Netanyahu rechaza una tregua a pesar de las presiones de Estados Unidos
INTERNACIONAL
Blinken le pide que proteja a los civiles y permita la entrada de más ayuda
03 nov 2023 . Actualizado a las 21:42 h.Envuelto en zumbidos de misiles y explosiones lejanas, Antony Blinken, secretario de Estado de EE.UU., llegó el viernes a Tel Aviv para enfrentarse a una pared de hierro: el gabinete de guerra de Israel.
Debía convencer a los dirigentes —especialmente a Benjamin Netanyahu— de que moderasen su campaña para destruir a Hamás. «La forma en que Israel se defiende es importante, sobre todo a la hora de proteger a los civiles atrapados en medio del fuego cruzado», dijo, y pidió pausas humanitarias que permitiesen la entrada de más ayuda en la Franja de Gaza. Lo hizo con cautela, subrayando el derecho del Estado judío a defenderse y su obligación de «garantizar que el 7 de octubre [el ataque de los islamistas] nunca vuelva a ocurrir».
Pero los israelíes no estaban dispuestos a ceder. «Israel no aceptará ningún alto el fuego temporal con Hamás hasta que los más de 240 rehenes sean liberados», sentenció Netanyahu. «El Ejército seguirá adelante con toda su fuerza».
Tienen a los milicianos rodeados en la Ciudad de Gaza, donde han empezado a sellar los túneles o a llenarlos de humo, en un intento de interrumpir cualquier comunicación posible entre el norte y el sur de la Franja.
«Bajo ninguna circunstancia luchéis bajo tierra», advirtió Yair Golan, antiguo jefe del Estado Mayor del Ejército israelí, a los soldados. «Allí es imposible que no salgáis heridos. No se lucha dentro de los túneles, sino que se contrarresta su amenaza», recordó.
¿Puede Hamás permanecer para siempre bajo la superficie? Golan elude la pregunta y responde que el Ejército «tiene la capacidad para ocuparse eficazmente de los conductos subterráneos, dispone de todos los conocimientos y los medios».
Los ataques aéreos continuaron. Ante el hospital de Al Shifa, un convoy de ambulancias que llevaba heridos al sur fue bombardeado. 13 personas murieron y 26 resultaron heridas. El Ministerio de Sanidad de Gaza, controlado por Hamás, denunció que a pesar de que había avisado del desplazamiento, «las fuerzas de ocupación cometieron este crimen». En toda la Franja, los muertos ya son más de 9.200.
Regreso al infierno
Miles de trabajadores palestinos que estaban en Israel cuando estalló la guerra fueron enviados de regreso a la Franja por el Gobierno de Netanyahu, en un intento de «cortar todo contacto con Gaza». Muchos de ellos cruzaron a través del paso de Kerem Shalom, al este de Rafah.
Dijeron que habían sido detenidos y maltratados por las autoridades israelíes después del ataque de Hamás. Algunos todavía tenían pegatinas de plástico con números alrededor de las piernas. «Solíamos servirles, trabajar para ellos en casas, restaurantes y mercados a cambio de los sueldos más bajos y, a pesar de eso, fuimos humillados», lamentó Jamal Ismail, trabajador del campo de refugiados de Maghazi.
Con las principales carreteras cortadas por Israel, los que residían en zonas norteñas no podrán volver a su hogar.
Hezbolá no entra en el conflicto, pero «todas las opciones están abiertas»
El Ejército declaró el «estado de alerta máximo» con motivo del primer discurso de un Nasralá que congregó a miles de seguidores al sur de Beirut
Mikel Ayestaran
El líder de la milicia chií libanesa Hezbolá, Hasán Nasralá, rompió ayer el silencio que mantenía desde el 7 de octubre para decir que «todas las opciones están abiertas» si Tel Aviv no detiene su «agresión» contra la Franja.
Nasralá no declaró la guerra total, como algunos esperaban, y eso pesó más que su interminable discurso. Fue un doble mensaje para Hamás e Israel. En el frente norte se registran choques diarios entre milicianos de Hezbolá y militares israelíes a lo largo de una frontera que desde hace una semana está vacía de civiles a ambos lados.
El Ejército declaró el «estado de alerta máximo» con motivo del primer discurso de un Nasralá que congregó a miles de seguidores al sur de Beirut para seguir en directo su alocución a través de una enorme pantalla. Cada palabra de esta mezcla de líder político, religioso y militar fue vitoreada por la masa. Durante el resto del largo discurso de más de una hora empleó un tono sosegado con el que explicó que «la operación del 7 de octubre fue un plan secreto palestino» del que no recibió aviso previo y que «no tuvo ayuda exterior», en alusión a Irán.
El líder de Hezbolá dibujó un escenario con el frente principal en Gaza y un «frente secundario» en el Líbano que «ha obligado a Israel a reforzar su presencia en el norte, lo que le impide concentrar todo su esfuerzo en Gaza».