Mucho más profundo que la piel: así impacta la dermatitis atópica en la calidad de vida de los niños
ENFERMEDADES
La enfermedad suele aparecer en la infancia y está asociada a síntomas de ansiedad y depresión
20 oct 2022 . Actualizado a las 16:09 h.La dermatitis atópica, también llamada eccema, es una patología de la piel que afecta a más de un millón y medio de personas en España. Es una de las enfermedades dermatológicas más frecuentes y se suele dar en simultáneo con el asma, ya que ambas tienen un mecanismo común a nivel inmunológico. La dermatitis atópica, que está provocada por una reacción conocida como inflamación tipo 2, provoca picazón y enrojecimiento de la piel. Se trata de una enfermedad crónica con episodios periódicos de exacerbación.
Los riesgos que conlleva la dermatitis atópica van más allá de la piel. «La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria de la piel que suele aparecer en los primeros años de vida, y se caracteriza por picor en la piel y brotes de eccema de manera crónica que se puede asociar además a otras enfermedades alérgicas como asma, rinitis, alergias alimentarias, alergia al polen», explica el dermatólogo infantil Raúl de Lucas, jefe de sección de Dermatología Pediátrica del Hospital Universitario La Paz. «Es una enfermedad que produce una gran alteración en la calidad de vida porque interfiere con el sueño, con la concentración, con el aprendizaje. Y la propia inflamación hace que estos niños tengan a veces déficits de crecimiento. Es mucha inflamación, muchos brotes a lo largo del tiempo, y eso puede repercutir tanto en la salud general como en la salud mental de los pacientes y en sus familias», añade.
De hecho, varios estudios demuestran que la dermatitis atópica tiene un impacto en la calidad de vida de los niños que es comparable al de otras enfermedades crónicas como la insuficiencia renal. Un estudio publicado en British Journal of Dermatology en el 2006 incluso halló que la dermatitis atópica afectaba a la calidad de vida de los niños en mayor medida que la epilepsia o la diabetes, llegando a provocar depresión y ansiedad en los pequeños.
Además, las familias también se ven seriamente afectadas. Los padres de niños con dermatitis atópica dedican hasta 12 horas semanales al tratamiento de los síntomas de la enfermedad, que provoca una disrupción de la vida familiar en muchos casos. Según una investigación, el 36 % de los padres o cuidadores de niños con esta enfermedad presentan síntomas de ansiedad y/o depresión.
Causas de la dermatitis atópica
Aunque existen distintos factores que contribuyen a que una persona pueda desarrollar una dermatitis atópica, no hay ninguna causa única para la patología. «Hablamos de una enfermedad multifactorial. Hay una predisposición genética, de hecho, hay mutaciones en genes de proteínas estructurales de la piel que pueden producir un fallo de la barrera cutánea, haciendo que la persona sea más susceptible a este tipo de problemas. Se produce una alteración de la barrera cutánea que hace que se pierda agua a través de la piel, haciéndola áspera, y facilitando que puedan penetrar sustancias como alérgenos, irritantes o microorganismos que pueden provocar estos procesos inflamatorios. Además, existe una alteración inmunológica subyacente por un aumento de determinadas sustancias inflamatorias, que mantienen la inflamación y los brotes en el largo plazo. O sea que es una suma de esta predisposición genética, factores ambientales, cuidados, factores infecciosos y otros temas lo que da lugar a la dermatitis atópica», explica de Lucas.
Por otra parte, señala el especialista, «la contaminación puede empeorar la dermatitis atópica, porque hay sustancias en el aire que pueden dañar la barrera cutánea, y también la empeora el clima. Sobre todo, los climas secos y fríos son los que más se asocian con brotes de dermatitis atópica».
Asma y dermatitis atópica
Frecuentemente, la dermatitis atópica se da en simultáneo con el asma, una afección de las vías respiratorias que provoca que estas se estrechen y se inflamen, dificultando la respiración y produciendo un silbido al hacerlo, dando una sensación de falta de aire. Según la Clínica Mayo, la dermatitis atópica puede preceder, en muchos casos a esta enfermedad: más de la mitad de los niños con dermatitis atípica contraen asma.
Esto se debe, explica de Lucas, a que el asma y la dermatitis atópica comparten un mecanismo inmunológico, que es la inflamación tipo 2. «La inflamación tipo 2 es un tipo de inflamación que depende de unos linfocitos que forman parte de nuestro sistema inmune, los linfocitos Th2. Estos procesos inflamatorios pueden aparecer de forma simultánea en la piel y en el aparato respiratorio, dando lugar a esa clínica tan característica de contracción de los bronquios», observa el dermatólogo.
La inflamación tipo 2 es entonces una respuesta inmune excesiva ante alérgenos u otros factores desencadenantes mencionados, como la contaminación o los climas fríos. Esa respuesta juega un papel determinante en enfermedades inflamatorias como la dermatitis atópica y el asma, así como en otras enfermedades como la rinosinusitis crónica con poliposis nasal, la esofagitis eosinofílica o algunas alergias alimentarias.
No se trata de una correlación únicamente entre la dermatitis atópica y el asma: las personas con una enfermedad inflamatoria tipo 2 tienen más riesgo de convivir con otra patología de la misma clase. En lo que se refiere a los niños, más del 85 % de los afectados por una dermatitis atópica también sufren otra enfermedad inflamatoria tipo 2, conviviendo con asma más de la mitad. Este porcentaje aumenta hasta el 93 % en los adolescentes con dermatitis atópica moderada o grave, de los cuales un 81 % también tiene asma.
Por otro lado, el fallo de la barrera cutánea característico de la dermatitis atópica hace que también la piel de los pacientes sea más susceptible a procesos infecciosos cutáneos. «Son particularmente más severas las infecciones víricas, por ejemplo, el molusco contagioso, que es un virus que se extiende muy rápidamente en pacientes con dermatitis atópica, o las infecciones de herpes. Hay procesos de infección bacterianos como el impétigo. Son mas frecuentes las infecciones, pero no son causa de la dermatitis atópica, que no está producida por nada alérgico ni infeccioso, sino por esa serie de factores que afectan a la piel», aclara de Lucas.
Síntomas y diagnóstico
Podemos sospechar de una dermatitis atópica cuando alguien, especialmente un niño, presenta una inflamación enrojecida en la piel, con manchas de color rojo o marrón grisáceo en manos, pies, tobillos, muñecas, cuello, pecho, en la parte interna de codos y rodillas, o también, en el caso de los bebés, en el rostro y el cuero cabelludo. Pero la sintomatología incluye también una picazón molesta, especialmente durante la noche, unas protuberancias pequeñas en las zonas afectadas, que pueden supurar líquido y formar costras si se las rasca, y en general una piel escamosa y seca, extremadamente sensible.
Cuando esto ocurre, indica de Lucas, lo adecuado es consultar con un especialista. «El patrón de inflamación es muy característico en la dermatitis atópica y realmente no se parece a otras. Por eso es tan importante que el paciente, cuando tiene una enfermedad de la piel, vaya al dermatólogo. Nosotros, viendo las lesiones, haciendo una buena historia clínica, podemos llegar a un diagnóstico con muy pocas pruebas. Hay veces que hay que hacer una biopsia, pero muchas veces, con la historia clínica es suficiente», dice.
«Es importante hacer un diagnóstico correcto. Es una enfermedad muy prevalente, pero muchas veces se abusa del diagnóstico. Cuando alguien tenga una enfermedad crónica, conviene que el paciente sea visto al menos una vez por un dermatólogo», insiste de Lucas.
Tratamiento de la dermatitis atópica
Los tratamientos para la dermatitis atópica han evolucionado significativamente en el último tiempo. «Hasta hace poco, utilizábamos un tratamiento antiinflamatorio, fundamentalmente con formatos tópicos y orales, con inmunomoduladores tópicos, inmunosupresores sistémicos, y siempre indicando una serie de cuidados con emolientes, con geles sin detergente. Pero en los últimos años, ha habido un desarrollo espectacular de nuevas opciones de tratamiento, entre las que destaca el dupilumab, que está aprobado en población pediátrica desde enero y que ha cambiado la vida de los pacientes», señala de Lucas.
«El mecanismo de acción es muy lógico, lo que hace es moderar la inflamación de linfocitos H2, con lo cual estamos por fin utilizando un medicamento específico que modula el proceso inflamatorio de la dermatitis atópica, y además tiene un efecto reparador de la barrera cutánea y funciona muy bien en la mayoría de pacientes con formas graves y moderadas de la enfermedad. Es un tratamiento que se administra de forma subcutánea cada dos semanas. En niños se puede administrar cada mes. Tiene muy pocos efectos secundarios. Puede quizás provocar una irritación ocular leve, pero eso lo solucionamos utilizando lágrimas artificiales, se suele tolerar muy bien», observa el dermatólogo.
Por otra parte, existen medidas que pueden ayudar a los pacientes a prevenir los episodios o exacerbaciones de la dermatitis atópica, minimizando las molestias que, para estas personas, surgen, por ejemplo, tras tomar un baño. En este sentido, la humectación de la piel es fundamental y debe hacerse con cremas o lociones indicadas específicamente para pieles atópicas. El uso de vaselina en la piel de los bebés también puede ayudar a prevenir la aparición de esta patología, sugiere la Clínica Mayo. Se recomienda asimismo secar la piel con golpecitos suaves, evitando frotarla, al salir de la ducha o el baño.
Para los pacientes, también es crucial identificar los desencadenantes que empeoran o exacerban la enfermedad, para poder evitar o minimizar la exposición a ellos: factores como el sudor, el estrés, ciertos jabones, el polvo o el polen son algunos de los más frecuentes, aunque en algunos casos pueden darse exacerbaciones ligadas al consumo de ciertos alimentos, como los lácteos, los huevos, la soja o el trigo.
Baños de lejía
La Academia Americana de Dermatología (AAD) recomienda los baños de lejía como medida preventiva frente a las exacerbaciones de la dermatitis atópica. Para prepararlo, debes diluir media taza de lejía de uso doméstico en una bañera llena de agua tibia. Sumerge la piel de las zonas afectadas durante unos 10 minutos, evitando sumergir la cabeza. Pero cuidado: estos baños se pueden tomar dos veces por semana como máximo.