Lula se impone a Bolsonaro por la mínima y gobernará un Brasil muy dividido

Héctor Estepa
Hector Estepa RÍO DE JANEIRO / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

El último domingo de octubre, Lula da Silva ganaba las elecciones presidenciales de Brasil por un estrechísimo margen de dos millones de votos sobre Jair Bolsonaro. El país eligía entre dos modelos antagónicos en unos comicios que tuvieron un recuento de infarto. Lula se impuso con el 50,9 % de los votos frente al 49,1 % que registró su oponente
El último domingo de octubre, Lula da Silva ganaba las elecciones presidenciales de Brasil por un estrechísimo margen de dos millones de votos sobre Jair Bolsonaro. El país eligía entre dos modelos antagónicos en unos comicios que tuvieron un recuento de infarto. Lula se impuso con el 50,9 % de los votos frente al 49,1 % que registró su oponente MARIANA GREIF | REUTERS

El ultraderechista guarda silencio, tras el triunfo del candidato izquierdista por algo más de un punto de ventaja: «No es una victoria mía. Es una victoria de todas las mujeres y hombres que aman la democracia».

31 oct 2022 . Actualizado a las 11:52 h.

Lula da Silva ganó este domingo las elecciones presidenciales de Brasil por un estrechísimo margen de dos millones de votos sobre Jair Bolsonaro, que guarda silencio sin reconocer aún su derrota. El ultraderechista deberá dejará el poder tras cuatro años en la presidencia, trayectoria idéntica a la de su mayor aliado político internacional, el exlíder estadounidense, Donald Trump. La incógnita es si también en la derrota seguirá el mismo camino.

Brasil eligía entre dos modelos antagónicos en unas elecciones que tuvieron un recuento de infarto. Lula se impuso con el 50,9 % de los votos frente al 49,1 % que registró Bolsonaro, que lideró el escrutinio hasta bien entrada la noche, cuando comenzaron a contabilizarse los sufragios de las regiones del nordeste, el mayor caladero de votos del progresista.

El llamado efecto virada ha dejado remontadas como las que tuvieron lugar en el 2014, cuando la izquierdista Dilma Rousseff dio la vuelta in extremis en los comicios que le enfrentaron a Aecio Neves.

Lo ajustado del recuento se notaba en la calle. La usual agitación de un domingo en Río de Janeiro mudó a las seis de la tarde en un gran silencio, mientras los ciudadanos se mantenían atentos a los televisores de casas particulares y bares. La calma se rompió cerca de las siete de la tarde, cuando Lula le dio la vuelta al recuento.

«Estoy aquí para gobernar Brasil en una situación muy difícil, pero sé que con la ayuda de Dios y del pueblo vamos a encontrar una solución y conseguir la paz entre familias que difieren», señaló el presidente electo en su discurso de victoria.

El líder izquierdista planteó las elecciones como una batalla entre la democracia, que dijo encarnar, y el autoritarismo del que acusa a Bolsonaro, consiguiendo el apoyo de importantes líderes de centro y centro derecha, como el próximo vicepresidente, Geraldo Alckmin, que llegó a ser en el 2006 su máximo rival en las urnas.

«Esta es una victoria de un movimiento democrático que se formó por encima de los partidos políticos, de los intereses personales, de las ideologías para que la democracia saliese vencedora», abundó el político izquierdista.

Lula ha acabado recabando el apoyo de parte importante de los votantes de centro, a pesar del recelo con el que muchos miran todavía a su Partido de los Trabajadores, tras los escándalos de corrupción surgidos en la formación.

El presidente electo de Brasil pasó más de 500 días en prisión, tras ser encarcelado en el 2018 por corrupción pasiva y lavado de dinero, fallos dictaminados por el exjuez del caso Lava Jato, Sergio Moro, después ministro de Justicia de Bolsonaro, que fueron anulados en el 2019 por el Supremo Tribunal Federal por irregularidades procesales.

Incertidumbre

La tensión es alta en Brasil, porque Bolsonaro lleva años poniendo en duda el sistema electrónico de votación que opera en Brasil desde mediados de los noventa, y no se descartaba que hubiera algún tipo de disturbios tras la victoria de Lula por la mínima

Se esperaba, por ende, el discurso del ya presidente saliente ultraderechista en la noche electoral, pero este no se produjo. Los asesores del mandatario habían filtrado a la prensa brasileña que Bolsonaro declinaba, en ese momento, hacer declaraciones, y continuaba reunido en la capital del país con su equipo de campaña.

En juego estaban dos modelos de Gobierno antagónicos. Bolsonaro y su ministro Paulo Guedes apuestan por una economía en la que el Estado tenga menos presencia, privatizando empresas públicas como los gigantes Eletrobras y Petrobras. Lula apuesta por más Estado para combatir la pobreza y las desigualdades sociales, así como por una mayor defensa del medio ambiente, pero durante la campaña luchó por superar el rechazo que causa todavía entre millones de electores por los escándalos de corrupción acaecidos en el pasado en su partido. 

La victoria en las urnas de Lula supone que la izquierda gobernará a partir de enero las seis principales economías de América Latina y al 85 % de los ciudadanos de la región. Tan solo Ecuador, Uruguay y Paraguay continuarán teniendo Gobiernos de centroderecha o derecha en toda Sudamérica, aunque el ciclo de victorias progresistas podría romperse en el 2023, porque la oposición macrista domina con holgura todas las encuestas de intención de voto en Argentina frente al oficialismo de base peronista.

La victoria de quienes «aman la democracia»

El presidente electo de Brasil se dirigió este domingo a una multitud que se congregó en São Paulo y aseguró que su victoria es «de todas las mujeres y los hombres que aman la democracia y quieren libertad». Lula se dio un baño de masas en la avenida Paulista, donde le esperaban miles de personas. «No es una victoria mía o del PT (Partido de los Trabajadores). Es una victoria de todas las mujeres y los hombres que aman la democracia, que quieren libertad, que quieren cultura, educación, fraternidad e igualdad», declaró Lula, quien subrayó que Brasil ha derrotado en las urnas «al fascismo y al autoritarismo».

También dijo que está «preocupado», porque «a partir de mañana» -este lunes- deberá comenzar a definir «cómo se arreglará este país», después de cuatro años de Gobierno de la ultraderecha que encabeza Jair Bolsonaro. «Todavía no sabemos si el actual presidente va a facilitar la transición», declaró en aparente alusión al silencio de Bolsonaro, que casi cuatro horas después de la proclamación del resultado aún no había reconocido su derrota ni hecho declaración alguna.

El presidente electo, de 77 años, reconoció que «esta fue una campaña muy difícil», porque enfrentó a «la democracia contra la barbarie» y, ya casi sin voz, insistió en que quienes le apoyaron le «ayudaron a derrotar a la fábrica de mentiras» de Bolsonaro, que fue acusado decenas de veces de divulgar falsa información.

Lula recordó que esta ha sido su sexta candidatura presidencial, pero señaló que «jamás» enfrentó «una batalla tan difícil» contra lo que definió como «fascismo» e «industria de mentiras», en clara alusión al líder de la ultraderecha. «Fui elegido para gobernar para 215 millones de brasileños y voy a gobernar para todos», pero «serán los más necesitados los que van a estar en el centro de las políticas del Gobierno», declaró Lula, quien asumirá el poder el próximo 1 de enero.

También recordó las acusaciones de corrupción que le llevaron a pasar 580 días en la cárcel, tras unos juicios luego anulados por la Corte Suprema. «Casi fui enterrado vivo en este país» y por eso ahora «considero este momento casi como una resurrección», declaró Lula, quien ya gobernó entre el 2003 y el 2010 y este domingo se convirtió en el primer brasileño elegido tres veces por la vía democrática.

El histórico reto de unir Brasil

La victoria electoral de Luiz Inácio Lula da Silva (PT) ha puesto fin a una campaña electoral de más de dos meses, marcada por la crispación ante un panorama social y político que presenta una polarización sin precedentes. 

Esta cita en las urnas se había presentado como histórica, puesto que se enfrentaban dos proyectos políticos contrapuestos para un Brasil que trata de lidiar con un panorama económico muy complicado tras los estragos de la pandemia, que registra índices record de inflación, desempleo, desigualdad y hambre.

La primera vuelta de estos comicios, celebrada el pasado domingo 2 de octubre, pronosticó la victoria de Lula da Silva con un 48,43 % de los apoyos y una distancia de más de cinco puntos porcentuales respecto al entonces presidente en funciones. Sin embargo, varias encuestas publicadas en las semanas posteriores, alimentaron el optimismo en las filas de Bolsonaro, que ha resultado ser el primer mandatario brasileño que no consigue ser reelegido.

Después de que prácticamente todas las encuestadoras subestimaran los apoyos al exmilitar en la primera vuelta, la victoria de Lula da Silva no parecía estar garantizada en la segunda, por lo que las últimas semanas han sido escenario de una dura confrontación entre los dos candidatos.

Bolsonaro ha tratado de asociar al Partido de los Trabajadores con la corrupción, puesto que Lula da Silva llegó a pasar en la cárcel un total de 580 días por delitos de esta naturaleza, condenado por el juez Sergio Moro, quien después fue ministro de Bolsonaro. 

En cambio, Lula da Silva ha apostado por la recuperación económica junto a medidas sociales y ha abanderado los grandes avances que se produjeron en esta materia durante sus gobiernos comprendidos entre el 2003 y 2010. El representante del PT se ha convertido en el primer mandatario brasileño en enfrentar un tercer mandato, gracias al apoyo recibido en las urnas, en las elecciones con mayor participación de la historia del país.

Sin embargo, no por ello ha sido una jornada tranquila. Durante este domingo el Tribunal Superior Electoral ha tenido que pronunciarse ante el peligro de que el derecho a votación estuviese siendo vulnerado después de que la Policía Federal de Tráfico, dirigida por un bolsonarista declarado, haya realizado más de 500 intervenciones a vehículos que trasladaban a votantes en zonas consideradas favorables al candidato de izquierda.

Esto ha supuesto un incumplimiento de la orden expresa emitida por el presidente del mismo Tribunal, Alexandre de Moares, que había prohibido cualquier acción de este tipo «para no entorpecer la votación». Observadores electorales han mostrado gran preocupación por estos acontecimientos y el propio ministro de Justicia ha trasladado su perplejidad por estos hechos, sin embargo el Tribunal Electoral le ha restado importancia y se ha negado a extender el horario de votación.

La noticia de la victoria de Lula ha desencadenado las felicitaciones de decenas de líderes internacionales que han celebrado la nueva conquista de la izquierda en el continente americano. Los presidentes de Argentina, México, Colombia, Chile, Uruguay, Estados Unidos, Canadá, España y Francia, así como el Alto Representante de Exteriores de la Unión Europea, se han apresurado ha «brindar» por el triunfo de Lula.

El silencio de Bolsonaro

Por el contrario, Jair Bolsonaro ha permanecido callado y no ha hecho ninguna publicación, tampoco sus allegados, lo que ha vuelto a hacer saltar las alarmas sobre la posibilidad de que trate de deslegitimar los resultados y movilizar a sus afines contra el presidente electo. Ciudadanos anónimos que apoyaban a Bolsonaro han afirmado estar de luto en sus redes sociales y han difundido un crespón con la bandera del país.

Los ciudadanos brasileños también han elegido a los representantes de 12 estados, entre los que destaca Sao Paulo, donde Tarcísio de Freitas, aliado de Bolsonaro se ha impuesto al Partido de los Trabajadores. Sin embargo este si ha reconocido la expresión de las urnas y ha manifestado para que puedan llevar las políticas públicas al estado «será fundamental el alineamiento y entendimiento con el gobierno federal».

Otros políticos afines a Bolsonaro también han reconocido el sentido de la votación, como el presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira o el gobernador Ibaneis Rocha (MDB). Aunque, el diputado federal brasileño Sargento Conçalves se ha referido a Lula da Silva y al Partido de los Trabajadores como «el diablo» en una oración retransmitida en directo en una red social.

Aunque, independientemente de cual termine siendo la reacción de Bolsonaro, está claro que Lula da Silva va a tener que enfrentarse a un Congreso marcadamente conservador en el que el Partido Liberal cuenta con la bancada más numerosa, de 96 escaños. En el Senado, el vencedor de los comicios presidenciales encontrará un escenario parecido ya que la formación de Bolsonaro cuenta con 14 de 81 asientos.

Sin embargo, cabe esperar que las hostilidades escapen de las instituciones y trasciendan al plano social, puesto que casi la mitad de los brasileños habían apostado por la continuidad de Jair Bolsonaro. Por ello, parece que el principal reto de Lula da Silva será desarrollar políticas efectivas que amainen el clima de polarización y le hagan sumar reconocimiento ciudadano. 

El izquierdista se impuso con claridad entre los residentes en España

Lula da Silva se impuso entre los votantes brasileños residentes en España, con un porcentaje del 64,6 %, frente al 35 % recogido por Bolsonaro. De los 90.535 brasileños empadronados, unos 31.000 estaban llamados a votar repartidos en dos jurisdicciones: Madrid, con 20.000 electores, y Barcelona, con 11.000. En Madrid, la cónsul general de Brasil, Gisela Padovan, reconoció que la jornada fue mucho más tranquila que la primera vuelta del día 2 de octubre, cuando les sorprendió la gran afluencia de votantes.

La polarización que vive el país se vivió también entre los brasileños que se acercan a votar en Madrid. João Marcos Antonio, votó por Bolsonaro «porque es lo mejor que hay en Brasil. No voy a votar a un ladrón y un condenado por robar», declaró a Efe.

Sin embargo, María do Santos, con 17 años de estancia en España, se decanta por Lula porque cree que «lo que está en juego no es izquierda o derecha, lo que está en juego es el mantenimiento del Estado democrático y de derecho».