El Homo heidelbergensis , el presunto autor de las industrias paleolíticas de As Lamas, es una antigua especie humana que vivió en Europa aproximadamente entre hace 500.000 y 250.000 años. Se le considera como una especie intermedia entre el más antiguo Homo antecessor (hombre de Atapuerca) y el hombre de Neandertal, que surgió en Europa hace unos 230.000 años. Ninguna de estas especies es antecesora directa de los humanos modernos, que aparecieron en la Península hace unos 40.000 años.
El primer fósil conocido de este homínido fue encontrado en 1907 en una mina de la localidad alemana de Mauer, cerca de la ciudad de Heidelberg, a la que debe su nombre científico. Más adelante se hallaron otros restos en diversos puntos de Europa y África, pero el mayor número se localizó en el yacimiento de la Sima de los Huesos, en Atapuerca, donde se desenterraron los fósiles de 32 individuos, a los que se atribuye una antigüedad mínima de 350.000 años.
Gran corpulencia
Era una especie gran corpulencia, con una media de 1,80 metros de estatura y unos cien kilos de peso en los machos, por lo que ha recibido el apodo de Goliat . Su peso corporal medio superaba en un 30 % al de nuestra especie, a causa de su gran anchura del tronco y a su mayor masa muscular y esquelética. Poseía también una notable capacidad craneal, con un promedio de entre 100 y 150 centímetros cúbicos menos que el del Homo sapiens . Su volumen cerebral, por lo tanto, era más pequeño en relación con el tamaño del cuerpo. Estudios recientemente realizados sobre uno de los cráneos más completos hallados en Atapuerca -el llamado cráneo número 5 o Miguelón - demostraron que esta especie era diestra, es decir, que usaba preferentemente la mano derecha, al igual que los humanos modernos y a diferencia de los simios, que son ambidextros.
De acuerdos con los conocimientos actuales, los Homo heidelbergensis se mantenían sobre todo de la caza de pequeños animales y de la recolección de plantas silvestres. Además de fabricar diversos tipos de útiles de piedra, elaboraban al parecer unas rudimentarias jabalinas y lanzas de madera -según indican algunos hallazgos- que pudieron utilizar para cazar presas de mayor tamaño. Se supone además que esta especie llegó a controlar el fuego, como sugieren unos refugios paleolíticos de esta época hallados en el yacimiento francés de Terra Amata -cerca de Niza-, en los que se encontraron restos hogueras. Estos homínidos llevaban una vida extremadamente dura y difícil y se calcula que su esperanza de vida al nacer sería de entre 15 y 20 años, llegando a los 40 o a los 45 en los casos de mayor longevidad.