Brasil acude a las urnas en medio de una polarización extrema de su política

Héctor Estepa
Héctor Estepa RÍO DE JANEIRO / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Partidarios del actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, este sábado, durante una oración organizada por los pastores evangélicos para pedir la reelección del candidato ultraconservador
Partidarios del actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, este sábado, durante una oración organizada por los pastores evangélicos para pedir la reelección del candidato ultraconservador UESLEI MARCELINO | REUTERS

El izquierdista Lula da Silva roza el 50 % en los sondeos en intención de voto y podría hacerse este domingo con la presidencia sin ir a la segunda vuelta

02 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Decenas de trabajadores de las diferentes campañas de los políticos brasileños acuden cada fin de semana a la playa de Copacabana en estos días de elecciones. Se apostan en lugares estratégicos, portando banderas con los colores de cada partido y ofreciendo propaganda electoral al viandante. Quienes apoyan al presidente ultraderechista, Jair Bolsonaro, y al exmandatario izquierdista, Lula Da Silva, los dos principales contendientes a liderar el país, hacen campaña a escasos metros de distancia.

Ese microcosmos pacífico es solo un espejismo en buena parte de Brasil. Incluso, también en Copacabana. A apenas cuatro calles del paseo marítimo, dos personas comienzan a discutir, después de que una de ellas gritase «Lula» a la cara a la otra, que estaba repartiendo propaganda de Bolsonaro a la entrada de una parada de metro.

La polarización en el gigante brasileño ha dividido incluso a amistades y familias, generando violencia política. Eso ha provocado que el 67,5 % de los brasileños teman ser agredidos por sus posiciones ideológicas, según un sondeo reciente. El 40 % temen que haya incidentes en las elecciones de este domingo e incluso el 9 % dijeron que no irían a votar debido a esa causa. 

Violencia política

La violencia política se ha plasmado recientemente en homicidios. En julio y a principios de septiembre, dos seguidores de Lula fueron asesinados por defensores de Bolsonaro tras discutir de política. Hace apenas unos días, resultó también muerto un seguidor del presidente a manos de un votante de Lula.

Esa polarización ha acabado con las opciones del centro político. El progresista Ciro Gomes y la conservadora moderada, Simone Tebet, aspirantes de la «tercera vía», no superan el 7 % de apoyos, cada uno, en los sondeos.

Lula lidera todas las encuestas de intención de voto con pulso firme. El exmandatario izquierdista contaría con el 50 % de los votos útiles, según el sondeo publicado el viernes por la firma Datafolha, suficientes para finiquitar los comicios este mismo domingo. Dependerá de la participación, en un país donde el voto es obligatorio menos para los electores de entre 16 y 18 años, segmento en el que Lula domina con claridad.

Bolsonaro tiene 14 puntos menos, alcanzando el 36 % de posibles apoyos. El presidente está llamando al voto para pasar a segunda vuelta y poder disputar entonces a Lula la elección, contando con poder sumar la mayor cantidad de sufragios de Gomes y Tebet, y apelando al votante que rechaza al Partido de los Trabajadores del expresidente, pero que también es reacio a votar por el ahora mandatario ultraderechista.

Lo tendrá, aún así, difícil. El 51 % de los electores aseguran que nunca votarán por Bolsonaro, mientras el índice de rechazo de Lula es también considerable, pero menor, del 38 %. Esos registros negativos son también indicadores de la polarización entre dos formas diferentes de entender Brasil. 

Dos focos de polarización

Los dos grandes focos polarizadores del gigante sudamericano son el Partido de los Trabajadores de Lula, rechazado por buena parte de los electores por los casos de corrupción surgidos en su seno durante los Gobiernos del mandatario izquierdista y de Dilma Roussef; y Bolsonaro, visto como un líder autoritario por buena parte de la población.

El expresidente progresista, conocido como un buen estratega, ha logrado en estas elecciones situar al líder ultraderechista como el elemento principal de polarización. Lo ha hecho aliándose con decenas de políticos de centro e incluso de centroderecha, planteando los comicios como un plebiscito entre democracia, representada por él, y autoritarismo, representado por Bolsonaro.

Haciéndolo, ha logrado hacerse con parte de los votos de aquellas personas que rechazan la corrupción de su partido, pero aún más al líder ultraderechista, que acusa a las empresas encuestadoras de mentir y ha llegado a afirmar, hace apenas dos semanas, que si no gana «por el 60 % [de los votos] es porque hay algo raro», alentando el fantasma de un fraude electoral, tras criticar durante años el sistema electrónico de votación, elevando la temperatura de un clima político ya de por sí muy caliente.