
Segunda entrega de un recorrido por las obras en verso más celebradas de nuestra literatura
15 nov 2012 . Actualizado a las 14:11 h.Esta es la segunda entrega de un viaje por la mejor poesía de la literatura española que nos acompañará durante todo el curso. Una vez al mes traeremos a estas páginas poemas que figuran entre los más celebrados de las letras castellanas. Aquí te irás encontrando con esos poemas que no solo debemos conocer, sino también saber el nombre de sus autores y recordar versos y estrofas de los mismos porque han pasado ya a las páginas de oro de la literatura universal.
Para que este recorrido sea más fructífero, un sencillo método de trabajo en la clase de Lengua y literatura castellana:
1. Leemos, uno a uno, todos los poemas.
2. Escogemos el que más nos haya gustado, por la razón que sea: por su contenido, por su forma, por ambas cosas a la vez, etcétera.
3. Lo copiamos en el cuaderno de Lengua.
4. Analizamos la rima del poema (asonante, consonante o libre).
5. Analizamos la medida de los versos y las figuras literarias que conozcas.
6. Explicamos cuál es el tema principal o el contenido del poema.
7. Leemos el poema varias veces hasta aprenderlo. Después, siguiendo las indicaciones del profesor, lo recitamos en clase.
8. Recogemos información sobre los autores de estos poemas y redactamos un breve informe sobre cada uno. Se puede utilizar el libro de texto de Lengua Castellana y Literatura o recurrir a Internet.
CANCIÓN DEL PIRATA
José de Espronceda
(1808-1842)
Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín:
bajel pirata que llaman,
por su bravura, el Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento,
Y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul.
«Navega, velero mío,
sin temor;
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
»Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies».
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley la fuerza del viento,
mi única patria, la mar.
«Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra:
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.
»Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho,
y dé pecho
a mi valor».
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley la fuerza del viento,
mi única patria, la mar.
«A la voz de ?¡barco viene!?
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.
»En las presas
yo divido
lo cogido
por igual.
Solo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival».
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley la fuerza del viento,
mi única patria, la mar.
«¡Sentenciado estoy a muerte!
yo me río:
no me abandone la suerte
y al mismo que me condena
colgaré de alguna antena,
quizá en su propio navío.
»Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí».
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley la fuerza del viento,
mi única patria, la mar.
«Son mi música mejor
aquilones:
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
Y del trueno
al son violento
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar».
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley la fuerza del viento,
mi única patria, la mar.
LA SOLUCIÓN, AQUÍ:
1. Romántico 2. Siglo XV. 3. Tradujo la Biblia a la lengua vulgar
4. Colliure 5. El gran teatro del mundo.
1
A UN OLMO VIEJO
Antonio Machado (1875-1939)
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
ODA A LA VIDA RETIRADA
A LAS FLORES
Pedro Calderón de la Barca (1600-1681)
Estas que fueron pompa y alegría,
despertando al albor de la mañana,
a la tarde serán lástima vana,
durmiendo en brazos de la noche fría.
Este matiz que al cielo desafía,
iris listado de oro, nieve y grana,
será escarmiento de la vida humana:
¡tanto se desprende en término de un día!
A florecer las rosas madrugaron
y para envejecerse florecieron;
cuna y sepulcro en un botón hallaron.
Tales los hombres sus fortunas vieron:
en un día nacieron y expiraron;
que, pasados los siglos, horas fueron.
2
ROMANCE DEL CONDE ARNALDOS
3
4
5
Fray Luis de León (1527-1591)
¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruido,
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!
Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio moro, en jaspes sustentado.
No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.
¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado,
si en busca de este viento
ando desalentado
con ansias vivas y mortal cuidado?
¡Oh campo, oh monte, oh río!
¡oh secreto seguro deleitoso!
roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestüoso.
Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de quien la sangre ensalza o el dinero.
Despiértenme las aves
con su cantar suave no aprendido,
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
quien al ajeno arbitrio está atenido.
Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
Del monte en la ladera
por mi mano plantado tengo un huerto
que con la primavera,
de bella flor cubierto,
ya muestra en esperanza el fruto cierto.
Y como codiciosa
de ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.
Y luego sosegada
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo,
y con diversas flores va esparciendo.
El aire el huerto orea
y ofrece mil olores al sentido,
los árboles menea
con un manso ruido
que del oro y del cetro pone olvido.
Ténganse su tesoro
los que de un flaco leño se confían:
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.
La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.
A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me baste, y la vajilla
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.
Y mientras miserable-
mente se están los otros abrasando
en sed insaciable
del no durable mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.
A la sombra tendido
de yedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce acordado
del plectro sabiamente meneado.
Anónimo (siglo XV)
¡Quién hubiese tal ventura
sobre las aguas del mar,
como hubo el conde Arnaldos
la mañana de San Juan!
Con un falcón en la mano
la caza iba a cazar,
vio venir una galera
que a tierra quiere llegar.
Las velas traía de seda,
la ejercía de un cendal,
marinero que la manda
diciendo viene un cantar
que la mar ponía en calma,
los vientos hace amainar,
los peces que andan nel hondo
arriba los hace andar,
las aves que andan volando
nel mástil la faz posar.
-Galera, la mi galera,
Dios te me guarde de mal,
De los peligros del mundo
sobre aguas de la mar,
de las fustas de los moros,
que andaban a saltear.
Allí habló el conde Arnaldos,
bien oiréis lo que dirá:
-Por Dios te ruego, marinero,
dígasme ora ese cantar.
Respondióle el marinero,
tal respuesta le fue a dar:
-Yo no digo esta canción
sino a quien conmigo va.
¿Qué sabes de estos poetas?
1. José de Espronceda nació el mismo año en el que se inició la Guerra de la Independencia Española y está considerado como un poeta
Romántico
Épico
Costumbrista
Maldito
2. No sabemos quién es el autor del Romance del conde Arnaldos, un poema que se dio a conocer allá por el?
Siglo XIII
Siglo XV
Siglo XVI
Siglo XIX
3. Fray Luis de León fue un religioso agustino que estudió en Salamanca y fue profesor de la Universidad durante casi toda su vida. Pese a ser religioso, poeta famoso y reputado profesor, la Inquisición dio con sus huesos en la cárcel de Valladolid en la que estuvo preso cuatro años porque:
Lo pillaron copiando en un examen
Tradujo la Biblia a una lengua vulgar
Colgó los hábitos
Hablaba siempre en latín
4. Antonio Machado murió el 22 de febrero de 1939 en un pueblo del sur de Francia, un mes después de abandonar España en plena Guerra Civil. Su cuerpo está enterrado en:
Soria
Bayonne
Colliure
Sevilla
5. Calderón de la Barca, que en realidad se llamaba Pedro Calderón de la Barca y Barreda González de Henao Ruiz de Blasco y Riaño, poeta y dramaturgo del Siglo de Oro, fue el maestro de los autos sacramentales que por aquellas fechas causaban furor en el público. A él le debemos la obra:
El caballero de Olmedo
El gran teatro del mundo
El burlador de Sevilla
Las paredes oyen