habana y allí nació su hija más pequeña, la madre del represaliado político, que vive junto a él en Miami.
«Tiene 103 años», presume Zúñiga. «Se vino conmigo cuando logré salir de Cuba y ya se quedó conmigo en Estados Unidos todos estos años». Sobre la colonia habanera en Miami, el ex preso político del castrismo recalca que los exiliados han construido allí su «pequeña Cuba».