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El carnero alado, otro icono que perdió parte de su enigma

Benigno Lázare LUGO

LEMOS

Arte Uno de los elementos más característicos del Museo Provincial probablemente no sea prerromano, como se le atribuyó hace décadas, sino de los siglos XI al XIII

06 ene 2007 . Actualizado a las 06:00 h.

Entre las varias obras de arte que se convirtieron en símbolos del Museo Provincial de Lugo figura el conocido como carnero alado de Ribadeo, pieza de oro que entró en él en abril de 1976, formando parte del depósito de Álvaro Gil Varela. Durante mucho tiempo se consideró una figura única, con una romántica localización, ya que, al parecer, había sido descubierta en 1945 con motivo de unos trabajos de dragado de la ría de Ribadeo, de ahí el nombre por el que se la conoce. Están sin realizar pruebas científicas que permitirían datarla con exactitud y apenas se conoce nada de su procedencia, por lo que se puede seguir considerando una pieza enigmática. Sin embargo, parte de sus supuestos misterios se derrumbaron hace años. Investigaciones realizadas hace tiempo, como la de Felipe Arias, ponen en solfa la supuesta localización en la ría ribadense. Entre otros datos, en el año de su localización no fue realizado ningún dragado de la ría y, por otra parte, el estado de conservación del metal tampoco parece corresponderse con el que debería tener una pieza en contacto con el agua marina durante siglos. Hace años, el responsable de Difusión del Museo, Fernando Arribas, localizó de casualidad otra pieza de similar factura en el museo de la Fundación Abegg de Suiza, que echó por tierra la creencia de que la de Lugo era única. Tirando del hilo de la investigación y con las facilidades que da Internet, posteriormente descubrió que en Canadá hay otra casi igual, aparte de varias del mismo estilo en la citada fundación y en otros países. El carnero alado de Ribadeo fue expuesto por primera vez coincidiendo con la celebración en la ciudad del Coloquio Internacional del Bimilenario. La pieza despertó tal expectación que dos especialistas, Antonio Blanco Freijeiro y Juan Maluquer de Motes, decidieron publicar sendos estudios sobre ella. Blanco Freijeiro vio en el carnero una relación con la leyenda griega de Jason y el vellocino de oro y apuntó la posibilidad de que fuese castreña prerromana con influencia tartésica. Maluquer fija como época más probable la comprendida entre los años 525 y 475 antes de Cristo. Sin embargo, la paralela que se conserva en Suiza, identificada como cabra ibérica, tiene atribuido su origen entre los siglos XI y XIII. Detalles comunes Tanto Maluquer como Blanco Freijeiro se equivocaron también al destacar la ausencia de paralelismos con la pieza que se conserva en Lugo, detalle de gran importancia para las hipótesis sobre su origen. La cabra ibérica de la Fundación Abegg también está realizada en oro y es de idéntico tamaño, de seis centímetros y medio. Parte de su cuerpo está ornamentado con filigrana retorcida simulando escamas semicirculares. Tiene figuras zoomórficas complementándola, e incluso es similar la actitud, con la cabeza ligeramente levantada y la boca abierta. El responsable de Difusión del Museo admite la existencia de rasgos distintivos, pero matiza que, «a pesar destas diferenzas, a impresión que causan estas figuras é que foron realizadas pola mesma man ou que unha inspirouse na outra».