Ron DeSantis, el llamado a ser el futuro de la derecha estadounidense

Miguel Palacio Wert NUEVA YORK / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

MARCO BELLO | REUTERS

Trump, que hace unos años fue su aliado, ha pasado al ataque al verlo como un posible rival en las primarias republicanas

20 nov 2022 . Actualizado a las 13:26 h.

Mickey Mouse tiene pocos enemigos jurados en el mundo y Ron DeSantis es uno de ellos. En marzo del 2022, el estado de Florida aprobó la ley HB1557 (conocida como la ley Don't say gay), que prohíbe «alentar la discusión sobre orientación sexual o la identidad de género» en los colegios públicos. La normativa despertó la furia del colectivo y las organizaciones LGTBI. Disney, una de las empresas que más gente emplea en el estado y defensora abierta de los derechos LGTBI se mantuvo al margen. Pero, al cabo de unas semanas, tras recibir las críticas del colectivo y varias acciones de protesta de sus empleados, Bob Chapek, director ejecutivo de la compañía se pronunció: Disney dejaría de hacer donaciones al Partido Republicano. Ron DeSantis se frotó las manos. «Las empresas que han hecho fortunas gracias a las familias, deberían entender que los padres no quieren “eso” en las aulas de sus niños», dijo en Fox News. «Eso» era la orientación sexual. Menos de un mes después, el gobernador firmaba la orden que acababa con el estatus administrativo especial del que la Disney gozaba desde 1967.

 Ronald Dion DeSantis (Jacksonville, 1978) estudió Historia en Yale y después se graduó en la Escuela de Derecho de Harvard. En el 2004 se unió a la Armada, llegando a servir en Irak como asesor legal de los Navy Seal, después de un año trabajando como fiscal en la prisión de Guantánamo.

En el 2012, tras licenciarse del Ejército, comenzó su carrera política al lograr el escaño de la Cámara de Representantes por el distrito 6 de Florida. Apoyado por el Tea Party, DeSantis fue uno de los fundadores del caucus Freedom House, el grupo más conservador del Partido Republicano, contrario al aborto y la migración.

Cuando Trump ocupó la Casa Blanca, en el 2016, pasó de respaldar la candidatura de Marco Rubio a otorgar su apoyo incondicional al presidente. Si Estados Unidos quería a Donald Trump, DeSantis también. Dos años más tarde, en el 2018, ganaba las elecciones a gobernador gracias al apoyo del entonces inquilino de la Casa Blanca.

En su última campaña, el gobernador protagonizó el polémico traslado de migrantes a un bastión demócrata a cuenta del erario público, que está ahora bajo investigación. Los registros recogen dos pagos a la aerolínea Vertol Systems, de 615.000 y 950.000 dólares cada uno.

Los vuelos aterrizaron en Martha's Vineyard, una isla de Massachusetts, llenos de venezolanos que habían llegado a Texas tras cruzar la frontera mexicana. De acuerdo con una demanda interpuesta por varios de los afectados, fueron invitados a subir al avión entre promesas de que «recibirían trabajo, alojamiento, oportunidades educativas y asistencia». Una vez en la isla, los migrantes quedaron a su suerte.

Tras el rotundo triunfo de DeSantis el 8N, ya hay quien lo ha calificado como el futuro de la derecha estadounidense, un Trump 2.0. Ya antes de ese día, Donald Trump pasó al ataque contra DeSantis al verlo como un posible rival en las primarias republicanas. Así, incluso, se burló de él con el apelativo «Ron DeSanctimonious» (mojigato). Aunque el gobernador nunca ha dicho que vaya a presentar su candidatura a la Casa Blanca, también se ha abstenido de comprometerse a agotar su mandato en Florida.

Los dos comparten el uso estratégico del rival político para movilizar (o soliviantar) a las bases. Pero mientras que la ideología de Trump pivota en función de lo que le conviene, DeSantis se rige por sus creencias ultraconservadoras que le han llevado a enemistarse con el mismísimo Mickey Mouse.