El silencio de Bolsonaro agrava la tensión y provoca disturbios que bloquean veinte Estados en Brasil
INTERNACIONAL
El Supremo ordena a la Policía y el Ejército disolver las protestas de los camioneros por el triunfo de Lula e inicia las primeras investigaciones por posible pasividad policial
01 nov 2022 . Actualizado a las 20:38 h.La tensión continúa en ascenso en Brasil tras las elecciones presidenciales del domingo que dieron la victoria al candidato de izquierda Lula da Silva. Al ominoso silencio de Jair Bolsonaro, que no ha hecho declaración alguna de su derrota, se suman los bloqueos de carreteras por parte de grupos de camioneros afines al líder ultraderechista. La multiplicación de protestas, causante incluso de roces con la vecina Paraguay, ha enfurecido al Tribunal Superior Electoral, que ha ordenado a la Policía y el Ejército levantar las barricadas y dejar libres las carreteras. El temor a un desabastecimiento en las gasolineras crece entre la población mientras una veintena de los veintisiete Estados del país han visto colapsadas algunas de sus principales vías de comunicación. Los transportistas consideran que el triunfo de Lula es un fraude, en sintonía con el mantra difundido por el propio presidente saliente durante la campaña electoral, en el sentido de que una derrota suya solo sería posible mediante una manipulación.
Algunos observadores empiezan a creer que el prolongado silencio de Bolsonaro tiene como fin caldear el ambiente, además de generar temor e incertidumbre sobre el futuro inmediato de Brasil. Nadie sabe si las horas que pasa encerrado en su residencia, donde ha recibido a un reducido grupo de ministros desde la noche del domingo, las emplea para buscar con sus asesores el más mínimo argumento con el que sostener una denuncia de fraude. El problema es que hasta sus cancilleres van reconociendo poco a poco la derrota. Solo su hijo Flavio hizo este lunes un tímido llamamiento al arrebato al pedir a los votantes de su padre que «levanten» la cabeza.
La conducta del jefe de Gobierno saliente no está muy lejos de la de su admirado Donald Trump. La diferencia estriba en que el expresidente de EE.UU. salió desde el minuto uno a denunciar un falso fraude electoral y encolerizar a sus simpatizantes, mientras el dirigente latinoamericano ha optado por dejar que la bola ruede sola. Dos horas después de confirmarse su caída en las urnas por menos de dos millones de votos de diferencia sobre Lula, el palacio gubernamental apagó las luces y desde entonces su principal inquilino ni ha hablado ni ha sido visto.
Es la primera vez en la historia de unos comicios en Brasil que el candidato perdedor no realiza unas declaraciones oficiales, más tratándose del jefe de Gobierno. También la situación política de Brasil guarda cierto parecido con la de EE.UU. en equilibrios de poder, aunque en el caso latinoamericano más agudizados. El nuevo mandatario se enfrenta a unos Estados que en su mayoría estarán en manos de la derecha. Los liberales de Bolsonaro tienen también más escaños (99) que el Partido de los Trabajadores (80) en la Cámara de los Diputados y lo mismo sucede en el Senado: 14 asientos bolsonaristas frente a 9 de la formación de Lula.
Comienza la transición
En el equipo del Partido de los Trabajadores dan prácticamente por sentado que Bolsonaro no escenificará el traspaso de poderes cuando su jefe de filas asuma la presidencia el próximo 1 de enero. Lo mismo hizo Trump, que dejó solo a Joe Biden en su jura como nuevo inquilino de la Casa Blanca. De hecho, los servicios secretos tuvieron que desactivar el maletín nuclear e irse a su mansión a buscarlo, puesto que el republicano ni siquiera hizo entrega de él para ponerlo en manos de Biden.
Queda por ver ahora cuántos apoyos tiene Bolsonaro y si en eso también copia a Donald Trump, que mantiene un nada desdeñable poder entre los republicanos. De hecho, entre los candidatos de este partido que concurren a las elecciones intermedias del próximo día 8 en EE.UU. destacan quienes todavía creen que Trump fue víctima de una trampa en las urnas.
Varios ministros y altos cargos brasileños ya han reconocido la victoria de Lula. El portavoz del nuevo mandatario, Edinho Silva, ha declarado esta mañana que su equipo ha iniciado las conversaciones con el ministro de la Casa Civil, Ciro Nogueira, para la transición gubernamental. Silva ha explicado que el ministro «se ha mostrado dispuesto a liderar» este proceso y ha destacado su actitud «republicana y democrática». «Creemos que el diálogo prosperará y que podemos iniciar la transición en los próximos días. Una transición pacífica, madura y adulta, sobre todo porque las elecciones terminaron y lo que está en juego hoy es Brasil y los intereses de la población brasileña», ha subrayado el portavoz izquierdista, antes de pedir que los incidentes en las carreteras no afecten al diálogo. Silva ha añadido que los bloqueos de los camioneros surgen de los sectores más radicales del bolsonarismo, mientras que «el sentimiento mayoritario, incluidos los partidos y líderes que integran el Gobierno de Bolsonaro, nos envía señales de construcción de diálogo».
Donde no parecen haber encontrado eco las palabras del nuevo portavoz es en la frontera con Paraguay. Un conductor atrapado en un bloqueo ha salido de su coche y realizado varios disparos al aire. Decenas de camioneros y automovilistas han salido a la carrera o se han escondido debajo de sus vehículos en medio de escenas de pánico que han finalizado cuando la Policía Nacional paraguaya ha detenido al tirador, un abogado que confesó que su intención no era herir a nadie.
Miles de brasileños acuden en masa desde anoche a las gasolineras, sobre todo en las áreas fronterizas y en las circunvalaciones de las grandes capitales, ante el miedo a quedarse sin suministro en caso de que los transportistas mantengan las protestas. Son 20 Estados los que registran este martes casi trescientos bloqueos, ante los cuales ha tomado cartas el presidente del Supremo Tribunal Electoral. Alexandre de Moraes ha ordenado el «despeje inmediato de las vías» ocupadas «ilícitamente» bajo pena de sanción de 100.000 reales (unos 20.000 euros) por cada hora de bloqueo que se produzca a partir de esta próxima medianoche.
Moraes ya advirtió a Bolsonaro en los días finales de la campaña que dejara de sembrar dudas sobre la posible ilegalidad de los comicios. Desde ayer su tarea es supervisar que no se descontrole el escenario poselectoral. Entre otros objetivos, su departamento trata de evitar la infiltración de cargos y miembros del bolsonarismo en instituciones y cuerpos de seguridad que puedan alterar la vida política y social de Brasil. En un ejemplo claro de los objetivos del movimiento ultraderechista, esta pasada madrugada cientos de personas protagonizaron una protesta en la capital para pedir la intervención del Ejército contra la llegada de Lula al palacio presidencial.
El magistrado ha cargado contra la Policía Federal de Carreteras al entender que «no ha cumplido con su tarea constitucional y legal» y no se descarta que su director, Silvinei Vasques, termine destituido. También se ha puesto en contacto con el ministro de Justicia saliente, Anderson Torres, para que conmine a la Fiscalía General y a los comandantes de la Policía Militar en los 27 Estados del país a que tomen «las medidas pertinentes» para sofocar las protestas. Torres ha asegurado a través de las redes sociales que «minuto a minuto» se vigila el curso de los bloqueos y que ha ordenado reforzar los efectivos policiales. La Fiscalía, por su parte, recaba información sobre cada despliegue de seguridad para «investigar la posible facilitación» de los policías a las movilizaciones de los transportistas.