La oposición promete blindar la democracia frente al creciente autoritarismo de Erdogan

Ricard G. Samaranch ESTAMBUL / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

El candidato de la oposición Kemal Kiliçdaraglu forma un corazón con sus manos en un gesto que se ha convertido en símbolo de su campaña
El candidato de la oposición Kemal Kiliçdaraglu forma un corazón con sus manos en un gesto que se ha convertido en símbolo de su campaña ERDEM SAHIN | EFE

Kiliçdaroglu lidera una heterogénea coalición formada por seis partidos

13 may 2023 . Actualizado a las 10:12 h.

La percepción de amenaza frente a la deriva autoritaria del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, es tan aguda entre la oposición turca que por primera vez se ha alineado detrás de un candidato, Kemal Kiliçdaroglu, un veterano político de 74 años. Este funcionario retirado es presidente del principal partido opositor, el socialdemócrata CHP, pero ha logrado forjar una heterogénea coalición con otros cinco partidos que incluye a nacionalistas e islamistas disidentes del gubernamental AKP. Además, tanto la extrema izquierda como el nacionalismo kurdo han pedido a sus seguidores que lo voten. La retirada el jueves de otro candidato opositor, Muharram Ince, refuerza también sus opciones de victoria. Aunque Ince aludió a un vídeo sexual como causa, la verdadera razón de su renuncia es que su apoyo en los sondeos se había desplomado por debajo del 4 %.

La principal promesa de la coalición opositora es blindar la democracia turca ante el temor de que una nueva victoria de Erdogan acabará por sellar cualquier posibilidad futura de cambio en las urnas. En la última década, Erdogan ha ido minando la independencia de la Justicia y la pluralidad de los medios. Incluso en plena campaña, cerca de 300 opositores, la mayoría kurdos, han sido arrestados. En su programa electoral, ocupa un lugar central reformar la Constitución para volver al sistema parlamentario. Tras las enmiendas impulsadas por el Gobierno en el 2018, el país se rige ahora por un sistema hiperpresidencialista.

«Nuestra democracia, economía, sistema judicial y libertades están en riesgo. Voy a poner el Estado de pie y curar las heridas», ha proclamado Kiliçdaroglu, un hombre de talante afable y tranquilo. Su campaña ha buscado resaltar que es un candidato en las antípodas de Erdogan. Mientras él graba sus vídeos electorales desde su humilde cocina, el presidente vive en un nuevo y lujoso palacio con más de 1.000 habitaciones. Mientras él apela a recoser el país, y ha convertido en símbolo un corazón formado con ambas manos, Erdogan pretende ganar a base de polarizar al electorado.

De hecho, el presidente ha acusado a su adversario de falsos vínculos con la milicia kurda del PKK y de no compartir «la cultura y los valores tradicionales» del país, una velada referencia a su pertenencia a la minoría religiosa aleví. «No podrías guiar ni a un rebaño de ovejas. Has perdido nueve elecciones, y ahora perderás la décima», le espetó con desprecio en un mitin, en referencia a su criticada falta de carisma.

Economía y refugiados

Además de la defensa de la democracia, otros dos son los principales temas que han centrado la campaña opositora: la mala situación de la economía —la inflación oficial ronda el 50 %— por culpa de la heterodoxa política monetaria de Erdogan, y su promesa de propiciar el retorno a Siria de los cuatro millones de refugiados sirios que acoge el país en un máximo de dos años.

«Más allá de proteger la democracia y criticar las políticas económicas del Gobierno, la oposición es tan heterogénea ideológicamente que no ha presentado un programa de gobierno detallado», comenta el politólogo Ümüt Ozkirimli, que resalta el riesgo de que las discrepancias internas paralicen un hipotético gobierno de la coalición opositora. «El cambio en Turquía no será fácil, ni tan siquiera con una victoria de Kiliçdaroglu», advierte.