Estamos aproximándonos a la triste fecha en la que se cumplen tres meses de invasión rusa, y ya tenemos bastante experiencia y conocimiento para sintetizar la naturaleza y la esencia de los acontecimientos trágicos que están ocurriendo en mi país. Ahora está claro que la retórica sobre la defensa de las llamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk solo era una cortina de humo de un plan mucho más ambicioso. El objetivo de la guerra es el genocidio de Ucrania.
Los expertos señalan que para probar que las prácticas brutales del Ejército ruso en esta guerra son genocidio y no otra cosa es menester considerar detenidamente tres criterios: 1) las intenciones de los que cometen crímenes de guerra; 2) a qué grupos de población se dirigen esos crímenes, y 3) el nivel de brutalidad y violencia practicadas por los invasores contra los ucranianos.
Sobre el primer criterio quiero subrayar un hecho: conocemos al culpable del genocidio en Ucrania. Es el dictador Vladimir Putin. Todo su pueblo comparte su culpa, a pesar de los esfuerzos de «buenos» rusos de «blanquearse» diciendo que ellos solamente aceptan la responsabilidad de la guerra. Las intenciones de los rusos, llenos de resentimiento, es la aniquilación completa de Ucrania, de su industria, de su cultura y lengua. Rusia usa la violencia con estos objetivos y esto solo se puede calificar como genocidio.
La definición de los grupos ucranianos afectados por el genocidio resulta un problema porque nuestra situación tiene sus peculiaridades. Los rusos quieren matar a todo aquel que se considera ucraniano y se identifica con Ucrania, a pesar de su procedencia étnica, de la lengua que habla en familia, y de sus creencias ideológicas y religiosas. Ser un ciudadano ucraniano consciente es suficiente para ser asesinado. El único grupo que sufre la violencia masiva y puede ser excluido de la lista de víctimas del genocidio en Ucrania es su Ejército. Los demás, incluso aquellos civiles que hablan ruso y que han saludado con ramos de flores a los «libertadores», son objetivo de una limpieza étnica por fuego de artillería, hambre, cortes de agua y otras represalias.
El nivel de brutalidad del Ejército ruso y la escala de la violencia no deja de sorprendernos. La lista de crímenes de guerra ya comprobados incluye bombardeos masivos de civiles, violaciones sádicas, saqueos, robos de todo tipo (desde inodoros hasta barcos con trigo y empresas privadas en las zonas ocupadas), deportaciones forzosas de ucranianos a las regiones rusas más deprimidas, «la evacuación», también forzosa, de los niños a Rusia, provocación de olas de refugiados... Son solamente algunos elementos de la guerra de exterminio que practican los rusos para que Ucrania se quede completamente despoblada.
¿Será Putin, al perder la guerra, castigado por el genocidio en Ucrania? No lo creo. Él se saldrá con la suya. Ya verán.
Anteriores entregas
18 de mayo Carta de un soldado: «Me siento feliz en Mykolaiv»
17 de mayo «Stefania», el homenaje a la madres de Kalush Orchestra
16 de mayo Nostalgia
14 de mayo Los desastres de la guerra (versión siglo XXI)
13 de mayo Mi Galicia
12 de mayo Un congreso cultural pospuesto
11 de mayo El desfile de Putin y el esturión podrido
9 de mayo Gregorio Skovorodá
8 de mayo Regalos para la fiesta
7 de mayo La guerra patriótica de Ucrania
4 de mayo Ucrania celebrará el 8 de mayo el Día de la Victoria
3 de mayo Historia del día de la victoria
1 de mayo Anabel
30 abril La resurrección de Ucrania
29 de abril Otra vez sobre el Instituto Cervantes en Moscú
28 de abril Escaparse de la zona ocupada
27 de abril El «Guernica» de Picasso
26 de abril La resistencia al invasor, en los memes de la Pascua ortodoxa
24 de abril El Día del Libro
23 de abril La tragedia del sur de Ucrania
22 de abril El Jueves Limpio
21 de abril Una parábola sobre las burbujas
20 de abril El Martes Grande en Ucrania
19 de abril La Pascua de Resurrección y el Domingo de Palma en Leópolis
18 de abril Las noticias de Mykolaiv
15 de abril Las diosas enfurecidas
13 de abril Hobbit y Gandalf
12 de abril La primavera
11 de abril La batalla por el «borsch»
10 abril Mi facultad en la guerra
9 de abril Folclore de la guerra
8 de abril El escándalo de una traducción
7 de abril ¿Qué es la rusofobia?
6 de abril Sigo recibiendo cartas
5 de abril El genocidio y la cultura rusa
4 de abril El destino de una familia hispano-ucraniana
3 de abril: Esperando la ofensiva rusa sobre el Dombás
2 de abril: Proyección interrumpida de películas
1 de abril: Oda al teléfono celular
31 de marzo: Llorad y rezad por Petro
30 de marzo: Cómo derrotar al enemigo muy rápido y con pocas bajas
29 de marzo: El 28 de marzo
28 de marzo: ¿Podemos repetir?
27 de marzo: Un primer balance de los 30 días de la invasión rusa
26 de marzo: Humor en la guerra
25 de marzo: Educación sentimental
24 de marzo: Una pregunta maldita
23 de marzo: Nuevos bombardeos en la ciudad de san Nicolás
22 de marzo: Las familias rotas que deja el conflicto
21 de marzo: Imbuidos del espíritu quijotesco
20 de marzo: La carta de mi estudiante
18 de marzo: Pensando en mi universidad
17 de marzo: Así intentaron silenciarme con porno ruso
15 de marzo: Golpea a los tuyos para que otros se asusten
14 de marzo: El domingo siempre es domingo
13 de marzo: Día 15. ¿Debe cerrar el Instituto Cervantes de Moscú?
12 de marzo: El papel de los hispanistas de Ucrania en la guerra con Rusia
11 de marzo: Mi encuentro en Leópolis con el periodista de La Voz de Galicia
10 de marzo: Nos hicimos refugiados
8 de marzo: Las últimas horas en la ciudad de san Nicolás
7 de marzo: Protegidos por san Nicolás
6 de marzo: La ciudad de san Nicolás
5 de marzo: Ucrania: dos referencias literarias
4 de marzo: Por qué ha fracasado la guerra relámpago
3 de marzo: Ucrania resiste y vive
2 de marzo: Mis peores temores
1 de marzo: El columpio de esperanzas y temores
28 de febrero: Tanques en Mykolaiv
27 de febrero: Rezad por Kiev
24 de febrero: «¡Feliz cumple, profesor!» (Sé que puede ser el último de mi vida)