Pensando en mi universidad
INTERNACIONAL
El catedrático de Literatura Española cuenta como creó, hace 25 años y con un grupo de colegas, la facultad de Letras en la Universidad Nacional del Mar Negro, hoy paralizada por la guerra. Piensa reanudar las clases con sus alumnos de manera virtual
19 mar 2022 . Actualizado a las 12:07 h.Estamos en la cuarta semana de la invasión y no sabemos cuánto tiempo durará la guerra. No puedo dejar de pensar en mi facultad, en mi tercer hijo. No es ninguna exageración, ni metáfora, cuando digo que mi facultad es mi hijo. Hace 25 años llegué a la Universidad Nacional del Mar Negro Petro Mohyla para abrir el departamento de Letras. Desde 1989 sigo siendo decano de la facultad que he creado con mis colegas.
Construir un centro de este tipo es como criar a un niño. Nikolaev (no Mykolaiv) hasta el año 1991 siempre había sido una ciudad cerrada que no disponía de su escuela de Filología extranjera. Debíamos empezar casi todo desde la nada. Nuestro bebé crecía y maduraba poco a poco. Empezamos con 25 estudiantes y con una sola especialidad —la lengua inglesa—. El 24 de febrero del 2022, cuando las primeras bombas cayeron, contábamos con casi 500 estudiantes que aprendían inglés, alemán, ucraniano, francés, español, italiano, polaco, búlgaro y chino.
Por fin, nuestros trabajos han traído sus frutos —en departamentos de la facultad imparten cursos casi 80 profesores—. Estamos desarrollando colaboraciones con universidades en Europa y EE.UU., invitamos a los colegas de otros países, tenemos contactos con tales programas de intercambios académicos como Erasmus, Fulbright, DAAD y muchos otros. He hecho el cálculo y he llegado a la conclusión de que no menos de 1.500 jóvenes ucranianos han terminado sus estudios en mi facultad. Ahora, ellos trabajan en todos los continentes, dan clases de alemán a alemanes, imparten cursos en las universidades de EE.UU. y Canadá. ¿Nada particular en comparación con cualquiera universidad occidental?, podríais decir vosotros. Estoy de acuerdo, respondería yo: somos como otras universidades del mundo y es lo que queríamos conseguir y que hemos conseguido durante los 24 años de trabajo.
Podéis imaginaros, mis queridos lectores, cómo me duele observar el proceso de destrucción de la universidad y de la facultad por la invasión rusa. Una parte de mis profesores ya están en Alemania (agradezco mucho a la Universidad de Saarland, que ha dado casa a mi gente, consiguiendo becas y viviendas). Otros están dispersos por toda Europa. La mayoría de mis colegas y estudiantes se han quedado en la ciudad de san Nicolás bajo bombas y misiles. Algunos colegas y profesores se encuentran en la zona ocupada. Los frutos de nuestros esfuerzos están ardiendo en las llamas de la guerra. Nuestro hijo está en apuros.
Y a pesar de todo, somos seres humanos para encontrar salidas de estancamientos insostenibles. Acabamos de crear el grupo que hemos nombrado Vivos voco en una de las redes sociales. Queremos reiniciar el proceso educativo en forma virtual, ajustando métodos para impartir cursos en esta situación. Como decano, he grabado un vídeo en que pido que mis estudiantes produzcan materiales informativos en todos los idiomas que aprenden para publicarlos en el extranjero. Por esto, les calificaremos las disciplinas académicas que están aprendiendo este semestre. La práctica es el mejor aprendizaje.
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