El fallecido disidente ruso escribió desde la cárcel sus memorias, que el próximo 22 de octubre saldrán a la venta en forma de libro, «Patriota»
12 oct 2024 . Actualizado a las 21:18 h.El líder opositor ruso Alexéi Navalni sabía que su lucha acabaría dentro de la cárcel. Desconocía cuándo, pero estaba convencido de que su final le llegaría antes o después entre rejas: «Voy a morir en prisión». Acertó. Lo dejó escrito en las páginas de los diarios que durante al menos dos años llenó desde el interior de su celda y que el 22 de octubre saldrán a la venta en forma de memorias póstumas bajo el título Patriota.
La revista The New Yorker adelantó el viernes algunos de los extractos del libro donde el activista, fallecido el 16 de febrero en un centro penitenciario del Ártico, narra sus rutinas como preso, lanza unos cuantos dardos contra Vladimir Putin y anima a quienes sueñan con otra Rusia a «estar listos» para defender sus ideas.
La muerte de Navalni a los 47 años en la colonia penitenciaria de régimen severo número 3, situada en el poblado de Jarp, continúa rodeada de incógnitas más de medio año después, pero su entorno ha apuntado siempre al Kremlin como responsable. El disidente fue aislado en este centro del Ártico apenas dos meses antes de su fallecimiento aunque llevaba encarcelado desde el 2021, cuando regresó a Rusia tras recuperarse en Alemania del envenenamiento que a punto estuvo de matarle. Cumplía una pena de 19 años de prisión por «extremismo» y él mismo, que siempre negó su culpabilidad, sabía que su vida se apagaría dentro de una celda. «Pasaré el resto de mis días en prisión y moriré aquí», pronosticó en marzo del 2022 en su diario.
Navalni escribía con crudeza en las páginas que han permitido construir sus memorias póstumas: «No habrá nadie a quien decir adiós (...) Todos los cumpleaños se celebrarán sin mí. Nunca veré a mis nietos. No seré el tema de ninguna historia familiar. No estaré en ninguna fotografía».
Quien fuera principal opositor de Putin aseguraba en sus escritos no tener «miedo de nada» y de esa forma explicaba también su vuelta a Moscú pese a que muchos vieran su sentencia de muerte en esa decisión. «No quiero abandonar mi país ni traicionarlo», defendía en su última anotación, el pasado 17 de enero, un mes antes de su fallecimiento, en la que alentaba a otras personas disconformes con la actual Rusia, y sobre todo con sus autoridades, a no detenerse. «Si sus convicciones tienen un sentido, deben estar listos para defenderlas y para hacer sacrificios si es necesario», pedía.
«Banda de hipócritas»
En Patriota se muestra un Navalni combativo pese a su larga estancia en la cárcel. «La única cosa a la que deberíamos temer es a abandonar nuestra patria al saqueo de una banda de mentirosos, de ladrones y de hipócritas», apuntó. Pero en estas memorias se intuye también alguna pincelada de humor cuando, por ejemplo, el opositor se compara con el presidente ruso: «Putin deja a los ministros sentados en la sala de espera unas seis horas, y mis abogados deben esperar cinco o seis para verme».
Los escritos desvelan también cómo era el día a día de Navalni en prisión. Amanecía a las 6.00 horas, desayunaba a las 6.20 y a las 6.40 comenzaba ya la labor. «En el trabajo estás sentado siete horas en la máquina de coser, sobre un taburete situado por debajo de la altura de las rodillas. Luego sigues sentado durante algunas horas en un banco de madera bajo un retrato de Putin. Es lo que se llama una ‘actividad disciplinaria'».