Decidí releer los primeros textos de mi diario. En aquella época, que ahora parece tan lejana, yo trataba de discernir la cara de la guerra de Rusia contra Ucrania. Al cabo de 91 días de lucha del pueblo ucraniano por su vida y dignidad, veo que la mayoría de mis observaciones siguen siendo válidas. Al mismo tiempo, en algunos casos me he equivocado.
Es natural porque la guerra es un fenómeno tan complejo que siempre supera las capacidades cognitivas del individuo. Mis errores se deben a mi creencia en que la gente, que vive en el siglo XXI en un país cristiano que dispone de un sistema educativo abierto a todos y que se jacta de la cultura más refinada y humana del mundo, no puede caer en el abismo de inmoralidad.
En mis primeros textos no usaba conceptos como «exterminio», «masacre», «crimen militar» o «genocidio», porque no me imaginaba que los métodos de guerra de los rusos serían tan brutales y cínicos. Cada nuevo día trae evidencias de sus atrocidades sangrientas. En uno de mis textos confesé, movido por un presentimiento vago del horror, que mi temor principal era ser capturado por los ocupantes. En aquel momento yo no comprendía qué escribía. Ahora todos saben que la vida en la ocupación rusa es terrorismo y fascismo «normal».
En mis primeros textos yo también comentaba el tema de la ignorancia de Putin. Concretamente, tenía presente la ausencia completa de conocimiento sobre el pueblo ucraniano, su mayor enemigo. Sin embargo, sus otras ideas sobre el mundo actual resultaron mucho más viables que sus sugerencias erróneas y ridículas sobre Ucrania. Él esperaba que la Unión Europea no pudiera dejar de consumir su gas y petróleo y siguiera financiando su máquina militar y la guerra de exterminio en Ucrania. Creía que los europeos nunca verían a los ucranianos como seres humanos iguales a sí mismos. Siento reconocerlo, pero la realidad trágica de la guerra me hace concluir que él tenía razón: a pesar del amplio apoyo a los ucranianos por parte de los individuos y de las sociedades cívicas, algunos Estados miembros de la UE siguen actuando como amigos de Putin y no como aliados de Ucrania.
Y la tercera observación que tengo que precisar es mi opinión sobre la duración de la guerra. Escribí que obtendríamos la victoria, pero tendríamos que pagar un precio alto y la lucha sería larga. Ahora el Columpio del Diablo otra vez está cayendo en las profundidades de la desesperanza. Las armas prometidas (suena como la Tierra Prometida) nos están llegando lentamente, las reservas rusas, tanto humanas como técnicas, parecen inagotables. En las zonas ocupadas los invasores están construyendo sistemas de defensa. Los diplomáticos rusos, usando sus «argumentos válidos», están trabajando con los políticos occidentales para que estos últimos hagan a nuestro Gobierno reconciliarse con las pérdidas de los territorios ocupados. Temo que en estas condiciones la guerra nunca se acabe.
¡Qué escuela tan amarga es la guerra!
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25 de mayo Moisés
24 de mayo ¿Adiós Pushkin?
22 de mayo La tragedia de la Mariúpol artística
21 de mayo Iván Frankó, el divulgador de la literatura española en Ucrania
20 de mayo El genocidio en Ucrania
18 de mayo Carta de un soldado: «Me siento feliz en Mykolaiv»
17 de mayo «Stefania», el homenaje a la madres de Kalush Orchestra
16 de mayo Nostalgia
14 de mayo Los desastres de la guerra (versión siglo XXI)
13 de mayo Mi Galicia
12 de mayo Un congreso cultural pospuesto
11 de mayo El desfile de Putin y el esturión podrido
9 de mayo Gregorio Skovorodá
8 de mayo Regalos para la fiesta
7 de mayo La guerra patriótica de Ucrania
4 de mayo Ucrania celebrará el 8 de mayo el Día de la Victoria
3 de mayo Historia del día de la victoria
1 de mayo Anabel
30 abril La resurrección de Ucrania
29 de abril Otra vez sobre el Instituto Cervantes en Moscú
28 de abril Escaparse de la zona ocupada
27 de abril El «Guernica» de Picasso
26 de abril La resistencia al invasor, en los memes de la Pascua ortodoxa
24 de abril El Día del Libro
23 de abril La tragedia del sur de Ucrania
22 de abril El Jueves Limpio
21 de abril Una parábola sobre las burbujas
20 de abril El Martes Grande en Ucrania
19 de abril La Pascua de Resurrección y el Domingo de Palma en Leópolis
18 de abril Las noticias de Mykolaiv
15 de abril Las diosas enfurecidas
13 de abril Hobbit y Gandalf
12 de abril La primavera
11 de abril La batalla por el «borsch»
10 abril Mi facultad en la guerra
9 de abril Folclore de la guerra
8 de abril El escándalo de una traducción
7 de abril ¿Qué es la rusofobia?
6 de abril Sigo recibiendo cartas
5 de abril El genocidio y la cultura rusa
4 de abril El destino de una familia hispano-ucraniana
3 de abril: Esperando la ofensiva rusa sobre el Dombás
2 de abril: Proyección interrumpida de películas
1 de abril: Oda al teléfono celular
31 de marzo: Llorad y rezad por Petro
30 de marzo: Cómo derrotar al enemigo muy rápido y con pocas bajas
29 de marzo: El 28 de marzo
28 de marzo: ¿Podemos repetir?
27 de marzo: Un primer balance de los 30 días de la invasión rusa
26 de marzo: Humor en la guerra
25 de marzo: Educación sentimental
24 de marzo: Una pregunta maldita
23 de marzo: Nuevos bombardeos en la ciudad de san Nicolás
22 de marzo: Las familias rotas que deja el conflicto
21 de marzo: Imbuidos del espíritu quijotesco
20 de marzo: La carta de mi estudiante
18 de marzo: Pensando en mi universidad
17 de marzo: Así intentaron silenciarme con porno ruso
15 de marzo: Golpea a los tuyos para que otros se asusten
14 de marzo: El domingo siempre es domingo
13 de marzo: Día 15. ¿Debe cerrar el Instituto Cervantes de Moscú?
12 de marzo: El papel de los hispanistas de Ucrania en la guerra con Rusia
11 de marzo: Mi encuentro en Leópolis con el periodista de La Voz de Galicia
10 de marzo: Nos hicimos refugiados
8 de marzo: Las últimas horas en la ciudad de san Nicolás
7 de marzo: Protegidos por san Nicolás
6 de marzo: La ciudad de san Nicolás
5 de marzo: Ucrania: dos referencias literarias
4 de marzo: Por qué ha fracasado la guerra relámpago
3 de marzo: Ucrania resiste y vive
2 de marzo: Mis peores temores
1 de marzo: El columpio de esperanzas y temores
28 de febrero: Tanques en Mykolaiv
27 de febrero: Rezad por Kiev
24 de febrero: «¡Feliz cumple, profesor!» (Sé que puede ser el último de mi vida)