Moldavia cierra la campaña electoral en plena guerra de nervios con Rusia
INTERNACIONAL
La presidenta Maia Sandu hace campaña con la promoción de un «Plan Marshall» comunitario de 1.800 millones de euros a recibir en tres años
18 oct 2024 . Actualizado a las 20:30 h.Mañana, los moldavos votarán dos veces. La primera, para escoger un nuevo presidente. La segunda, para decidir entre la Unión Europea y Rusia en un referendo histórico. La campaña electoral terminó el jueves en plena guerra de nervios con Moscú, que se opone categóricamente al ingreso en la UE de un Estado vecino y aliado de Ucrania. «Este es un momento crucial —aseguró a la población Maia Sandu, la actual presidenta—. O seguimos siendo un país débil y aislado o Moldavia será fuerte, segura y con muchos amigos». La pregunta a los ciudadanos es, concretamente, si quieren incluir en la Constitución las aspiraciones europeas del país.
El referendo será la culminación de un meteórico acercamiento a los Veintisiete impulsado por Sandu. La política es una convencida europeísta con experiencia en el Banco Mundial, y mañana buscará tanto la victoria del sí como su reelección. Con todo, los sondeos difieren. Aunque la reforma cuenta con el apoyo de más de la mitad de los moldavos, Sandu tendrá que disputar una segunda vuelta, probablemente contra el independiente Renato Usatii o el candidato de Moscú, el ex fiscal general Alexandr Stoianoglo.
Durante toda la campaña Sandu se centró en espantar los fantasmas enarbolados por los partidos y candidatos prorrusos sobre el funesto impacto del futuro ingreso en el bloque europeo.
Por ejemplo, destacó que la esperanza de vida en la UE es «diez veces mayor» que en la antigua república soviética y, en otro claro mensaje a los más mayores y campesinos, los más euroescépticos, destacó las altas pensiones. Uno de los pilares de su campaña fue la diáspora moldava que reside en países como España, Francia o Italia, adonde Sandu viajó para animar a los emigrantes a votar masivamente, para «no tener que esperar otros 30 años».
La UE le abre sus puertas con un plan Marshall
Según fuentes diplomáticas europeas en Chisinau, Moldavia «no tiene enemigos» en Bruselas, lo que ha quedado demostrado en los últimos meses con el apoyo ante cualquier asomo de injerencia rusa.
«Moldavia está haciendo progresos significativos en la senda de la Unión pese a la creciente intimidación rusa. Vemos que Rusia no escatima esfuerzos para abortar el proceso electoral a través de ataques híbridos y una generalizada compra ilegal de votos», comentó esta semana Josep Borrell, el jefe de la diplomacia comunitaria.
La mejor muestra de apoyo fue el reciente viaje realizado por la jefa de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, quien anunció lo que la propia Sandu llamó un Plan Marshall para Moldavia. Se trata de 1.800 millones de euros en tres años, lo que, según la funcionaria alemana, permitirá a Bruselas ayudar a Moldavia a «duplicar su economía en una década».
Además, en un comentario remitido a EFE, el portavoz de la política exterior europea, Peter Stano recordó que «en mayo pasado Moldavia fue el primer país con el que la UE estableció una Asociación de Defensa y Seguridad» y el segundo que recibe más ayuda para reforzar sus Fuerzas Armadas, sin olvidar la tercera ronda de sanciones aprobada hace escasos días por desestabilizar el país candidato.
El protagonismo de Rusia
El Kremlin ha sido uno de los grandes protagonistas de la campaña, en gran medida debido a los cruces de acusaciones de compra de votos y llamamientos a boicotear el referendo. «Un grupo de ladrones quiere bloquear nuestro futuro con la ayuda de mentiras y dinero sucio. Millones de euros para la compra de votos», dijo Sandu.
Según la Fiscalía, más de cien mil electores habrían sido comprados a través de cuentas en un banco ruso. Detrás de ese esquema estaría, según las autoridades, el oligarca Ilon Shor, reclamado por la Justicia por corrupción y que hace unos meses fundó durante un congreso en Moscú el bloque Pobeda (Victoria), que apoya el acercamiento a la Unión Económica Eurasiática liderada por Rusia.
El Kremlin niega toda injerencia, aunque, a renglón seguido, aduce que «a los políticos se les niega el derecho a decir que son partidarios de entablar unas buenas relaciones con Rusia». Además, Moscú denuncia que Chisinau no quiere escuchar la opinión de los cientos de miles de moldavos que viven en Rusia, ya que únicamente ha habilitado -según Moldavia, por motivos de seguridad- dos colegios en todo el país.