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Más envejecidos y apretados en Portugal, donde el interior se vacía

Brais Suárez
bRAIS SUÁREZ OPORTO / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Clientes en la terraza de un café en Oporto
Clientes en la terraza de un café en Oporto BRAIS SUAREZ

Por segunda vez desde que hay registros el país pierde población, pese a la inmigración

03 dic 2022 . Actualizado a las 09:30 h.

Nada mejor que una imagen nocturna de Portugal tomada por un satélite para entender algunos datos de su último censo, que acaba de ser publicado: el perfil de la costa está delineado por una densa línea de luz, que se funde a negro cuanto más se acerca a la frontera con España.

Un 20 % de los portugueses viven en un 1,1 % del país; concretamente, en las áreas metropolitanas de Lisboa, Oporto y Braga. Al contrario, el 20 % más disperso de la población se reparte en dos centenares de ayuntamientos, que ocupan dos tercios del territorio luso. Si bien la densidad de población supera ligeramente la media europea, su distribución es extrema: la región interior del Alentejo y la isla de Madeira perdieron más de un 6 % de habitantes, mientras que regiones costeras como Lisboa y el Algarve acogen a más personas.

Las desigualdades regionales también se reflejan en los sectores de edad. Los cinco municipios con mayor índice de envejecimiento se encuentran en el interior, cerca de las fronteras españolas. En algunos de ellos, se llega a duplicar la cantidad de mayores de 65 años por cada menor de 16, con respecto al 2001. Aunque en el interior sea más acusada, esta tendencia es general: con datos de abril del año pasado, la edad media aumentó en 3,1 años, situándose en 45,4. En ese sentido, el 23,4 % de los portugueses son mayores de 65 y solo un 12,9 %, menores de 14. Todos los grupos de edad menores de 39 años se redujeron en la última década.

El éxodo hacia la costa y el envejecimiento eran dos fenómenos a los que apuntaban los anteriores grandes censos, pero el del 2021 se cerró con un dato insólito: menos población. En concreto, los 10,343 millones de habitantes suponen un 2,1 % menos que en el 2011, y es la segunda vez que ocurre desde 1864, cuando se realizó el primer registro; según el INE, solo la masiva emigración de los años sesenta había hecho disminuir la población portuguesa. En estos últimos diez años, la causa podría ser similar: la numerosa salida de jóvenes a raíz de la crisis financiera de hace una década. En esa línea, uno de los datos más críticos es el índice de rejuvenecimiento de la población activa: por cada 100 personas que abandonan el mercado laboral, solo entran 76 (la cifra del 2011 era de 94).

Compensación del exterior

Con todo, esta caída podría ser mayor de no ser por que en Portugal aumentaron las llegadas de extranjeros: un 37 % más que en el 2011, que se traduce en más de medio millón de nuevos ciudadanos con un patrón muy distinto a lo que era habitual. Con casi 200.000 emigrantes, la brasileña sigue siendo la principal comunidad extranjera, seguida de Angola y el Reino Unido. Sin embargo, Nepal, India, Bangladés e Italia son los que más aportaron en la última década. Los propios portugueses que emigraron en algún momento comienzan a regresar a su país, con especial intensidad en los últimos seis años: hasta un 16 % trabajaron en Francia, Suiza, Brasil, Mozambique o Alemania.

De momento, estas tendencias de despoblación rural y envejecimiento no impiden que muchos indicadores de calidad de vida suban: 1,8 millones de personas terminaron la enseñanza superior, lo que se traduce en un 6 % más en una década. Se redujo también el analfabetismo hasta el 3,1 %, algo impensable en los años setenta, cuando era del 25 %. En el ámbito cultural, hasta 1,2 millones de portugueses aseguran no tener ninguna religión, el doble que en el 2011. Entre los creyentes, el 80,2 % son católicos y aumentan los protestantes (2,1 %) y musulmanes (0,4 %).

En los últimos diez años se invierten también otras tendencias sociales, como las familias numerosas (un 2,8 % menos), las personas que viven solas (un 18 % más) y los que optan por certificar su unión como pareja de hecho (38 % más) en vez de matrimonios (2,1 % menos). Además, los divorciados por primera vez superan a los viudos y hay un 3,6 % de familias monoparentales más que en el 2011.