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Los Saboya llevan a juicio al Estado italiano al reclamar las joyas de la corona

Valentina Saini VENECIA

INTERNACIONAL

Víctor Manuel de Saboya y su esposa, en una foto de archivo
Víctor Manuel de Saboya y su esposa, en una foto de archivo Ballesteros | EFE

Se trata de un tesoro de 2.000 perlas y 6.732 brillantes montados en pendientes, tiaras, collares y broches de valor aún desconocido

14 feb 2022 . Actualizado a las 08:29 h.

Las relaciones entre la República italiana y la Casa de Saboya, que gobernó Italia de 1861 a 1946, no son precisamente idílicas. En los últimos y tormentosos años de la Segunda Guerra Mundial, Italia no solo derrocó al fascismo y rompió su alianza con la Alemania nazi, sino que vio en el rey Víctor Manuel III una de las causas de sus problemas. Por eso, cuando el resultado del referendo del 2 de junio de 1946 (la primera consulta popular en la que también votaron las mujeres) sancionó el fin del Reino de Italia y el nacimiento de la República italiana, la familia Saboya se vio exiliada.

De hecho, solo en el 2002 se modificó la legislación para permitir formalmente la entrada en el país de los «antiguos reyes de la Casa de Saboya, sus esposas y sus descendientes varones», a los que la Constitución de 1948 prohibía entrar y permanecer en el país. Lo que no se modificó fue la parte de la carta magna que concierne al ingente patrimonio de los Saboya. El Estado confiscó los bienes inmuebles de la familia real: el palacio del Quirinal, por ejemplo, donde ahora tiene su sede la presidencia de la República, era la residencia principal de los Saboya. Lo mismo ocurre con la finca presidencial de Castelporziano, que se extiende a lo largo de 60 kilómetros cuadrados desde las afueras de Roma hasta el litoral. Pero a finales de enero, en los convulsos días de la elección del presidente de la República, los herederos del último rey de Italia, Humberto II, pidieron al Gobierno italiano que devuelva las joyas de la corona que se quedaron en Italia.

Se trata de un tesoro de 2.000 perlas y 6.732 brillantes montados en pendientes, tiaras, collares, broches y demás que, a diferencia de los inmuebles de la monarquía, no fue confiscado, y del que los herederos de Humberto II reclaman ahora su propiedad. Una solicitud que levantó un avispero en las redes sociales, ya que la antigua familia real es poco popular entre la mayoría de los italianos.

El asunto se remonta al referendo de 1946: antes de despegar hacia Portugal, el destino que había elegido para su exilio, el último rey de Italia dispuso la entrega de las alhajas al entonces gobernador del Banco de Italia, Luigi Einaudi. En el informe de entrega otorgado al ministro de la Casa Real, Falcone Lucifero, se lee: «Se confían al tesoro central para su custodia, para ser mantenidas a disposición de quienes tengan derecho a ellas, […] las llamadas joyas de dotación de la Corona del Reino». Y según los herederos de Humberto II, tal y como explicó Manuel Filiberto de Saboya al diario Corriere della Sera en noviembre pasado, conseguir la restitución de las alhajas que se conservan en una cámara acorazada del Banco de Italia desde hace 75 años, «no debería ser demasiado complicado, al fin y al cabo ese ‘quienes tengan derecho a ellas' habla claramente».

Si las recuperamos, las haremos exhibir», dijo Manuel Filiberto. Y añadió: «Llegaremos hasta el Tribunal Europeo si es necesario».

En realidad, el asunto parece complicarse. Durante el intento de mediación del 25 de enero entre los Saboya y el Banco de Italia, los abogados de la institución comunicaron a los herederos de Humberto II que no le corresponde al banco decidir respecto al uso de las joyas; por otra parte, las otras dos instituciones convocadas a la reunión, el Gobierno y el ministerio de Economía, no se presentaron.

De modo que, al parecer, en las próximas semanas la Casa de Saboya demandará al Estado italiano para obtener las joyas, cuyo valor no está claro: según algunas estimaciones podrían valer cientos de millones, según otras mucho menos. «Si las recuperamos, las haremos exhibir», dijo Manuel Filiberto. Y añadió: «Llegaremos hasta el Tribunal Europeo si es necesario».