El rostro es el principal reflejo de las emociones de los seres humanos, pero en el caso del mandatario ruso es excepcional advertir la más mínima emoción, salvo microexpresiones de ira o desprecio. También es de pocos gestos, salvo amenazantes
25 feb 2022 . Actualizado a las 16:30 h.Cuando he analizado la comunicación no verbal de Putin, al cual llevo tiempo estudiando, me venía a la mente esa frase de «¿qué fue primero la gallina o el huevo?», que llevado a este protagonista la traduzco en: «¿Qué fue primero Putin o el hielo?».
Vladimir Putin se caracteriza por la ausencia de emociones. El rostro es el principal reflejo de las emociones de los seres humanos, pero en el caso de Putin es excepcional advertir la más mínima emoción. Es el motivo por el que le he calificado como «el líder de hielo». Aunque sí he podido detectar en algún momento microexpresiones de ira o desprecio, como cuando su responsable de Inteligencia afirmaba lo siguiente: «Podemos dar a nuestros compañeros de occidente una última oportunidad». Lo que debió molestarle enormemente.
También es de pocos gestos, salvo los amenazantes. Un buen ejemplo ha sido su declaración de guerra a Ucrania, donde ha permanecido totalmente estático, salvo cuando ha dicho que quienquiera que intente detenerlos debe saber que la respuesta de Rusia será inmediata. Instante en el que ha utilizado su dedo índice para enfatizar su advertencia.
En cuanto a su mirada, no transmite la más mínima duda, temor o culpa, nunca le he visto con la mirada baja, que puedan llevar a esas conclusiones. Al contrario, es la de quien está determinado con firmeza en su propósito.
Tampoco advierto en su comunicación gestos auto manipuladores sobre su propio cuerpo u objetos que le acompañen. Ello transmite seguridad en uno mismo, sin una pizca de nerviosismo o miedo.
Y es un conquistador de distancias. Cuando desea «poner las cosas en su sitio» a alguien, como así sucedió con su responsable de Inteligencia, su cuerpo se incorpora hacia adelante, lo cual es propio de firmeza y seguridad en aquello que va a defender. Es lo que hizo cuando le dijo: «¿Está sugiriendo que debemos empezar las negociaciones?». Llevo ya ocho años analizando conductas, la comunicación no verbal de personajes públicos y de quienes en cada instante pueden interactuar conmigo, algo que hago ya de manera automática, pues reconozco que no conozco caso igual al de Putin de tanta frialdad.