Los votantes de Mélenchon, objetivo de Macron y Le Pen en la segunda vuelta

Asunción Serena PARÍS / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Un hombre observa los carteles electorales de  Macron y Le Pen en Denain
Un hombre observa los carteles electorales de Macron y Le Pen en Denain EUROPA PRESS

Sarkozy apoya al presidente francés, «el único en condiciones de actuar»

12 abr 2022 . Actualizado a las 20:56 h.

Esta vez Emmanuel Macron sí ha entrado en campaña. Después de sobrevolarla en la primera vuelta, ahora ha bajado a la arena y no duda en atacar a su contrincante, Marine Le Pen, que le paga con la misma moneda. Macron dijo el lunes que estaba dispuesto a discutir sobre el aumento de la edad de jubilación a los 65 años, una de sus promesas de campaña, «si eso puede llevar a un consenso». Ayer, Marine Le Pen no tardó en denunciar «una maniobra para intentar atenuar la oposición de los electores de izquierda», que son los que ella intenta también convencer presentándose como la candidata anti-Macron.

Le Pen acusó a Macron de ser «un candidato que en un mes dice todo y su contrario. Acaba de explicarnos que no está todavía decidido (la jubilación a 65 años). Mantener esa nebulosa es mostrar un desprecio por los franceses». La candidata de la Reagrupación Nacional no precisa que también ella prometió en principio la jubilación a los 60 años, y finalmente decidió fijarla a 62.

Emmanuel Macron eligió ayer la región de Alsacia para hablar de sanidad y de Europa. En la primera vuelta de las elecciones, el presidente de la República terminó por delante de Marine Le Pen, aunque en las dos ciudades que visitó, Mulhouse y Estrasburgo, quien ganó claramente fue Jean-Luc Mélenchon, el líder de La Francia Insumisa. De hecho, algunos de sus militantes, acompañados por un grupo de chalecos amarillos y personal sanitario, esperaban a Macron.

Imagen renovada

Marine Le Pen comenzó la jornada presentando nuevo cartel y nuevo lema de campaña. La candidata de extrema derecha ha optado por la sobriedad, una imagen sonriente, apoyada sobre una mesa de despacho, y sin nombre ni siglas de partido, solo la frase «Por todos los franceses», que sustituye al anterior «Mujer de Estado». Una forma de abrir los brazos a los votantes de Jean-Luc Mélenchon, a los que el portavoz de la RN animó a «ser verdaderos insumisos» y para ello «no salvéis a Emmanuel Macron».

Le Pen eligió la Normandía para hablar de democracia y ejercicio del poder. Propuso introducir una dosis de proporcional en las elecciones legislativas para responder a la actual «crisis democrática», algo que ya han prometido los tres últimos presidentes, incluido Macron, sin llegar a ponerla en práctica. También espera recurrir al referendo porque «constituye un instrumento potente de pacificación del debate político y contribuye al desarrollo de una cultura democrática». Y solo podrá ser modificado el resultado con otro referendo, para evitar el resultado de la consulta realizada el 29 de mayo de 2005 en el que los franceses rechazaron el proyecto de tratado de la Constitución europea, pero dos años después Sarkozy ratificó el tratado de Lisboa, prácticamente idéntico. Precisamente el expresidente francés rompió ayer el silencio que mantuvo en la primera vuelta de la campaña y pidió a los electores el voto para el líder de La República en Marcha, «el único en condiciones de actuar».

Mientras, Macron, que seguía su gira por Alsacia multiplicó los ataques contra su rival. Especialmente sobre el tema de Europa: «Le Pen cuenta, como de costumbre, chorradas, porque explica que no pagará la factura del club, que cambiará las normas y que las cambiará ella sola. , hay quien lo ha intentado y han tenido problemas. Eso quiere decir que quiere salir pero ya no osa decirlo». También arremetió contra ella comparando sus formas de hacer campaña: «nunca va a ver a la gente, se queda en el hotel», a lo que Le Pen respondió desde la distancia que «Macron tiene miedo del pueblo, y lo que hace es suministrar somníferos a los electores de izquierdas».

Sí hubo un punto de acuerdo entre los dos candidatos. Le Pen propuso que la presidencia volviera a ser de siete años, a lo que Macron respondió que «es un buen ritmo» en relación con las elecciones legislativas que se celebran cada cinco años, y al tiempo necesario para la acción presidencial.