Ibrahim Anwar, nuevo primer ministro de Malasia tras 25 años de espera y dos condenas por sodomía

PABLO DÍAZ MALASIA / COLPISA

INTERNACIONAL

Anwar Ibrahim, junto a su mujer, Wan Azizah Wan Ismail
Anwar Ibrahim, junto a su mujer, Wan Azizah Wan Ismail VINCENT THIAN / POOL | EFE

Con un programa reformista, este moderado político musulmán alcanza el poder tras una larga carrera marcada por denuncias de homosexualidad que siempre ha negado

24 nov 2022 . Actualizado a las 21:28 h.

Después de cinco días de bloqueo e incontables negociaciones desde las elecciones del sábado, el veterano político Anwar Ibrahim ha sido nombrado este jueves nuevo primer ministro de Malasia. Concluye para él una tensa espera no solo de cinco días, sino de 25 años, los que lleva aguardando para tomar por fin el poder en este país del sudeste asiático.

La amplia coalición que dirige su partido, Pakatan Harapan (PH), ganó los comicios adelantados con 82 diputados, pero se quedó lejos de los 112 necesarios para lograr la mayoría en el Parlamento malasio. Con 73 escaños, le pisaba los talones la coalición gobernante, Perikatan Nasional (PN), que durante unos días acarició la posibilidad de alcanzar pactos con otros partidos para seguir en el poder.

Finalmente, el rey de Malasia, el sultán Abdullah, propuso un Gobierno de unidad para acabar con el impás. Pero Muyhiddin Yassin, el rival de Anwar, rechazó la propuesta del monarca, un movimiento que jugó en su contra y selló su destino. Con otros importantes apoyos y el respaldo del rey, Anwar Ibrahim ha sido finalmente investido primer ministro en aras de la estabilidad.

Para Anwar, de 75 años, concluye un camino que ha durado un cuarto de siglo, y empieza otro lleno de retos. Considerado uno de los políticos más brillantes del Sudeste Asiático, empezó fundando un movimiento islámico en su juventud y en 1993 se convirtió en viceprimer ministro y titular de Economía del Ejecutivo dirigido por el veterano Mahathir Mohamad, quien lo ungió como su sucesor. Sus diferencias sobre cómo afrontar la crisis financiera asiática de 1997 agrietaron su unión y, en 1998, Mahathir destituyó a Anwar por corrupción y abuso de poder entre protestas ciudadanas.

Venganza política

En una acusación que él siempre definió como una venganza política, Anwar cayó en desgracia cuando uno de sus ayudantes denunció que lo había violado y acabó en prisión por sodomía, un delito en la musulmana Malasia. Aunque la sentencia fue anulada en el 2004, otro de sus ayudantes volvió a denunciarlo por lo mismo en el 2008, cuando lideraba la oposición y amenazaba la hegemonía de la coalición gobernante.

Por falta de pruebas, el juez lo exculpó en 2012, pero el Tribunal de Apelación reabrió el caso en marzo del 2014. En el 2015 volvió a ser condenado a cinco años por sodomía, una sentencia que los grupos defensores achacaron a su cada vez mejores resultados electorales, que amenazaban al Gobierno.

En sendas entrevistas concedidas cuando estaba en libertad, una en el 2010 y la otra en el 2014, negó siempre los cargos. «Es solo una estrategia del Gobierno para que no pueda presentarme a las elecciones», explicaba Anwar, quien aboga por una reforma de las leyes para avanzar hacia un islam más moderado y moderno en Malasia.

En el 2018, y mientras él seguía en la cárcel, su partido ganó las elecciones en una nueva coalición formada junto a su mentor y luego enemigo, Mahathir Mohamad. A pesar de su rivalidad en el pasado, ambos se unieron para desalojar del poder al partido gobernante por el monumental escándalo de corrupción del fondo estatal de inversión 1MBD, del que desaparecieron 4.000 millones de euros y por el que el primer ministro Najib Razak fue condenado a doce años de cárcel en el 2020.

Tras la victoria electoral, el rey de Malasia concedió el perdón a Anwar, quien se unió en el Gobierno a Mahathir con la promesa de que lo relevaría al cabo de dos años porque era ya nonagenario. Pero dicha coalición volvió a desintegrarse por varias deserciones políticas antes de que llegara la sucesión y Anwar se quedó de nuevo en la oposición en mayo del 2020.

Dos años y medio después, y tras una larga espera de un cuarto de siglo y dos reclusiones en prisión, cumple por fin su destino político y se convierte en primer ministro de Malasia.