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Barro y porcelana en Froxán

C. Rueda | F. Albo MONFORTE

LEMOS

Reportaje | Nuevas ocupaciones en el medio rural El artesano coruñés Pablo Corredoira vive desde hace cinco años en una aldea restaurada de O Courel, donde tiene su taller y piensa abrir un puesto de venta

19 ago 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

?atural de A Coruña y asentado desde hace cinco años en la aldea de Froxán, en O Courel, Pablo Corredoira representa un caso aún poco común en el sur lucense, pero más habitual en otras zonas: el de los modernos artesanos -a menudo de origen urbano- que se establecen en pequeños pueblos para montar allí sus talleres y puntos de venta. Antes de mudarse a O Courel, Corredoira tuvo un taller de artesanía en Vigo. Profesionalmente se define como investigador de la cerámica y escultor en piedra y madera. Se asentó por razones económicas en Froxán, una de las aldeas restauradas de la sierra, y quedó sorprendido por el encanto y la riqueza natural de la zona. «El contacto con la naturaleza es para mí una fuente de inspiración que me ayuda en gran medida en mi trabajo creativo», dice. Actualmente diseña piezas de joyería en porcelana que vende a distintas empresas y también recrea piezas arqueológicas en cerámica, como los cascos guerreros de los antiguos romanos y de otras culturas. Los petroglifos y trisqueles y animales mitológicos como el búho son los símbolos más frecuentes en sus trabajos. Para fabricar la porcelana -un material no muy frecuente entre los artesanos gallegos- utiliza caolín procedente de una cantera de Santiago, que mezcla con un poco de sílice. «Me sale una porcelana casera muy comercial y de gran competitividad», explica. Técnicas Las piezas de porcelana se calientan en un horno a 750 grados para hacer una precocción y eliminar restos de humedad. Después les aplica un esmalte a base de metales fundentes y las mete de nuevo en el horno, ahora 1.300 grados, para que el esmalte se funda con la porcelana. El artesano también utiliza a menudo el barro para elaborar piezas inspiradas en objetos antiguos o tradicionales, como carros del país, cascos, colgantes, máscaras típicas de carnaval rural... En este caso, la materia prima la consigue en las proximidades de la aldea de Vilar, en una antigua veta ferrosa mezclada con barro rojo de la que era conocedor Juan Ferreiro, vecino de la localidad. Para comprobar su resistencia y calidad, Corredoira hizo unas pruebas previas de cocción a 700 grados, con un resultado óptimo para sus intereses. El proceso que utiliza en la preparación del barro es totalmente artesanal. Empieza con un secado al aire libre, luego lo tritura con una maza y después lo pasa por una criba para separarle las piedras e impurezas. A continuación lo mete en una tina con agua para que se hidrate y, una vez que el barro ha absorbido el agua, empieza a amasarlo con sus propios pies. Después lo extiende sobre una plancha de yeso o escayola para que pierda la humedad superficial, Entonces es cuando el barro se encuentra en buen estado para ser moldeado. Para colorearlo emplea unos trucos caseros a base de óxidos: sulfato de cobre, manganeso, cobalto... En la actualidad, Corredoira vende sus creaciones en diversos puntos de O Courel y en pequeñas tiendas, pero se plantea montar una exposición permanente y un punto de venta en su propio taller de Froxán.