«Un soldado me violó mientras me apuntaba»: diez presuntos «crímenes de guerra» de Rusia en Ucrania

María Hermida
María Hermida REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Un perro descansa junto al cadáver de un civil, supuestamente su dueño, en las calles de Bucha
Un perro descansa junto al cadáver de un civil, supuestamente su dueño, en las calles de Bucha STRINGER

La oenegé Human Rights Watch ha documentado casos de extrema crueldad contra civiles: «Se llevaron a mi hijo, dijeron que lo iban a asustar y luego oímos disparos», cuenta una madre

03 abr 2022 . Actualizado a las 22:31 h.

La recuperación de terrenos que habían sido tomados por los rusos está sirviendo para tomar conciencia de la barbarie de la invasión de Ucrania. En Bucha, aparecieron casi 300 cadáveres tirados en las calles, civiles que fueron asesinados con un tiro en la nuca. Mientras Europa anuncia nuevas sanciones a Rusia por lo que ya se denomina «la masacre de Bucha», Human Rights Watch, una oenegé especializada en la defensa de los derechos humanos, dio a conocer este domingo que ha documentado al menos diez casos en los que, presuntamente, fuerzas militares rusas cometieron violaciones de las leyes de la guerra contra civiles en áreas ocupadas de las regiones de Chernihiv, Kharkiv y Kiev.

Se trata de casos de extrema crueldad, uno de ellos con una mujer a la que un soldado violó repetidamente con un arma apuntándole a la sien, dos episodios de ejecución sumaria (uno de seis hombres) y otros casos de violencia y amenaza contra civiles. Amén de que se documentó también la implicación de soldados rusos en el saqueo de bienes civiles, incluidos comida, maquinaria, leña o alimentos. 

Por este motivo, Hugh Williamson , director para Europa y Asia Central de Human Rights Watch, señaló: «Los casos que documentamos equivalen a una crueldad y una violencia deliberadas e indescriptibles contra los civiles ucranianos. La violación, el asesinato y otros actos violentos contra personas bajo la custodia de las fuerzas rusas deben investigarse como crímenes de guerra».  Human Rights Watch entrevistó a 10 personas, incluidos testigos, víctimas y residentes locales de los territorios ocupados por Rusia. Estas son algunas de sus historias:

La mujer violada en la escuela de Malaya Rohan

El 13 de marzo, tal y como documentó la citada oenegé, un soldado ruso golpeó y violó repetidamente a una mujer de 31 años en Malaya Rohan, un pueblo en la región de Kharkiv que las fuerzas rusas controlaban en ese momento.

Ese día, unos cuarenta aldeanos, en su mayoría mujeres y niñas, se refugiaron en el sótano de una escuela. Esta mujer estaba allí con su hija de 5 años, su madre, su hermana de 13 años y su hermano de 24 años. A medianoche, tal y como ella misma contó, un soldado «rompió las ventanas de vidrio en la entrada de la escuela y golpeó la puerta». Portaba un rifle de asalto y una pistola, se dirigió al sótano y ordenó a todos los presentes que se alinearan. La mujer estaba en la fila sosteniendo a su hija, que estaba dormida. Él le dijo que le diera la cría, pero ella se negó. Luego, el soldado la llevó a un aula en el segundo piso, donde le apuntó con un arma y le dijo que se desnudara. La violó repetidamente mientras sostenía el arma cerca de su sien. La abofeteó, le provocó cortes en el cuello y también en las mejillas. Ella aportó fotos a la oenegé donde se ven las heridas que este hombre le ocasionó. «Tengo suerte de estar viva», concluyó, cuando por fin pudo recibir asistencia médica y encontrar otro refugio antiaéreo. 

 Los seis ejecutados con las manos atadas y tiros en la nuca 

Otro de los presuntos crímenes de guerra documentados por la oenegé ocurrió el 27 de febrero, cuando las fuerzas rusas detuvieron a seis hombres en la aldea de Staryi Bykiv, en la región de Chernihiv, y los ejecutaron sumariamente. Human Rights Watch habló con los familiares de cuatro de los hombres asesinados. Ellos explicaron que el puente entre Novyi Bykiv y Staryi Bykiv fue volado ese día y las fuerzas rusas bombardearon ambas aldeas. Luego, una columna de vehículos blindados rusos entró en Staryi Bykiv.

«La mayoría de la gente se escondía en sus sótanos debido a los bombardeos y los soldados iban de puerta en puerta», dijeron los familiares. Los soldados sacaron a seis hombres de sus casas, los llevaron al otro extremo de la aldea y les dispararon.

Viktoria, la madre de Bohdan, uno de los ejecutados, dijo a Human Rights Watch: «Se llevaron a mi hijo, Bohdan, de 29 años, ya mi cuñado, Sasha, de 39». Viktoria salió del refugio en el que estaba y corrió a la calle para preguntar a los soldados rusos en el puesto de control qué había pasado. «Nos dijeron que no nos preocupáramos, que los asustarían un poco y luego los dejarían ir», dijo. Y añadió: «Nos alejamos unos 50 metros… y escuchamos disparos». Al día siguiente ella y su hermana fueron a esa misma zona y vieron los cuerpos de los seis hombres tirados allí. Tenían disparos en la cabeza y las manos atadas a sus espaldas. « Miré el cuerpo de mi hijo, sus bolsillos estaban vacíos, no tenía su teléfono, ni llaves ni documentos», contó esta madre. Viktoria pidió permiso a los soldados en el puesto de control para recoger los cuerpos, pero estos se negaron. Los intensos bombardeos continuaron los días siguientes.

El 7 de marzo, dijo Viktoria, volvieron a pedir permiso a los soldados para recoger los cuerpos: «En el control nos dijeron que fuéramos al cementerio, que nos iban a traer los cuerpos… Todos [todos los vecinos] vinieron, como 75 personas... Los enterramos a todos el mismo día, en tumbas separadas». Los soldados, además de perpetrar esta matanza, también se llevaron toda la leña de los aldeanos, sin dejarles nada para cocinar o calentar sus casas, tal y como informa la oenegé. 

El niño y la mujer muertos por la estampida en un sótano

Dmytro, un hombre de 40 años, contó a Human Rights Watch que él y su familia huyeron de la ciudad de Bucha, fuertemente bombardeada, el 7 de marzo. Dijo que no conocían ninguna ruta de evacuación segura, por lo que caminaron, envueltos en sábanas blancas y agitando telas blancas al aire durante unos cinco kilómetros, hasta el pueblo de Vorzel.

Una vez allí, se refugiaron durante dos noches en el sótano de un edificio de dos pisos, con vecinos de la zona. Dmytro dijo que había una mujer con ellos en el sótano que tenía heridas en el pecho y las piernas. Otras personas en el sótano le dijeron que le habían disparado el día anterior, cuando los soldados rusos irrumpieron en ese mismo sótano y arrojaron una granada de humo al interior. Varias personas entraron en pánico y salieron corriendo, donde los soldados rusos les dispararon. La mujer resultó herida y un niño de 14 años recibió un disparo en la cabeza y murió. Dmytro dijo que la mujer falleció al día siguiente, el 8 de marzo. Él y varios residentes locales la enterraron fuera del refugio antibombas.