No podía fallar. Ayer fue el día de todo marzo que más llovió en Monforte. A las seis de la tarde habían caído ya 9,1 litros por metro cuadrado, más del doble de lo recogido en lo que llevamos de mes. Una buena noticia para la despedida de este seco invierno, si no fuese porque ayer se celebraba la sexta edición de la Feira Medieval de Monforte.
Pero no se puede decir que la lluvia aguase la fiesta. No del todo, por lo menos. Cayó desde la mañana hasta que empezó a anochecer, pero lo hizo de forma intermitente, así que los actos programados por los organizadores fueron avanzando a trompicones, al ritmo que marcaban las nubes. Seguro que el tiempo inestable restó afluencia, pero aún así miles de personas se pasaron por la plaza de España y las calles que desembocan en ella desde los aledaños de la muralla medieval. En los momentos en que el chaparrón era especialmente intenso, como cuando, a pocos minutos de las dos, una ventolera levantó las jaimas del equipo de sonido y de alquiler de trajes en la plaza de España, el público desaparecía. Y en cuanto dejaba de llover, el recinto volvía a llenarse en unos minutos.
Zancudos y malabares
Zancudos y gaiteiros vestidos como trovadores medievales animaron el ambiente durante toda la jornada por la calle Cardenal y la plaza de España. En la plaza, se sucedieron los espectáculos de magia y malabares.
Esta edición marcó un récord de puestos de artesanía. Se instalaron 55, cinco más que el año pasado, en la plaza de España, la calle Bailén, la cuesta de Santo Domingo, en la Régoa y en la plazuela del Burato. Los más madrugadores abrieron ya el viernes por la tarde, como la herboristería tradicional que viene todos los años desde Jaén. Pero la mayoría no se instalaron hasta ayer por la mañana. Entre los nuevos, tuvieron especial éxito un puesto de crepes y un vendedor de vinos de Oporto.