Sacar partido a los errores para motivar actividades de redacción
26 mar 2014 . Actualizado a las 13:04 h.Los dedos pulsan frenéticos las teclas. La pantalla casi no tiene tiempo de dibujar la última letra cuando ya está pidiendo paso la siguiente. El cerebro envía raudales de órdenes a la máquina dactilar, que obedece con precisión de mecanismo de relojería. Hasta tal grado ha automatizado su funcionamiento que, si la manejaran dos cerebros, uno para cada mano, trabajaría con desenfreno inimaginable. Así, en pocos minutos, la insidiosa hoja en blanco ha quedado aumentada a una nueva página del libro, o del periódico. Es el triunfo de la eficacia en el arte de escribir.
Pero... Un momento, un momento, que las prisas nunca fueron buenas cuando queremos un trabajo bien acabado. Repasemos este montón de letras, no vaya a ser que se nos haya colado alguna errata.
Vamos mirando y el texto en general está bien. Pero, efectivamente, algunas letras han cambiado de lugar (explíticio), otras han desaparecido (elecrónica) o sobran (caracajada, anaaliza) y otras más se han duplicado (paralelepído, comprobabaron). A veces, la mano mal situada sobre el teclado genera combinaciones ubobtekugubkes (ininteligibles). Otras veces, el error da pie a la sonrisa. Es porque ha nacido una distersión, o una divorsión, llamadla como queráis. Lo que se pretende es dar nombre a las distorsiones divertidas de las palabras mal tecleadas y aprovechar para cultivar la sana costumbre de reírse de los propios errores.
Explicaciones del lenguaje
Los orígenes de los fenómenos que nos han traído todas estas palabras que no existían (pero que ahora ya existen, porque las hemos usado y nos han resultado útiles) están estudiados desde hace mucho tiempo por la retórica. Cuando se cuela una letra de más, se habla de prótesis, epéntesis o diéresis, según tenga lugar a principio, en medio o a final de palabra. Por ejemplo, en bromebar hay epéntesis.
Si se suprimen sonidos, la aféresis, la síncopa y la apócope dan nombre al fenómeno según ocurra a principio, en medio o a final de palabra. Así, en bipatito se ha producido una síncopa. La mayoría de los inventos que hemos traído hoy son casos de metátesis (permutaciones de sonidos), como en virutales, o de antítesis (sustituciones), como en escalela.
Claro que lo que estudia la retórica no son deslices al teclear, sino el uso intencionado de estos recursos en las obras de creación literaria. Así, cuando Quevedo prefiere escribir «Por vos, Ingalaterra / descansa y no descansa de la guerra», la epéntesis de Ingalaterra tiene una finalidad estética: en este caso, la más evidente es la regularización métrica. Es también con fin estético la aféresis de namorado en la poesía renacentista, como para darle al lenguaje un tono poético más exquisito.
Los versos de cabo roto son una forma peculiar de apócope, como esta composición de Cervantes:
Soy Sancho Panza escudé-
del manchego don Quijó-;
puse pies en polvoró-
por vivir a lo discré-;
que el tácito Villadié-
toda su razón de está-
cifró en una retirá-,
según siente Celestín-,
libro, en mi oponión, diví-,
si encubriera más lo humá-.
Actividades
¿Y qué se puede hacer con todo este material en clase? Bueno, espero que, antes de nada, pasar un rato divertido leyéndolo. Incluso más que divertido. Pero también alguna utilidad didáctica. ¿Qué tal alguna redacción empleando en ella un determinado número de palabras de este diccionario? «Cuando me fui a comprar unas botas adapatadas, la dependiente me aconejó que fueran fosforescentes. Yo creí que estaba bromebando...».
Divorticcionario
Una forma de jugar con estos errores es creando un diccionario de palabras mal escritas. Lo más gracioso serían las definiciones que sugieren. Este juego no me lo estoy inventando yo. Ya lo habían hecho antes otros escritores, con mayor o menor intención crítica, entre los que el más recordado quizá sea el del célebre humorista José Luis Coll, llamado así: Diccionario de Coll.
Vamos a intentar usar esta fórmula, pero con la idea de que sirva de base a un ejercicio de escritura en la clase de Lengua y, eso sí, con la condición de que leáis en voz alta las distersiones: es fundamental para divortirse.
Abarratoda.- Barra de un bar cuando es imposible hacer que el camarero te vea de llena que está.
Aconejar.- Dar conejo a quien no lo pide ni lo necesita. Esta palabra tiene la ventaja de que si le dices alguien que no te aconeje ya no tienes que echarle el rollo para explicarle por qué.
Adapatada.- Dícese de la bota diseñada especialmente para patear. Por ejemplo, las de fútbol, pero las de baloncesto, no.
Bipatito.- Forma de gobernar que consiste en echar dos patos al agua: si nadan juntos a la derecha, es sí; si a la izquierda, es no; si se separan, es ni sí ni no.
Bolígrado.- Ciudad rusa donde se inventaron los bolígrados, que son bolis que pueden escribir a varios grados bajo cero o boca abajo.
Bromebar.- Decir chanzas y bromas propias de quien se ha pasado toda la tarde empinando el codo.
Carkis.- Mi nombre escrito de forma divortida.
Cascanueves.- El típico equipo de fútbol que te casca nueve goles como quien no quiere la cosa cada vez que juegas contra él.
Dólores.- Moneda que, cuando se paga con ella, duele más de lo normal, como, por ejemplo, la que se usa para pagar impuestos en algunos países.
Donacienos.- Donaciones falsas, como cuando se mete un botón en el cepillo de la iglesia.
Durector.- Director que aguanta mucho tiempo en el cargo. Director mandón y exigente.
Entrabañables.- Peluches que, después de lavarlos, quedan más suaves y como que dan más ganas de abrazarlos.
Escalela.- Escalera que, según subes, te va quedando más lejos lo que buscas.
Eslegante.- Elegante por naturaleza.
Esperandadores.- Que caminan animados por una esperanza.
Extramedidades.- Brazos o piernas exageradamente largas.
Fofisticación.- Engordar con elegancia.
Froteras.- Fronteras en las que hay roces entre los países que las comparten.
Galadornada.- Premio de poco valor, que está bien por fama o de adorno, pero que no tiene pecunia.
Guarida civil.- Cuartel de la benemérita.
Indiñolas.- Esta palabra no significa nada. Alguien le dio a la tecla Supr mal.
Intententar.- Intentarlo muchas veces o con mucho ahínco.
Motociucleta.- Moto made in Cataluña.
Musucular.- Perteneciente a los musúculos, pero esto no sé lo que es, porque no viene en mi diccionario.
Natanja.- Postre de naranjas con nata.
Naturalela.- Conjunto de los animales más tontos del mundo.
Nonarca.- Rey venido a menos, que no manda nada.
Notones.- Botones llamativos, sean bonitos o feos.
Nukñunetris.- Milímetros distersionados.
Oringales.- Que quieren ser tan singulares que se pasan de la raya.
Parlalemto.- Forma de hablar lenta. Fig.: intervención hablada que no contiene ninguna verdad.
Patimonio.- Bienes de poco valor que posee una persona.
Perdonaje.- Personaje de novela o de cine: típico chulo que va de perdonavidas.
Perdonalidad.- Persona de carácter muy dado a andar pidiendo excusas.
Pisquiatra.- Esta no hace falta definirla, ¿no?
Psicótapa.- Camarero mentalmente desequilibrado que cobra por las tapas que no te has comido.
Progatonista.- Gato más importante de una película de gatos.
Riachuleo.- Arroyo de poco caudal, pero que se da muchos aires.
Siguión.- En ciclismo, el corredor que siempre va detrás de otro, que nunca toma el relevo.
Simónimo.- Un sinónimo bonito.
Trasiniciar (una relación).- Estropear una relación entre dos personas nada más comenzarla.
Virutales.- Pequeños restos de información que deja la actividad en Internet.