Su plan de paz para resolver la invasión rusa de Ucrania sigue sin convencer a Occidente, mientras Moscú mantiene que puede ser un primer paso para negociar
27 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Pedro Sánchez, Macron, Ursula Von der Leyen, Josep Borrell, Giorgia Meloni… las próximas semanas la agenda del presidente chino, Xi Jinping, está repleta de encuentros en Pekín con líderes internacionales.
El mandatario chino protagoniza toda una ofensiva diplomática. Después de tres años de aislamiento por la pandemia, en los que Xi no salió del país, ahora ha dado un acelerón para posicionarse como estadista mundial. Su activa presencia pretende reforzar el papel de China en el escenario internacional confrontando con la influencia de EE.UU.
Xi Jinping estrenó su tercer mandato al frente del gigante asiático con un golpe de efecto al haber mediado en un acuerdo entre Irán y Arabia Saudí y viajar a Moscú para entrevistarse con Putin. El encuentro sirvió para reforzar todavía más la alianza entre los dos países. A pesar de ello, la visita también fue utilizada por Xi para reivindicar un papel de líder pacifista, ya que llegó tras proponer un plan de paz para resolver la invasión rusa de Ucrania. El plan, de momento, no ha convencido a Occidente, ya que no lo considera equilibrado y no exige la retirada de tropas rusas del país invadido. En cambio, Moscú asegura que puede ser un primer paso para negociar, pero solo cuando Ucrania y Occidente estén preparados.
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, llega el jueves a China invitado por Xi Jinping para participar en el Foro de Boao y el viernes se entrevistará con el líder chino en Pekín.
La visita del jefe del Ejecutivo se enmarca en la celebración del 50.º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países. Pero el tema de Ucrania será un punto clave. Sánchez quiere conocer la posición china y ya ha advertido que deben ser los propios ucranianos quienes deben establecer las condiciones necesarias para iniciar un diálogo de paz.
A la visita de Pedro Sánchez le sigue una autentica ofensiva de la UE para tomar el pulso al gigante asiático y disuadirle de una posible venta de armas a Rusia.
Se espera que el 4 de abril Xi reciba al presidente francés, Emmanuel Macron, junto con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen. El responsable de la diplomacia europea, Josep Borrell, también viajará pronto a Pekín e incluso la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, ha recibido una invitación de Xi Jinping.
Pero antes del desembarco de los socios europeos, iba a aterrizar en Pekín el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva. La reunión era importante para Xi y Lula. Simbolizaba el reencuentro entre dos países que habían mantenido excelentes relaciones hasta la llegada del populista Jair Bolsonaro, con su acérrimo anticomunismo. Pero una bronconeumonía bacteriana y viral ha obligado al líder brasileño a cancelar el viaje. Brasil es uno de los países del grupo BRIC, que junto con Rusia, India y China agrupaban a principios de siglo a las economías con más potencial de crecimiento. Y todos ellos mantienen las distancias con Estados Unidos. Para China es importante demostrar que tiene influencia en Latinoamérica, un área donde hasta hace poco Washington no tenía competencia.
El presidente brasileño se iba a entrevistar con Xi Jinping este martes. En el encuentro se espera firmar numerosos acuerdos comerciales. Lula iba a viajar acompañado de una importante delegación de 240 empresarios, lo que demuestra la trascendencia de la relación de Brasil con China.
Pekín recibe la visita de Ma, expresidente de Taiwán partidario de la reunificación
Ante esta avalancha de líderes internacionales aterrizando en Pekín puede pasar desapercibida una visita de menor rango, pero importante. Ma Ying-jeou, expresidente de Taiwán y miembro del partido Kuomintang (KMT), realizará un viaje de doce días a China. La visita se puede interpretar como una maniobra política para estrechar lazos con el KMT. Ahora está en la oposición, pero podría ganar las próximas elecciones y arrebatar el poder al partido de la actual presidenta, la independentista Tsai Ing-Wen. Es una forma de estrechar relaciones en vista a una futura reunificación.
En China, Ma no recibirá el trato de expresidente de Taiwán, ya que Pekín defiende la política de «una sola China» y, por tanto, solo reconoce a un presidente de toda China, el que gobierna desde Pekín.