Con la etapa inédita del pasado viernes entre Sarria y Ponferrada, la Vuelta descubrió para el ciclismo las montañas de Os Ancares, cuya belleza y dureza fueron ensalzadas de forma unánime por los medios especializados. El continuo sube y baja con rampas de hasta el 17%, las carreteras sinuosas y arboladas en el fondo de los valles y las espectaculares vistas en las zonas altas, no dejaron indiferente a nadie, tal como había previsto la propia Vuelta en su página oficial, donde se decía que el puerto de Os Ancares «se perfila como otro de los grandes mitos en la historia de la Vuelta».
Bastó la fugaz visita del viernes para que la sierra lucense figure ya en el mapa del ciclismo internacional. Tras el buen sabor de boca los ancareses esperan recibir la Vuelta en próximas ediciones porque, como expresó el comentarista de TVE, Carlos de Andrés, durante la retransmisión «esta etapa se merece repetirla y cuantas más veces mejor».
El viernes todo fueron halagos para Os Ancares por parte de la prensa especializada, tanto por la belleza como por la entidad deportiva de los recorridos. Preciosa, muy bonita, muy bella, salvaje, esas carreteras que hacen ciclismo, estupenda etapa de alta montaña, verdaderamente dura, tan bonita como matadora, no se echan para nada en falta esas etapas del Giro (Alpes, Dolomitas) o del Tour de Francia. Pedro Delgado y sus compañeros de La Primera se deshicieron en elogios y destacaron que habían iniciado una hora antes la retransmisión para poder mostrar «esta zona intermedia de la etapa».
Por su parte el diario Marca tituló en su versión on-line tituló: «Espectacular 13ª jornada de la Vuelta. Albasini gana una etapa de otra época», y matizó que el corredor podía sentirse orgulloso por ganar «una etapa de verdad». Para el periódico con más lectores de España, Os Ancares fueron un viaje en el tiempo y los encantos de una naturaleza virgen contagiaron a la carrera recuperando el deporte en estado puro: «Ante un recorrido atractivo los corredores son capaces de rememorar un ciclismo de antaño».
También entre técnicos y ciclistas la entidad deportiva de la prueba quedó de manifiesto e incluso fue valorada por algunos como la etapa reina de la presente edición: «Les he dicho [a mis corredores] que la de hoy [por el viernes] era la etapa reina de la Vuelta a España, con un desnivel [acumulado de ascenso] de 4.500 metros. Muy dura», declaró ante los micrófonos de televisión española Gorka Gerrikagoikia, el primer director del Euskaltel Euskadi, cuando los ciclistas iniciaban la ascensión.
Un sinsabor
El gran sinsabor que dejó, sin embargo, entre los amantes de la bicicleta la etapa del viernes, fue que los puertos ancareses estaban demasiado alejados de la meta en Ponferrada, lo que restó trascendencia a la etapa. En este sentido, Carlos Sastre, ganador de un Tour, expresaba en la llegada, que la jornada había sido «demasiado dura» y Pedro Delgado explicaba que a parte de los sesenta kilómetros a meta, el hecho de que el sábado y domingo se celebrasen dos «etapas de montaña con final en alto» condicionó la participación en la carrera de «los primeros espadas de los equipos».
La opción de ubicar un final de etapa en el puerto de Ancares, a 1.648 metros de altura, fue barajada por la organización desde un principio y resultó el comentario generalizado entre la prensa y los aficionados durante la jornada ancaresa y la gran reivindicación local. Las dudas sobre si en el puerto hay espacio para ubicar un fin de etapa están despejadas puesto que el propio director de la Vuelta, Javier Guillén, valoró que sí se podría llevar a cabo, pero que la organización se decantó por hacer «una primera aproximación este año y luego plantearse más seriamente una llegada en un futuro», según comentó Pedro Delgado durante la retransmisión. Al parecer el hecho de ser una «montaña desconocida» y el miedo a que no hubiese «mucho público» condicionaron la decisión, según matizó el excorredor.