Los 24 ucranianos recogidos en la frontera por el Banco de Alimentos llegan a Galicia inquietos por cuándo acabará el conflicto
30 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Victoria, Anna, Artem, Zoia, Tanya, Katerina, Alina, Vitalii, Olena e Iván son solo algunos de los nombres de las miles de personas que han tenido que abandonar su país por la guerra. Ellos forman parte del grupo de refugiados que este miércoles llegará a Galicia con el Banco de Alimentos Rías Altas (Balrial) tras cuatro jornadas de trayecto desde Rzeszów, Polonia. En ese tiempo, los 24 han pasado por diferentes estados de ánimo y, aunque algunos ya están más tranquilos y no dudan en explicar cómo han vivido la invasión rusa, otros apenas hablan y en su rostro solo se lee tristeza.
Mientras el conflicto sigue, su tranquilidad por sentirse a salvo se mezcla con la incertidumbre de no saber lo que ocurrirá con su país ni con los que dejan atrás. «Somos de Zaporiyia, en el sudeste de Ucrania. Yo trabajaba en una panadería y mi hija, Rymma, de 15 años, estudiaba. Mi marido se iba a ir Polonia a trabajar como camionero. Con la guerra todo ha cambiado. Nuestra vida ahora está en suspenso», dice Oksana Schedrina.
En su caso, el recorrido desde su ciudad natal hasta llegar a la región de Leópolis con el objetivo de cruzar a la frontera polaca superó los mil kilómetros: «Fuimos en tren. Íbamos 13 personas en un solo compartimento y hacíamos turnos para poder dormir una o dos horas. Una vez llegamos pasamos varias noches en una escuela, que ahora sirve como refugio». Tras esas jornadas, Oksana llegó con su hija Rymma a Truskavets para huir a Polonia. «Nos subimos al bus sabiendo que luego nos recogerían para ir a España, pero no teníamos claro lo que tardaríamos», añade.
Además de a su marido, madre e hija dejan a más familia en Ucrania: «Mi hermano, su mujer y sus hijos se fueron de Zaporiyia, pero siguen en mi país. En nuestra ciudad las explosiones eran muy fuertes y los rusos bombardearon la estación de tren y un jardín botánico». Sobre su pareja, apunta que «de momento está bien» y pueden hablar. Igualmente, la mujer de 44 años está en contacto con sus amigos, muchos en el Ejército: «Mira, están bombardeando en la región de Kiev. Este vídeo me lo manda un amigo», apunta mientras muestra imágenes de varias explosiones. «No tenemos ni idea de cuándo va a acabar esto. Es una agonía», lamenta.
Oksana y Rymma se quedarán en una casa cedida por la asociación de vecinos A Pergoliña de Camelle, en Camariñas. Esa misma localidad será el destino de otros nueve refugiados con los que han compartido viaje. El resto se repartirán entre Lugo (4), A Coruña (2) y Culleredo, donde se instalará una familia de siete miembros (tres niños, sus padres, su abuela y su tía) procedente de Mariúpol.
La despedida
Aunque la despedida formal entre refugiados y voluntarios se producirá hoy, el martes todos compartieron un momento emotivo gracias al texto escrito por Manuel Vázquez, uno de los miembros de la caravana solidaria que partió hace una semana de A Coruña: «Nos sentimos muy orgullosos de poder ayudaros. Para la mayoría es una experiencia humanitaria nueva. Para los menos acostumbrados a viajar es más duro, pero para todos es igual de satisfactoria. Queremos compartir vuestro dolor por tener que abandonar vuestra familia, vuestro hogar y vuestro país solo por la macabra manía de un bárbaro genocida. Ahora solo queda llevaros hasta vuestro destino provisional sanos y salvos, y seguir ayudándoos. Sois maravillosos y os deseamos mucha paz, mucha felicidad y mucha suerte para vuestros familiares que se quedaron defendiendo tan heroicamente Ucrania». Porque los kilómetros dejan de sumar cuando el contador que corre es el de la vida.