Quiero llamar la atención de mis lectores sobre lo que me han contado mis colegas profesoras que ahora están en Europa como refugiadas. Ellas son graduadas de facultades de filología extranjera y dominan idiomas. Sin duda alguna, es un lujo. Otro lujo es el hecho de que muchas de ellas ya antes de la guerra habían tenido contactos personales y profesionales y estaban seguras de que en los sitios a donde viajaban a ellas las esperaban amigos. Puedo suponer que la primera etapa de integración en el nuevo mundo les costó menos que a otras mujeres que salían de Ucrania sin poder explicarse y sin tener idea de la vida cotidiana y de la burocracia migratoria europea. Ninguna de mis colegas se ha quejado de que sus niños han enfrentado problemas en la escuela. Ellas siguen dando clases a distancia en sus universidades y clases privadas a sus alumnos en Ucrania y en todo el mundo y de esta manera pueden ganar más dinero para vivir. Prácticamente todas están ayudando a otros ucranianos refugiados a aprender lenguas, a traducir papeles, a crear escuelas y están participando en acciones de apoyo a Ucrania, aparecen en los medios, difunden la información sobre la guerra. En pocas palabras, más o menos están manteniendo su rutina habitual.
Su dolor principal son sus familias en Ucrania. Sus maridos e hijos adultos o están en el Ejército o se ocupan de otras cosas sin poder salir del país. Sus padres, si no se han refugiado con ellas, son la razón aguda y permanente de sus preocupaciones. Es horrible ser consciente de que tus prójimos se esconden en sótanos en tu ciudad severamente bombardeada o que pueden ser capturados cada minuto por los invasores. Las decisiones tomadas por el Ministerio de Educación de Ucrania y las autoridades de las universidades también provocan complicaciones: el inicio del año académico se aproxima y muchos rectores y directores de colegios exigen que los profesores refugiados regresen a sus ciudades antes del 1 de septiembre. Si mis colegas no lo hacen, perderán el trabajo o les suspenderán sus contratos. En la traducción a la lengua normal esto significa que ellas no serán despedidas de sus universidades, pero no podrán dar clases y obtener un sueldo. Mientras tanto, la vida en las ciudades ucranianas es peligrosa y es imposible regresar a casa con niños. Los maridos, que están ahora en Ucrania, insisten en que sus mujeres no vuelvan. Como resultado, mis colegas se enfrentan a un dilema casi hamletiano.
En comparación con otras ucranianas refugiadas al extranjero para salvar sus vidas y, sobre todo, las vidas de sus hijos, la situación de las profesoras de filología puede parecer un poco más privilegiada. Sin embargo, puedo estar equivocado. Aprovecho la oportunidad de poder publicar mis textos en La Voz de Galicia para dirigirme a la gente universitaria con la idea de crear un archivo de testimonios de las refugiadas ucranianas en España para tener un cuadro más completo de sus experiencias.
Anteriores entregas
5 de agosto La Pasionaria del equipo Shakespeare
4 de agosto La Casa de los Oficiales de la Marina
2 de agosto Sobre el hombre inútil
31 de julio ¡Viva la universidad de Cádiz!
29 de julio Las historias de los muñecos
27 de julio El Renacimiento fusilado
26 de julio Ligero de equipaje
25 de julio El festival de cine en los sótanos
24 de julio Los efectos de la guerra en el medio ambiente
22 de julio Salvando al soldado gato
21 de julio La boa y el elefante
19 de julio ¿Será Ucrania una nueva Atlántida?
17 de julio Historia de Ucrania en cuatro mapas
16 de julio El terror aéreo
14 de julio Masyanya. Episodio 162
13 de julio Natalena Koroleva, la escritora ucraniana española
12 de julio «Ukraïner» en español
10 de julio David y Goliat
7 de julio ¿Por qué Mariúpol ha sufrido tanto?
6 de julio Conversación bajo la tormenta bíblica
5 de julio Iya kiva
4 de julio Saludos desde el sur de Ucrania
3 de julio Esqueletos en el armario
2 de julio ¿Adónde hemos llegado?
1 de julio Santa Teresa de Ávila y la cultura ucraniana
30 de junio El desfile de las orquestas bajo el sonido de las alertas aéreas
28 de junio El doctor Jekyll se quita la máscara
27 de junio Triste final de curso universitario en este 2022
26 de junio Ucrania renovará Europa
23 de junio La noche antes del examen
22 de junio El regreso a Europa
21 de junio El genocidio no es un pretexto informativo
20 de junio Cuando el helecho florece
18 de junio No es fácil hablar sobre la guerra
17 de junio Los dibujos animados contra la guerra
16 de junio Mirando vídeos de mis estudiantes
15 de junio El vals de la despedida
12 de junio Ucrania en la revista TTAK
10 de junio Los girasoles, el símbolo de Ucrania
9 de junio ¿Es Ucrania nacionalista?
7 de junio Guerra, ¿cómo te llamas?
5 de junio Pushkin ha vuelto
4 de junio Escuchen las voces de Ucrania
3 de junio El verano de nuestra victoria
2 de junio El arte de pasar el sábado en Mykolaiv
31 de mayo ¿Es Rusia fascista?
30 de mayo Sobre los asuntos eclesiásticos
29 de mayo Lesya Ukrainka
27 de mayo La guerra y el tiempo
26 de mayo Releyendo mi diario
25 de mayo Moisés
24 de mayo ¿Adiós Pushkin?
22 de mayo La tragedia de la Mariúpol artística
21 de mayo Iván Frankó, el divulgador de la literatura española en Ucrania
20 de mayo El genocidio en Ucrania
18 de mayo Carta de un soldado: «Me siento feliz en Mykolaiv»
17 de mayo «Stefania», el homenaje a la madres de Kalush Orchestra
16 de mayo Nostalgia
14 de mayo Los desastres de la guerra (versión siglo XXI)
13 de mayo Mi Galicia
12 de mayo Un congreso cultural pospuesto
11 de mayo El desfile de Putin y el esturión podrido
9 de mayo Gregorio Skovorodá
8 de mayo Regalos para la fiesta
7 de mayo La guerra patriótica de Ucrania
4 de mayo Ucrania celebrará el 8 de mayo el Día de la Victoria
3 de mayo Historia del día de la victoria
1 de mayo Anabel
30 abril La resurrección de Ucrania
29 de abril Otra vez sobre el Instituto Cervantes en Moscú
28 de abril Escaparse de la zona ocupada
27 de abril El «Guernica» de Picasso
26 de abril La resistencia al invasor, en los memes de la Pascua ortodoxa
24 de abril El Día del Libro
23 de abril La tragedia del sur de Ucrania
22 de abril El Jueves Limpio
21 de abril Una parábola sobre las burbujas
20 de abril El Martes Grande en Ucrania
19 de abril La Pascua de Resurrección y el Domingo de Palma en Leópolis
18 de abril Las noticias de Mykolaiv
15 de abril Las diosas enfurecidas
13 de abril Hobbit y Gandalf
12 de abril La primavera
11 de abril La batalla por el «borsch»
10 abril Mi facultad en la guerra
9 de abril Folclore de la guerra
8 de abril El escándalo de una traducción
7 de abril ¿Qué es la rusofobia?
6 de abril Sigo recibiendo cartas
5 de abril El genocidio y la cultura rusa
4 de abril El destino de una familia hispano-ucraniana
3 de abril: Esperando la ofensiva rusa sobre el Dombás
2 de abril: Proyección interrumpida de películas
1 de abril: Oda al teléfono celular
31 de marzo: Llorad y rezad por Petro
30 de marzo: Cómo derrotar al enemigo muy rápido y con pocas bajas
29 de marzo: El 28 de marzo
28 de marzo: ¿Podemos repetir?
27 de marzo: Un primer balance de los 30 días de la invasión rusa
26 de marzo: Humor en la guerra
25 de marzo: Educación sentimental
24 de marzo: Una pregunta maldita
23 de marzo: Nuevos bombardeos en la ciudad de san Nicolás
22 de marzo: Las familias rotas que deja el conflicto
21 de marzo: Imbuidos del espíritu quijotesco
20 de marzo: La carta de mi estudiante
18 de marzo: Pensando en mi universidad
17 de marzo: Así intentaron silenciarme con porno ruso
15 de marzo: Golpea a los tuyos para que otros se asusten
14 de marzo: El domingo siempre es domingo
13 de marzo: Día 15. ¿Debe cerrar el Instituto Cervantes de Moscú?
12 de marzo: El papel de los hispanistas de Ucrania en la guerra con Rusia
11 de marzo: Mi encuentro en Leópolis con el periodista de La Voz de Galicia
10 de marzo: Nos hicimos refugiados
8 de marzo: Las últimas horas en la ciudad de san Nicolás
7 de marzo: Protegidos por san Nicolás
6 de marzo: La ciudad de san Nicolás
5 de marzo: Ucrania: dos referencias literarias
4 de marzo: Por qué ha fracasado la guerra relámpago
3 de marzo: Ucrania resiste y vive
2 de marzo: Mis peores temores
1 de marzo: El columpio de esperanzas y temores
28 de febrero: Tanques en Mykolaiv
27 de febrero: Rezad por Kiev
24 de febrero: «¡Feliz cumple, profesor!» (Sé que puede ser el último de mi vida)