Los socialistas empatarían en intención de voto con el PSD, que no define su postura sobre un pacto con la ultraderecha del Chega, la formación que más crece
09 abr 2023 . Actualizado a las 10:27 h.La resiliencia del Partido Socialista portugués lleva sorprendiendo durante seis meses en las encuestas, pese a numerosas destituciones en el seno del Gobierno y a una notable caída del nivel de vida. Pero en los últimos estudios de marzo para Expresso y SIC, la evaluación del Ejecutivo y la intención de voto cambiaron de tendencia.
El primer ministro, António Costa, suspende por primera vez en popularidad durante este mandato en mayoría; aunque sigue siendo el político mejor valorado, su puntuación es la que más cae (0,8 puntos), mientras que solo mejora la del ultraderechista André Ventura (Chega). Además, el 64 % de los portugueses considera que el desempeño del Gobierno es «malo» o «muy malo», un 11 % más que en diciembre. Entonces, las últimas encuestas se realizaron poco antes de uno de los mayores escándalos de la legislatura, que acabó con el entonces ministro de Infraestructuras y Vivienda, Pedro Nuno Santos. Estaban por ver las consecuencias.
«Las destituciones y dimisiones son una cuestión mediática que no afecta determinantemente a lo que más importa a la gente: la calidad de vida», explicaba en enero el profesor de Ciencia Política José António Passos. Hasta finales de enero, el Gobierno había pasado casi un año improvisando ante sus problemas internos y una inflación galopante (un 7,4 % en marzo, y en torno al 10 % en el 2022). A este año en modo reactivo se sumaban los siete anteriores de Costa como primer ministro, que hicieron al presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, definir el Gobierno como «una mayoría recalentada, cansada».
He ahí uno de los motivos del debilitamiento que ahora se refleja. Pero hay más: un 49 % de los portugueses piensan que la economía «empeoró» y un 29 %, que «empeoró mucho». Si bien se aceptaba el argumento de una crisis internacional, ahora los ciudadanos empiezan a imputar el problema a un Gobierno que responde de manera errática. En primer lugar, porque su discurso sigue enfocado en unas cuentas fiables, una visión macroeconómica que cada vez importa menos a la ciudadanía. Precisamente, y en segundo lugar, haber cerrado el año con un déficit del 0,4 % (frente al casi 2 previsto) pareció molestar a unos portugueses agotados por la subida de precios. El Gobierno no retrasó las ayudas, pero parecieron tan incoherentes y cortoplacistas como hasta la fecha: redujo el IVA de los alimentos (medida que criticaba en España) y entregó cheques a los hogares más vulnerables. Apoyos puntuales y que ponen a los supermercados en el punto de mira.
Algo semejante ocurre con otra de sus grandes decisiones: un paquete para bajar los precios de la vivienda, cuya implementación práctica se ha trasladado a los ayuntamientos. Por último, el electorado comprende las huelgas de sectores estratégicos como educación, sanidad, transportes y justicia, que duran meses y de las que culpan al Ejecutivo. El alza del desempleo, residual hasta el 2023, podría ser un nuevo dolor de cabeza.
Falta de alternativas
Pese a todo, Marcelo Rebelo de Sousa dijo que solo llamaría a elecciones si no se aprovechan los fondos comunitarios del Plan de Recuperación. Además, el presidente insistió en que «no hay una alternativa real» al Gobierno, un palo a la oposición que siguen reflejando las encuestas: la caída de siete puntos en intención de voto al PS (que se sitúa en un 30 %) solo repercute positivamente en el Chega, que sube 4 puntos hasta el 13 %. Así, para una coalición de derechas, el PSD (también en 30 %, tras subir un punto) necesitaría pactar con la extrema derecha, una decisión que no acaba de revelar. Tanto las elecciones de Madeira en septiembre podrían ser clave para entender la postura de su líder, Luís Montenegro.