Lula da Silva, anfitrión de la cumbre, propone un impuesto a las grandes fortunas, al que se adhiere Pedro Sánchez
18 nov 2024 . Actualizado a las 22:49 h.El presidente de Brasil, Lula da Silva, arrancó este lunes la cumbre del G20 en Río de Janeiro con el lanzamiento de la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, una iniciativa que nace con 148 miembros fundadores, entre los cuales están 82 países, 24 organizaciones internacionales, nueve instituciones financieras (incluido el Banco Mundial) y 31 organizaciones filantrópicas (entre ellas las fundaciones Rockefeller y Bill & Melinda Gates). Argentina se sumó a última hora a la iniciativa. En un principio, su ausencia fue interpretada como otro de los vetos del presidente Javier Milei a la agenda de desarrollo sostenible, que busca poner fin al hambre, empoderar a las mujeres y frenar el cambio climático, entre otros objetivos.
Lula abrió la cumbre del G20 poniendo el foco en la millonaria inversión en guerras en detrimento de las cuestiones que afectan a los más vulnerables. «Nadie está en mejores condiciones que nosotros para cambiar el rumbo de la humanidad», declaró, antes de señalar que corresponde a las grandes economías «poner fin a esta herida que avergüenza a la humanidad», recordando que el G20 representa el 85 % del PIB mundial y la ONU cifra en 733 millones las personas con desnutrición. Así, urgió a avanzar hacia una reforma de la gobernanza global y también a aprobar un impuesto a los supermillonarios, todo en aras de la paz global y la reducción de las desigualdades.
Sánchez, acompañado de su mujer
Pedro Sánchez, que llegó a la cumbre acompañado de su esposa, Begoña Gómez, defendió la creación de un impuesto global al patrimonio de las grandes fortunas, tal como propone el presidente de Brasil, y además anunció que España entregará 400 millones de euros para financiar proyectos de desarrollo. Además volvió a recordar en un foro internacional la catástrofe que afectó a Valencia. «El cambio climático mata», reiteró.
Río de Janeiro acoge una nueva cumbre del G20 en un momento de gran tensión, con numerosas crisis abiertas, entre ellas las de Ucrania y Oriente Medio, y con la incertidumbre de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Está por ver cuál será el contenido de la declaración conjunta, con asuntos que generan fricción, como la guerra en Ucrania, la fiscalización de las grandes fortunas, o la respuesta a la crisis medioambiental. El presidente Joe Biden aprovechó para defender la integridad territorial de Ucrania, en un mensaje a Rusia, representada en el foro por su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov.
Reuniones bilaterales
La complicidad entre Emmanuel Macron y Javier Milei, Xi Jinping en silencio sentado al lado de Olaf Scholz y Joe Biden ahorrándose la escarpada alfombra roja y yendo al plenario por otro camino fueron algunas de las imágenes llamativas que dejó el arranque de la cumbre. En la empinada rampa para acceder al Museo de Arte Moderno también tuvo lugar el frío saludo entre Lula y Milei, en su primer encuentro público. El diálogo político entre ambos es nulo por sus diferencias ideológicas y por los insultos que el segundo ha dedicado al primero: «ladrón» y «corrupto», entre otros.
La foto de familia quedó incompleta, porque Biden, la italiana Giorgia Meloni y el canadiense Justin Trudeau llegaron tarde a la cita.
Reuniones bilaterales
En medio de la cumbre, tuvieron lugar reuniones bilaterales, entre ellas la de Biden con la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, y con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, a dos meses de que el demócrata abandone la Casa Blanca. Por su parte el presidente chino, Xi Jinping, se reunió con el primer ministro británico, Keir Starmer, en que ambos abogaron por lograr una mayor cooperación entre los dos países, una que sea «respetuosa» y permita a las partes mejorar y consolidar los lazos existentes.