Alberto Fernández abre otro frente con el peronismo al decir que se presentará a la reelección
INTERNACIONAL
Su entorno sugiere a la vicepresidenta Cristina Kirchner que compita con él si quiere optar a ser candidata en el 2023
18 may 2022 . Actualizado a las 09:00 h.«Sí, absolutamente». Así de tajante se mostró el presidente argentino, Alberto Fernández, al ser preguntado en TVE si se presentaría a la reelección en el 2023. La concisa revelación hecha la semana pasada cruzó el Atlántico como la pólvora y generó un terremoto político en el oficialismo de Argentina, profundamente dividido desde finales del 2021, cuando la coalición de Gobierno se pegó un duro batacazo en las elecciones legislativas de mitad de término.
Para nadie en Buenos Aires es un secreto que el anuncio del líder argentino irritó profundamente al sector más izquierdista del peronismo, controlado por la exmandataria y actual vicepresidenta, Cristina Fernández Kirchner, aunque, por el momento, no se ha producido comunicación alguna de los líderes de la facción.
Ambos no se hablan desde hace dos semanas, según han filtrado personas de sus respectivos círculos a los medios argentinos. No fueron las únicas palabras que contrariaron al kirchnerismo. «Desde el 2019 decían que yo sería un títere de ella. Pero la verdad es que yo tomo las decisiones. Eso no quiere decir que no escuche a Cristina, que desprecie su opinión. Pero la decisión la tomo yo. Y llevó mucho tiempo que se den cuenta de que yo estoy gobernando», expuso el mandatario al diario El País, añadiendo que la vicepresidenta tiene una «mirada parcial» que «desatiende» que el país vive «en una pandemia».
Políticos afines a Fernández echaban, mientras tanto, leña al fuego en casa. «Alberto va a ser candidato», señaló Aníbal Fernández, ministro de Seguridad, animando a Cristina a «presentarse» y «competir» si ella también buscase la candidatura.
La brecha en el oficialismo se agravó en marzo, cuando un grupo de 34 legisladores díscolos, liderado por el hijo de la vicepresidenta, Máximo Kirchner, se negó a apoyar el pacto de refinanciación firmado con el FMI, finalmente aprobado con la ayuda de la oposición. Desde entonces los políticos de una y otra facción mantienen agendas paralelas.
La sangre no llegó finalmente al río después de que Fernández rebajase el tono en su visita a Francia el jueves. «Yo no me tengo ni me quiero pelear con Cristina. Yo tengo que pelearme con [el expresidente Mauricio] Macri, tengo que pelearme con la derecha», señaló. «Yo no tengo una disputa con Cristina. Tengo diferencias», añadió. Poco antes había recibido las terribles cifras de inflación. Los precios crecieron un 6 % en abril, algo menos que en marzo, pero sumando a un acumulado interanual que se sitúa en el 58 %, el mayor en los últimos 30 años de historia argentina.
El kirchnerismo culpa al ministro de Economía, Martín Guzmán, del incremento desbocado de los precios. Su defensa es prioritaria para Fernández, que ha logrado mantenerlo a pesar, también, de las críticas del ala izquierdista del oficialismo al pacto con el FMI.
La pugna entre facciones pasa factura al oficialismo en las encuestas
Las diferencias entre Alberto Fernández y Cristina Fernández Kirchner están afectando a la coalición y también a ambos líderes en las encuestas, en beneficio de una oposición que ha criticado el enfrentamiento. «Somos rehenes de una [lucha] interna egoísta y patética, mientras los argentinos vemos cada mes cómo no solo nos hacemos más pobres, sino que asistimos a la destrucción de nuestra moneda», señaló el diputado opositor Hernán Reyes.
La reforma energética, pactada con el FMI, viene a echar más leña al fuego: supondrá una subida de tarifas superior al 1 % en las facturas de gas y agua para el 70 % de la población y la eliminación total del subsidio al 10 % más rico.
El kirchnerismo quiere proteger a las clases medias, pero Fernández y su equipo se muestran reacios a poner mayores límites a la reforma. El presidente amenazó con echar a los funcionarios que no aprueben esa subida de precios, filtraron a la prensa argentina personas cercanas a Fernández. Se trata de un pulso más en la pugna de poder entre el mandatario y la vicepresidenta.