Maduro busca una victoria electoral que legitime su régimen ante el mundo

pedro garcía otero CARACAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

La Guardia Nacional Bolivariana custodia un equipo de votación en una escuela en los preparativos de las elecciones.
La Guardia Nacional Bolivariana custodia un equipo de votación en una escuela en los preparativos de las elecciones. LEONARDO FERNANDEZ VILORIA | REUTERS

El índice de abstención decantará el futuro de Venezuela tras los comicios

21 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Dos cosas diferencian las elecciones municipales y regionales que se celebrarán hoy en Venezuela de las que han tenido lugar hasta ahora en el país sudamericano: la principal es el regreso a las papeletas de votación de la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática, que representa a la oposición internacionalmente reconocida al régimen de Maduro. La segunda es la presencia, por primera vez en 15 años, de una misión de observación no alineada completamente con el chavismo: la de la Unión Europea.

Está por verse si estos dos datos son suficientes para acercar al proceso a un electorado apático, y que ha perdido millones de votos en los últimos cinco años como consecuencia de la diáspora de seis millones de personas.

Obviando la migración masiva, el Consejo Electoral ha convocado a 21 millones de electores a unos comicios con los que el régimen de Nicolás Maduro, que da por descontada su victoria, intenta refrescar su deteriorada imagen ante el mundo.

Preventivamente, sin embargo, algunos de los principales portavoces de su partido, como Diosdado Cabello, han emprendido ya una campaña de cuestionamiento de la observación de la Unión Europea, en la que señalan que prevén que la UE dirá que no hay garantías democráticas suficientes para los electores, como lo ha hecho Estados Unidos.

Hay más de 14.000 cargos en disputa, por lo que desde el régimen se las llama «megaelecciones», justamente para afrontar la demanda de la comunidad internacional de llevar a cabo unos comicios presidenciales y parlamentarios con mínimos estándares democráticos, lo que no sucedió en el 2018 y el 2020. Se elegirán los 335 alcaldes de otros tantos municipios del país, con sus respectivos concejos municipales, y 23 gobernadores de estados.

El chavismo participa contra la Mesa de la Unidad Democrática, contra Fuerza Vecinal, un movimiento emergente tras el cual está el excandidato presidencial Henrique Capriles Radonski, y contra un sistema de partidos tan distorsionado desde el chavismo que, por ejemplo, votar por las tarjetas de los partidos históricos de la oposición es hacerlo por aliados del régimen.

Para el chavismo, el principal enemigo es la abstención, que encarnan dirigentes como María Corina Machado, Leopoldo López o Juan Guaidó, designado presidente interino por la Asamblea Nacional y reconocido por casi 60 países en el 2018.

Una dividida oposición

Una participación que supere el 40 %, cifra que parece garantizada, le permitirá decir que fueron unas elecciones legítimas, considerando que, mundialmente, en los comicios locales los porcentajes de votantes suelen ser bajos.

Para la dividida oposición encarnada en la MUD, lograr algunas alcaldías y gobernaciones claves sería un triunfo. En cualquier caso, las elecciones decidirán si Maduro regresa a las negociaciones con la oposición en México o si señala que los actuales dirigentes «no la representan» y exige sustituirlos por los que tengan mejores resultados en estos comicios. Una jugada que contribuiría a la división entre Estados Unidos y la UE en relación con Venezuela.

EE.UU. ya ha señalado que las elecciones de hoy «no cambian nada» y anunció que puede incrementar las sanciones contra funcionarios venezolanos. A su vez, la UE ratificó sus sanciones contra 55 de estos funcionarios, lo cual, según Maduro, ayuda a implosionar las elecciones, que califica como «un ejemplo democrático para el mundo», en uno de los países más autoritarios del planeta, según todos los índices normalmente aceptados, como el del Instituto V-Dem.

Las grandes batallas que marcan la cita con las urnas

 

Pedro Nizama, candidato a la alcaldía del municipio de Acevedo (estado de Miranda), que está escondido y así permanecerá hasta hoy, denuncia haber sido amenazado de muerte por el candidato del PSUV, José Miguel Oliveros, quien ya ha cumplido una sentencia de cinco años por un homicidio y está acusado de otro ante los tribunales.

Acevedo, cuya capital es Caucagua, es, además, uno de los sitios más peligrosos del país: tomado por bandas armadas dedicadas al secuestro, el hecho de circular por este pueblo, a unos cien kilómetros de Caracas, implica ya la posibilidad de ser víctima de un secuestro.

Nizama representa a una alianza encabezada por el Partido Comunista de Venezuela, que ha sufrido, en sentido figurado, una escabechina. Catorce de sus candidatos han sido extemporáneamente inhabilitados administrativamente por la Contraloría General de la República (tribunal de cuentas), que ha usado el mecanismo para impedir la participación de dirigentes de la oposición como Leopoldo López o Henrique Capriles.

El cierre de campaña ha estado marcado por la bofetada que el aspirante a la gobernación de Bolívar por parte de la MUD, Raúl Yusef, ha propinado a Américo De Grazia, exdirigente de esta coalición que montó tienda aparte después de regresar de un exilio de dos años en Italia, la tierra de sus padres, tras ser perseguido por el régimen de Maduro.

Varias figuras opositoras, perseguidas y luego condonadas, han regresado al país para participar en estas elecciones, algunos de ellos con la propia tarjeta de la MUD, como Tomás Guanipa, el alcalde del municipio Libertador de Caracas, el más importante del país.

Capriles aspira, sin duda, a ser el dirigente principal de la oposición a partir de este lunes. A pesar de decir en varios foros públicos que su pelea «no es contra Guaidó», cuestionó el inmovilismo opositor en los años recientes. De este dirigente se afirma que cuenta con el apoyo de la UE para promover la participación a través de Fuerza Vecinal, partido formado por los dirigentes opositores que participaron en las últimas elecciones municipales, en el 2017, y lograron cargos, rompiendo el abstencionismo opositor, del cual Capriles es, como mínimo, el ideólogo.

En tanto, Guaidó señaló este viernes que «hay una certeza: Maduro seguirá siendo ilegítimo, desconocido y además investigado por el Tribunal Penal Internacional. Ya él y su régimen conocen las consecuencias de burlar las reglas democráticas».