En la naturaleza hay tres horas importantes: el orto, el mediodía y el ocaso
24 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Porque voy a enloquecer. Valga este remedo del bolero que popularizaron Los Panchos para iniciar una reflexión sobre el concepto de hora; también para expresar la incomodidad de muchas personas por los trastornos sufridos durante tanto tiempo, dos veces al año, en los agresivos cambios de hora oficial. A principios de la primavera y del otoño nuestros ritmos circadianos y nuestros relojes biológicos se volvían locos, ocupados durante unos cuantos días en ajustar de nuevo los ciclos de sueño-vigilia, las secreciones hormonales, los hábitos alimentarios y las digestiones, e incluso otros procesos como la termorregulación.
Parece que la cosa va a cambiar (en buena hora), y puestos a reflexionar sobre el horario oficial más conveniente, vayamos al origen, al recuerdo de la invención de las horas en armonía con la naturaleza, al horario solar. Durante muchos siglos eso fue lo único importante: la actividad humana tenía lugar esencialmente con la luz diurna, y la noche se dedicaba al reposo. Esa realidad invitaba a marcar tres horas clave: el orto, el mediodía y el ocaso. Los romanos ya dividieron el espacio de tiempo entre el orto y el ocaso en doce partes, asignando al mediodía la hora sexta. A esa hora se paraban a comer y descansar un rato, y parece que ese es el origen de la palabra siesta.
El mediodía solar es fácil de registrar allá donde nos encontremos. Es el momento en que el sol está más alto sobre el horizonte y tienen lugar las sombras más cortas del día. Las sombras cambian de dirección y longitud continuamente, y ese es el principio de los relojes de sol. Para los romanos siempre amanecía a primera hora (la hora prima) y siempre era la hora sexta cuando llegaba el mediodía. Tanto en verano como en invierno. Evidentemente, eso implicaba que las horas tenían distinta duración a lo largo del año, pero ello no tuvo importancia durante siglos. En la Edad Media se podía ir a trabajar el campo a la hora del alba (cuando don Quijote salió de la venta), comer y echar la siesta a mediodía, para retirarse a descansar con la puesta de sol. Fuera verano o invierno, se sabía que a mediodía había transcurrido la mitad de la jornada.
Aunque ya había relojes mecánicos en el siglo XIII, el día se seguía organizando en función de la luz: las horas las marcaba el sol y la precisaban las campanas de los conventos.
La necesidad de un mayor control horario nació al incrementarse el comercio, cuando el trabajo sirvió para generar ingresos y mejorar la producción aprovechando el tiempo al máximo. Poco a poco, a partir del siglo XV el tiempo comienza a ser algo cuantificable y valioso. Es en el XVII cuando se extiende la idea de hacer iguales las horas de verano e invierno, tomando como referencia las de los equinoccios. Así nacieron las horas de 60 minutos. Con el desarrollo de la iluminación eléctrica se extendió la actividad nocturna, de ocio y de trabajo. Los relojes mecánicos ya ocuparon los edificios públicos, luego los hogares y con el siglo XX todos terminamos esposados a la hora gracias a un reloj de pulsera. Somos esclavos del tiempo.
Ipse dixit
Cuando sea llegada mi hora, moriré, pero lo haré como debe morir un hombre que no hace más que devolver lo que se le confió
Epicteto (50-138)
La del alba sería cuando don Quijote salió de la venta, tan contento, tan gallardo, tan alborozado por verse ya armado caballero que el gozo le reventaba por las cinchas del caballo
Miguel de Cervantes (1547-1616)
Coimbra tem mais encanto na hora da despedida
Fernando Machado Soares (1930-2014)
Cada minuto que pasa es irrecuperable. Sabiendo esto, ¿cómo podemos perder tantas horas?
Mahatma Gandhi (1869-1948)
Vale más hacer la cosa más insignificante del mundo que estar media hora sin hacer nada
Johann W. Goethe (1749-1832)
Por muy largas que os parezcan las horas, las veréis cortas si pensáis que nunca volverán a pasar
Aldous Huxley (1864-1963)
Amar la lectura es trocar horas de hastío por horas deliciosas
Charles L. de Montesquieu (1689-1755)
La mayor parte de los fracasos nos vienen por querer adelantar la hora de los éxitos
Amado Nervo (1870-1919)
actividades
1 Los romanos llamaban «meridies» al mediodía, y por ello fue «meridianus» la línea definida por la sombra de un poste vertical en ese momento, que marca la dirección norte-sur. Traza la dirección del meridiano que pasa por el centro del patio en tu colegio.
2 Para medir tiempos cortos se usaron desde la antigüedad clepsidras y relojes de arena (que en realidad debieran llamarse cronómetros). En la Edad Media cada hora se dividía en 40 momentos. Calcula cuánto has de esperar si alguien te dice que volverá «dentro de un momento»:
- en el equinoccio de otoño
- en el solsticio de invierno
- en el solsticio de verano
3 Construye un reloj con una vela de cera o parafina, de modo que si la enciendes al comienzo de la clase te permita ver cuándo ha llegado la hora de recreo.
4 Define en pocas palabras estos tiempos famosos: la hora punta, la hora suprema, las horas bajas, las horas muertas y la hora de la verdad.
5 Hasta tiempos recientes los campesinos interrumpían sus trabajos al mediodía para el rezo del ángelus. Durante la Edad Media en los conventos y monasterios se convocaban a toque de campana los rezos para las distintas horas del día: prima (amanecer), tercia (media mañana), sexta (mediodía), nona (media tarde) y vísperas (ocaso). Había también rezos de completas (noche cerrada) antes de retirarse a descansar, así como maitines (medianoche) y laudes antes del amanecer. Asigna a cada una de esas horas canónicas una hora de nuestros relojes actuales.