La icónica mesa de Putin y los líderes europeos está fabricada en Valencia
INTERNACIONAL
Tras la reunión con Macron proliferaron las tesis políticas: si era reflejo de la lejanía de posiciones en torno al conflicto de Ucrania o una pauta anticovid, tras la negativa a hacerse una PCR rusa
15 feb 2022 . Actualizado a las 18:13 h.La mesa más famosa de las negociaciones internacionales fue fabricada en Valencia. Concretamente, en una ebanistería de Alcàsser, cuyos empleados nunca se imaginaron que sería la imagen icónica de las reuniones del presidente Vladimir Putin en el Kremlin con los dirigentes extranjeros, como el francés Emmanuel Macron, el alemán Olaf Scholz o el húngaro Víktor Orbán.
Un enorme tablero de seis metros de longitud a cuyos extremos se situaron los mandatarios. La imagen de Putin y Macron ha dado lugar a numerosos chistes en las redes sociales y a unos cuantos análisis políticos sobre la distancia que separa a Oriente de Occidente. El símbolo de la diplomacia en tiempos prebélicos es una mesa de lujo.
«No te imaginas el sufrimiento que fue esa mesa para mí». En declaraciones a Nius, su creador, un popular carpintero de la región llamado Vicente, recuerda las «estrictas instrucciones» del Kremlin para fabricar ésta y otras piezas destinadas a engrandecer la imagen de las dependencias del Gobierno ruso.
En su momento se especuló sobre su antigüedad o si procede de la época de los antiguos zares. Pero no. Forma parte de los encargos realizados por Moscú entre los años 2005 y 2010 a esta ebanistería, que convenció a los dirigentes moscovitas durante una Feria del Mueble en Valencia tras un contacto previo a través de un intermediario internacional. «Hicimos muchas cosas para ellos», asegura el responsable.
Y no es del todo extraño. Desde hace décadas, el país del este ha mostrado predilección por la artesanía y la calidad del mueble español. Rusia era ya hace una década el quinto mercado de nuestro país en este sector y hay mesas, aparadores, armarios y camas de estilo clásico y neoclásico realizadas por profesionales españoles repartidos en mansiones de Moscú, Sochi y San Petersburgo.
Putin tiene varias piezas en sus dos residencias; también en su despacho del Kremlin. Y las mesas valencianas decoran la sede del Tribunal Supremo, el Parlamento o el Ayuntamiento moscovita. En algunos casos este tipo de muebles usados en recepciones y reuniones de alto nivel reemplazan a los originales de la época de los Romanov, auténticas obras de arte a preservar por el Patrimonio ruso. El Kremlin incluso envió en una ocasión un Antonov al aeropuerto de Valencia para recoger una partida de mobiliario urgente destinado a las instituciones de aquel país, según recuerda un artículo de Jorge Mestre en la publicación Russia Beyond the Headlines.
Los BRICS interesados
El tacto de las mesas fabricadas en Alcàsser ha sido percibido por otros gobernantes internacionales. Son los miembros del BRICS, acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, una asociación institucional que echó a andar hace casi dos décadas para impulsar el comercio entre las cinco grandes economías emergentes del momento. La organización tiene su sede en el Kremlin y está basada en la población, superficie, recursos naturales y crecimiento del PIB de sus cinco socios. Su importancia ya no es la misma, ha decaído en el último lustro debido a la bajada de sus proyecciones y la irrupción de China en el escenario comercial mundial.
Aún así, el presidente brasileño Jair Bolsonaro se reúne este martes con Putin al abrigo del BRICS para abordar nuevos lazos en el mercado de las materias primas. Bolsonaro es de los pocos visitantes internacionales que entran en la zona presidencial del Kremlin para hablar de asuntos ajenos a la crisis ucraniana, pero posiblemente se siente en una mesa española.
¿Por qué esa afición del líder ruso a mesas que más bien parecen trampolines, como ha demostrado en su última comparecencia televisada con su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, donde entre ambos había una notable distancia? Tras la reunión reciente con Emmanuel Macron proliferaron las tesis políticas. Lo más sencillo y directo era pensar que los dos líderes escenificaban así la lejanía de posiciones en torno al conflicto de Ucrania. Pero cabe pensar también que esa lectura parece un tanto primigenia en una crisis prebélica y resultaría más propia de un encuentro entre Jerry Lewis y Dick van Dyke en una comedia americana.
«El gran dictador»
La segunda versión apuntaba a una demostración de poder de Putin sobre el mandatario galo, al estilo de El gran dictador. La realidad es otra: el presidente ruso observa desde hace dos años unas rigurosas pautas anticovid y Macron había declinado hacerse una PCR, como le sugirieron, antes de sentarse a la reunión. Scholz tampoco se sometió este martes a una prueba PCR efectuada por sanitarios rusos y prefirió hacerse el test en la embajada de su país en Moscú.
Durante los confinamientos, el dirigente ruso ha sido tan severo como para exigir pruebas diarias a los colaboradores con quienes debía verse de modo cotidiano.
Los fabricantes valencianos se saben de memoria cómo es el Kremlin ya que, según'Nius, los contratos incluyeron amueblar la casa oficial de recepciones del Gobierno ruso, un bello palacete del siglo XIX. «Llegó un momento en que mi hijo, que era el que acudía a revisar el montaje, ya paseaba por el Kremlin como si estuviera en casa», explica Vicente. Para la gran mesa negociadora, que debía reflejar el estilo ruso, su empresa utilizó madera de haya y pan de oro italiano. La madera fue trasladada desde los Alpes, de árboles crecidos a la sombra. Tanto este como otros muebles fue obligatorio lacarlos en blanco.
El blanco y el dorado son los dos tonos principales del Gran Palacio e incluso el emblema de su espectacular fachada neoclásica. El complejo presidencial reúne otros palacios en su interior, ocupa 25.000 metros cuadrados de superficie y consta de 700 salas. Un inmenso conglomerado artístico y arquitectónico donde se percibe el encuentro de los estilos ruso y árabe. Su origen se remonta a principios del siglo XIX, cuando el zar Nicolás I quiso disponer de una residencia en Moscú -entonces la capital estaba en San Petersburgo- para dejar clara su presencia al pueblo.
Hoy en día alberga la sede del Gobierno, sus infinitas secciones administrativas y la zona noble para los grandes actos y la recepción de invitados extranjeros. Ahí ocupa un lugar especial, y sin duda voluminoso, la mesa de Alcàsser. Cuando la terminó y envió a Rusia, Vicente asegura que descansó.