Otro de los atractivos de este recinto es el terreno que posee. La casa está rodeada por 14.000 metros cuadrados de finca para el disfrute de los huéspedes. Las vistas no son nada despreciables. «En otoño, cuando los árboles no están tan frondosos, se puede ver Monforte y Castro Caldelas a lo lejos» aseguraba Rosa. Es un espacio bastante bien repartido en el que no falta pozo, huerta, estanque y una zona con plantas aromáticas y medicinales. «Ya existía la mina de agua, nosotros recuperamos el estanque y su entorno. En cuanto a la huerta, aprovechamos que había mucho espacio, para cultivar algunos productos que luego utilizamos para el restaurante» comentaba Rosa. El recinto tiene varias entradas, una de ellas franqueada por una cruz, conduce al campo de la feria, otra sale al camino de las iglesias, según nos explicaba Rosa: «Esta era la que utilizaba el cura cuando tenía que acudir a dar las misas y nosotros la hemos conservado». Destacan en la finca dos edificios más: un palomar que existía ya antes de la remodelación que convirtió el conjunto en casa de turismo rural y al que se añadió un cruceiro, y una bodega pensada sobre todo para las personas que están allí hospedadas: «La idea era hacer un sitio de reuniones, para que la gente pueda tomar unos vinos o hacer una queimada sin tener que preocuparse por el ruido y a la vez sin molestar a los demás inquilinos. Todavía faltan algunos arreglos pero ya está en uso».