Wagner contra Putin: las cinco claves de 24 horas frenéticas en Rusia

La Voz REDACCIÓN

INTERNACIONAL

Yevgeny Prigozhin dejando Rostov este sábado
Yevgeny Prigozhin dejando Rostov este sábado ALEXANDER ERMOCHENKO | REUTERS

Todo comenzó el viernes con una acusación de ataque a sus campos de entrenamiento. Miles de mercenarios liderados por Yevgueni Prigozhin arrancaban una marcha fugaz hacia Moscú que puso en jaque a Vladimir Putin

25 jun 2023 . Actualizado a las 19:20 h.

«Para evitar el derramamiento de sangre vamos a dar marcha atrás con nuestros convoyes y regresar a nuestros campamentos». Con esta frase daba por terminada su rebelión Yevgueni Prigozhin. El líder del grupo Wagner y fundamental aliado de Putin confirmaba lo ya sabido, que la buena relación se había ido al traste lanzando a miles de mercenarios en un fugaz recorrido hacia Moscú. Los hechos se sucedieron de forma frenética desde el viernes. En esa jornada arrancaban 24 horas de tensión en las que se llegó a blindar la capital de Rusia a modo de alerta antiterrorista. Los mercenarios de Prigozhin se quedaron a solo 200 kilómetros de Moscú.

1. Ataque a sus campos de entrenamiento

La internada de Wagner comenzaba en la madrugada del sábado. La información corría como la pólvora. El jefe del grupo de mercenarios Wagner, Yevgueni Prigozhin, anunciaba que su ejército había cruzado la frontera rusa y entrado en la región de Rostov, al sur del país, tras declararse en rebeldía contra el Ministerio de Defensa. Ya el viernes, la organización aseguraba en su canal de Telegram que se había lanzado «un ataque con misiles contra campos de entrenamiento de Wagner» y que había dejado «muchas víctimas». «El golpe ha sido asestado (...) por militares del Ministerio de Defensa ruso», destaca el mensaje. Acusaban así a la oligarquía rusa y al Ministerio de Defensa, en concreto a su titular, Sergei Shoigu, de engañar al presidente para invadir Ucrania.

A primera hora del sábado, Prigozhin aseguraba que contaba con 25.000 efectivos y que ya se encontraban en Rostov donde tenían bajo control el Estado Mayor de las fuerzas rusas. «Vamos a averiguar por qué hay un caos en el país», decía al tiempo que negaba que se tratase de un golpe de Estado.

Mercenarios de Wagner en Rostov este sábado
Mercenarios de Wagner en Rostov este sábado STRINGER | REUTERS

2. Rostov, la muestra de fuerza

«Ahora estamos entrando en Rostov. Las divisiones del Ministerio de Defensa, o mejor dicho, los reclutas, que fueron arrojados para bloquear nuestro camino, se hicieron a un lado», explicaba Yevgeni Prigozhin en un audio en Telegram. Eran las siete y media de la mañana y decía que la internada se había realizado «sin pegar un tiro». Tenían en sus manos el cuartel general de Distrito Militar Sur.

Varios medios locales comenzaban a difundir imágenes en las que se mostraban vehículos militares en el centro de la ciudad, donde supuestamente se encontraba el Ministro de Defensa ruso. También a hombres rodeando edificios administrativos. «Estamos en el Estado Mayor, 7.30 hora de Moscú (04.30 GMT), controlamos las instalaciones militares de Rostov, incluyendo el aeródromo», afirmó Prigozhin.

Las agencias de noticias difundían imágenes de largas filas de vehículos bloqueando la autopista M-4 en dirección a la localidad de Aksai al norte de Rostov.

Poco después, nombres tan destacados como el del principal comandante de las fuerzas rusas en Ucrania, Sergei Surovikin, comparecían en las redes sociales para exigir a los mercenarios que cesaran en su avance y «obedecieran la voluntad» del presidente Putin. «Nuestra sangre es la misma. Somos guerreros. Os pido que os detengáis porque el enemigo (Ucrania) está esperando que precisamente a que empeore la situación política interna de nuestro país».

3. La comparecencia de Putin

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, calificaba en un mensaje a la nación la marcha de Wagner como un acto de «traición» y una «puñalada por la espalda» a las tropas y al pueblo de Rusia. «Nuestras acciones para defender a la patria de esta amenaza serán durísimas, y sus responsables serán llevados ante la justicia».

Tras reconocer la labor del grupo como «héroes» en la guerra de Ucrania, Putin lanzaba una durísima advertencia contra quienes participase de lo que describió como un amotinamiento. «Cualquier motín interno es una amenaza mortal para nuestro estado, para nosotros como nación. Es un golpe contra nuestra nación, nuestra gente. Y nuestras acciones para defender a la patria de tal amenaza serán brutales». 

La policía rusa en el entorno de la Plaza Roja de Moscú
La policía rusa en el entorno de la Plaza Roja de Moscú MAXIM SHIPENKOV | EFE

4. Rusia blinda Moscú

Las horas se sucedían y la marcha de los mercenarios era cada vez más veloz. El gobernador de la región rusa de Lipetsk, Igor Artamonov, confirmaba la entrada de unidades del grupo de mercenarios Wagner en el territorio, cuya capital se encuentra a unos 360 kilómetros al sur de Moscú, destino final del contingente. «El equipo de Wagner se está moviendo por el territorio de la región de Lipetsk», decía en Twitter. En su mensaje, el gobernador recomendaba a la población que no saliese de casa y que evitase cualquier medio de transporte.

El convoy de Wagner alcanzaba así la región tras recorrer aproximadamente unos 500 kilómetros en dirección norte desde la ciudad de Rostov, su primer objetivo.

Rusia tomaba medidas de inmediato y cortaba más de 300 kilómetros de la carretera que lleva de Rostov del Don a Moscú a través de Vorónezh para impedir que los mercenarios del Wagner llegasen a la capital rusa. Anunciaba además que se tomarían «medidas de combate» contra el avance de las fuerzas. En la capital se activaba el protocolo antiterrorista, se declaraba el lunes festivo y se pedía a la población que evitase desplazamientos. 

5. El final de la marcha

El jefe del grupo de mercenarios rusos Wagner, Yevgueni Prigozhin, anunciaba el retorno de sus combatientes a las bases permanentes a última hora de la tarde. «Ha llegado el momento de que se puede derramar sangre. Por eso, comprendiendo toda la responsabilidad de que se derrame sangre rusa por una de las partes, nuestras columnas dan media vuelta y regresamos a nuestras bases de acuerdo con el plan», afirmó.

Esas columnas estaban ya a 200 kilómetros de Moscú. «Durante este tiempo no derramamos ni una gota de sangre de nuestros combatientes».

El jefe del Grupo Wagner hacía pública la decisión después de que el servicio de prensa del presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashneko, afirmara que el mandatario había mediado entre Moscú y Prigozhin, con la venia del jefe de Estado ruso, Vladímir Putin.

«El presidente bielorruso informó en detalle al presidente ruso sobre el resultado de las negociaciones con la dirección de Wagner» y Putin le agradeció el «trabajo realizado», informó el canal Pul Pervogo, vinculado con la Presidencia bielorrusa.

Según el Kremlin, Lukashenko se ofreció para mediar en la situación puesto que conoce a Prigozhin desde hace 20 años. «Fue su iniciativa personal», explicó el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov.

Paralelamente, los gobernadores de las regiones, que habían impuesto restricciones para impedir el paso de los milicianos de Wagner hacia Moscú, comenzaron a anunciar el levantamiento de las medidas anunciadas.

Mientras, los propios «wagneritas» iniciaron su retorno a las bases permanentes del grupo desde la ciudad de Rostov del Don, donde los habitantes les despedían con aplausos y palabras de agradecimiento.