Una santiaguesa ofrece ocho billetes de avión de Cracovia a Oporto a refugiados ucranianos

Lucía Castañeda es guía turística en Santiago. El viernes tendría que haber salido, junto a otros siete familiares, hacia Cracovia, para visitar la ciudad polaca hasta el lunes 14. Pero estalló la guerra en la vecina Ucrania, y ese cambio radical les hizo desistir del viaje turístico: «Si no hemos ido no ha sido por miedo, porque sabíamos que no pasaría nada. No hemos viajado porque no nos parecía moralmente correcto ir por ocio a una ciudad que se ha llenado de refugiados, y por otra parte sufriríamos al ver esa situación». No tuvieron problemas para cancelar el hotel, y los billetes de ida y vuelta de Oporto a Cracovia los dieron por perdidos.

Hasta que se les ocurrió la idea de que los pasajes de vuelta podrían servir a ocho de esos refugiados ucranianos que buscan salir de la ciudad polaca. Son plazas ya pagadas, solo sería necesario el cambio de nombres. La idea era conseguir la aprobación de la compañía y conectar con alguna ONG que diese los nombres de esas ocho personas. Lucía lo planteó a Ryanair, por todos los métodos a su alcance: por Instagram, por correo electrónico y por el chat de clientes. En este último se encontró con un auténtico mazazo: quien escribía desde la compañía le agradecía «su sentimiento de solidaridad en los momentos que está viviendo la población ucraniana». Pero la siguiente frase se abría con un «sin embargo» que apuntaba lo peor: según las políticas de la compañía, el cambio de nombre de pasajeros de una reserva cuesta «115 euros si [se] realiza por la página web y 160 si se realiza a través del servicio de atención al cliente». Lucía Castañeda respondió en ese chat «Ya veo que la solidaridad de Ryanair pasa por cobrar», porque entiende que son de 115 a 160 euros por el cambio de persona en cada billete, y critica que «en un momento en el que el mundo se está volcando con el pueblo ucraniano Ryanair quiera cobrar ante unos billetes pagados. Sinceramente me parece increíble». Del correo electrónico, la compañía asignó el pasado martes un número de referencia a su escrito, pero no ha contestado, pese a que le indicaban que el equipo de atención al cliente pronto se pondría en contacto con ella.

Lucía Castañeda contactó el sábado con AGA-Ucraína y otra entidad para intentar que esas plazas las ocupen ocho refugiados el lunes. Si fuera necesario, hasta intentaría ella ir a recogerlos a Oporto: sin cobrarles, ni 115 ni 160 euros.

 

Por su parte, Alfonso Pérez Caneiro y Ramón Castaño dejaron el sábado por la tarde en Alicante a la familia ucraniana que recogieron en Varsovia, una señora con dos hijas y tres nietos, que se reencontraron en la ciudad con una tercera hija afincada allí. Fueron momentos de abrazos y alegría, y de despedida de los que las mujeres llamaban sus ángeles. Con 6.200 kilómetros en la furgoneta, Ramón y Alfonso continuaban viaje a Santiago: «Moi felices e contentos», sin la presión de intentar que nada fallase con sus pasajeras. Sus abrazos de agradecimiento atestiguaban que así fue.

También está prevista la llegada el sábado noche en tren a Santiago de familiares de una joven ucraniana que vive en Teo, y que viajaron desde Kiev, con escala en Bucarest, con la colaboración de Nenos de Ucraína e Galicia.

Y de quienes llegan, a quienes emprenden viaje. Partió pasadas las 19 horas del sábado el autobús de la USC, en colaboración con AGA-Ucraína, cargado con material de ayuda humanitaria. Volverá con 47 refugiados que recogerán en la frontera con Polonia, y viaja también una furgoneta de apoyo que conducirán dos bomberos de Santiago.

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