Las superpotencias renuncian a la guerra nuclear

Anje Ribera MADRID / COLPISA

INTERNACIONAL

Asamblea Genral de la ONU
Asamblea Genral de la ONU Mike Segar | Reuters

EE.UU., Rusia, China, Reino Unido y Francia se comprometen a abandonar la carrera armamentística y a reducir de forma drástica sus arsenales atómicos

03 ene 2022 . Actualizado a las 21:35 h.

El inicio de cada nuevo año suele ser siempre momento de reflexión y tiempo idóneo para establecer intenciones que pocas veces llegan a materializarse. Utopías que se marcan objetivos casi imposibles. Ocurre también entre los grandes dirigentes mundiales, que elucubran sobre un marco de relaciones idílicas y quiméricas que se manifiestan irrealizables en el momento en que los intereses particulares sobresalen por encima del bien común.

Desde este martes y hasta el próximo día 28 Nueva York acoge la décima conferencia encargada del examen del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares. En ese marco, el lunes, en la jornada previa, las cinco grandes superpotencias mundiales -Francia, China, Estados Unidos, el Reino Unido y Rusia- subrayaron un compromiso conjunto para evitar una guerra atómica y la expansión de ese tipo de armamento.

El enésimo llamamiento por la paz y el desarme nuclear aboga por dar pasos concretos en la búsqueda de acuerdos para el control, reducción y eliminación de arsenales de ojivas. Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, en teoría los únicos poseedores de la bomba, prometieron en una declaración conjunta que no habrá carrera armamentística a pesar de que todos ellos destinan en sus presupuestos partidas crecientes para este apartado.

La declaración llega en medio de un aumento de las tensiones geopolíticas entre Moscú y las naciones occidentales, y durante las negociaciones bilaterales que se desarrollan en Viena con Irán por su programa de enriquecimiento de uranio.

De cualquier forma, los firmantes coinciden en que una contienda entre armas atómicas «nunca puede ser ganada y ni librada». Por ello, preconizan el establecimiento de «un entorno de seguridad que permita conseguir más progresos en materia de desarme», según explicó la presidencia francesa, que coordinó la labor de esos países antes de la conferencia.

Reducir riesgos estratégicos

El llamamiento ha sido enviado al secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, y a las misiones diplomáticas de todos los países del mundo para llamar la atención sobre la necesidad de avanzar en esta conferencia para su control y eliminación total lo antes posible con ánimo de reducir los riesgos estratégicos, al tiempo que aspiran a trabajar de forma coordinada para crear una atmósfera de seguridad ante la fuerte militarización que desarrolla EE.UU. y la OTAN, la realización de acciones y ejercicios militares en las fronteras de otros países -como en los límites de Ucrania, Corea del Norte, China o la India, puntos de tensión permanentes entre estados poseedores de arsenales atómicos.

No obstante, ninguno de los Estados que suscriben el texto renuncian a ellos. Simplemente, manifiestan su convencimiento de que su uso «puede tener graves consecuencias y reiteran que debe limitarse a fines de defensa y disuasión para prevenir guerras» en un mundo mucho más inseguro que amenaza el derecho a la paz y a la seguridad global.

Las soluciones a los conflictos deben llegar por vía de «enfoques diplomáticos bilaterales y multilaterales para evitar enfrentamientos militares, el fortalecimiento de la estabilidad y la previsibilidad, el aumento del entendimiento y la confianza mutuos, y la prevención de una carrera armamentística que no beneficiaría a nadie y pondría en peligro a todos», relata el escrito.

El acuerdo destaca la importancia de «cumplir con los tratados bilaterales y multilaterales de no proliferación y desarme» bajo un control estricto a nivel internacional«. »Estamos resueltos a alcanzar el diálogo y el respeto mutuo«, reza el documento.

El Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares entró en vigor en 1970 y aglutina a 191 Estados. Entre ellos no están países considerados potenciales poseedores de la bomba atómica (India, Pakistán, Israel y Corea del Norte). Occidente sospecha también que Irán busca desarrollarla, utilizando la tecnología de sus lanzadores de satélites y lanzadores balísticos de largo alcance capaces de transportar cargas convencionales o nucleares.

La era Trump supuso un retroceso en los tratados de desarme

El pasado año, en plena pandemia, el gasto en armas nucleares aumentó en Estados Unidos en unos 1.400 millones de dólares. Según un informe de la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), la Casa Blanca empleó unos 37.400 millones de dólares, lo que supuso aproximadamente el 5 % de su gasto militar.

La reducción y control de armamento ha sufrido un claro retroceso desde que Washington se salió del Tratado a Cielos Abiertos, del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (INF) y del acuerdo con Irán tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Si bien en junio Joe Biden y Vladimir Putin sostuvieron una reunión en Ginebra para iniciar nuevas conversaciones, hasta la fecha no se conocen avances.