Así es Lorent Saleh, el premio Sájarov del Parlamento Europeo que ha establecido su residencia en Ribadeo

José Francisco Alonso Quelle
José Alonso RIBADEO / LA VOZ

INTERNACIONAL

Lorent Saleh, en el parque de Ribadeo, municipio en el que ha establecido su residencia
Lorent Saleh, en el parque de Ribadeo, municipio en el que ha establecido su residencia José Alonso

Encarcelado y torturado en Venezuela,  acaba de iniciar una nueva misión en Ucrania: «Todo indica que el petróleo va ganando la batalla a los derechos humanos»

08 abr 2022 . Actualizado a las 19:11 h.

A sus 31 años, Lorent Saleh ya no se expresa con el nervio, el ímpetu y la vehemencia de su juventud, cuando con 18 años, en su Venezuela natal, fundó la oenegé Operación Libertad volcándose en su vocación, la denuncia de la vulneración de los derechos humanos en su país. El tiempo ha hecho su trabajo en él. En una larga conversación en Ribadeo, donde ha establecido su residencia, repasa su vida. Su tono es pausado, sereno, pero con la convicción de antaño. Dos hijos y otro en camino han tenido que ver en este aparente cambio: «Con tus circunstancias arrastras a tu familia y ahora que soy padre lo siento más, todo lo que sufrió mi familia», dice.

En la charla se cuelan pausas en las que asoman y cuelgan lágrimas, sin llegar a caer, que evidencian la amargura vivida por un hombre que siendo un chaval lideró con huelgas de hambre la lucha pacífica por los presos políticos en el gobierno de Hugo Chávez. Fue un paso más en una carrera fulgurante. Convertido en icono social, en el 2013 se exilió en Costa Rica y Colombia y siguió perseverando en su activismo con giras internacionales, siendo recibido por presidentes de diferentes países a quienes exponía su causa, cuando fue «traicionado» —incide—, por el presidente colombiano Juan Manuel Santos, y entregado a Venezuela.

-Estuve cuatro años encarcelado. Fui un preso político que sobreviví en condiciones inhumanas en los sótanos del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional, un lugar conocido como La Tumba, situado cinco plantas bajo tierra, con siete celdas de seis metros cuadrados y camas de cemento. Fui aislado, torturado e intenté suicidarme en cuatro ocasiones. Lo único que me mantenía con vida era la esperanza de ver el sol. Mi vista judicial nunca llegó, aplazada en 52 ocasiones.

-En plena reclusión, en el 2017, recibió el premio Sájarov del Parlamento Europeo a la libertad de conciencia.

-Sí, y una ola de solidaridad exigiendo mi libertad y la mediación del Gobierno de España finalmente lo logró, pero con un precio: el destierro. El 13 de octubre del 2018 llegué al aeropuerto de Barajas, con el embajador y el secretario de Estado español.

-La denuncia de cualquier tortura es ahora uno de sus frentes.

-No solo la tortura física sino también la psicológica, porque mientras las heridas externas se curan, las internas dejan huella. Mi experiencia la canalizo a través del Saleh Institute. Promovemos la libertad y los derechos humanos con trabajos como la performance White Torture o el documental Torture 26. Además, soy asesor en el Parlamento Europeo y colaboro con universidades.

-Su residencia está ahora en Galicia, en Ribadeo.

-Estando en Madrid nacieron mis dos bebés y necesitaba aire, más espacio para mi familia, porque mi trabajo tiene una carga emocional muy fuerte. Un problema de los que nos dedicamos a los derechos humanos es que nos abandonamos a nosotros mismos. Busqué lo más verde y hallé Galicia, una casa en el rural de Ribadeo. Compramos dos colchones inflables y aquella noche allí, sin nada, nos sentimos afortunados. Fue maravilloso.

-¿Teme que lo vinculen con algún partido político?

-Es la gran preocupación. Defender los derechos humanos implica meterse en política sin ser político y avanzar en medio de la polarización. Es difícil de gestionar. En el 2018, al poco de ser liberado, fui recibido por Michelle Bachelet, expresidenta de Chile y Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Su familia también había sido torturada y había una conexión. Le conté los crímenes que se estaban cometiendo y le pedí que actuase. Cumplí con lo que tenía que hacer. Pero después vi cómo me acusaban de traidor, de reunirme con una chavista. Lloré mucho, porque lo que no había logrado el régimen en La Tumba, hacerme dudar de dedicar mi vida a la defensa de los derechos humanos, lo logró esta campaña contra mí, también de gente a la que defendía. A veces a los presos políticos no se les perdona salir con vida. Se prefiere un mártir, o que salgas lleno de odio, envenenado. Ahí ves lo herida que está la sociedad por la polarización.

-Y ahora, Ucrania.

-Sí, porque todo apunta a que el petróleo está ganando la batalla a los derechos humanos. Estados Unidos ya negocia con Venezuela por el petróleo y lo que está pasando en Ucrania es el precio que se paga por dar prioridad a lo económico sobre lo humano. Para nadie era un secreto que Putin podía invadir Ucrania. Se dejaron pasar todos sus excesos, envenenar a enemigos, Georgia, Siria, Crimea... El pueblo ucraniano es la víctima de circunstancias e intereses mundiales.

A Ucrania, a recabar pruebas de delitos de lesa humanidad 

Una de las funciones del Saleh Institute es elevar denuncias y acciones contra las violaciones de los derechos humanos, en instituciones gubernamentales y organismos internacionales. Su última misión está en Ucrania, con Lorent Saleh liderando un equipo que pretendía estar sobre el terreno el fin de semana.

-Tenemos tres objetivos: recabar todas las evidencias de posibles comisiones de crímenes de lesa humanidad que está cometiendo Putin, para usar como pruebas ante un tribunal y para presionar a la UE para que tome medidas que ayuden a los ucranianos; contribuir a salvar vidas con un equipo especializado en atención médica en conflictos, compañeros que han llegado de Colombia; y ayudar a la población local, en los refugios y fronteras y, en la medida de lo posible, llegar a Kiev.

-Ya no es un joven estudiante activista. ¿Qué le mueve ahora?

-Cuando salí en libertad me dije que ya nunca nada me iba a dar miedo. Pero cuando tienes hijos cambia todo. No es fácil despedirte de los tuyos, pero afortunadamente mi mujer está convencida de lo que hacemos. Nos conocimos en medio de la lucha y combatió por mi libertad los cuatro años que estuve encarcelado. ¡Claro que estás asustado! Pero tenemos que ser consecuentes con la opción de vida que elegimos. Uno se queda con muchas cicatrices y estoy aquí viendo este paisaje tan hermoso y me siento un poco culpable por ser tan afortunado. Cuando eres secuestrado, vejado, torturado... nunca sales por completo de la cárcel.