Cuando leo el discurso de investidura del presidente Rajoy, me viene a la cabeza la frase «nada puedo ofrecer más que sangre, trabajo, sudor y lágrimas» de sir Winston Churchill cuando pidió el voto de la Cámara de los Comunes para su nuevo gobierno. No es exactamente lo que pide nuestro presidente, pero se acerca mucho. Toda su intervención en el Congreso fue con palabras del tipo: «Nos esperan esfuerzos muy exigentes, el esfuerzo no será inútil, y llegará de nuevo el día en que no recordemos los sacrificios». Solo faltaba la banda de música de la Guardia Real tocando para poner más emoción al acto.
Así es, como usted lo lee, nos piden más esfuerzos y sacrificios. Rajoy, en otra parte de su discurso, quiere que los jóvenes «conserven» el derecho a soñar y a construir su futuro. Yo no lo veo, de verdad, cómo se puede soñar un futuro con ese discurso. Por ejemplo, con una jubilación, si logran llegar a ella, proporcional a las cotizaciones realizadas a lo largo de toda su vida o que tengan que completar su pensión con un trabajo a tiempo parcial. O comprando pisos con hipoteca a manta para sanear bancos. Este gobierno potenciará los planes privados de pensiones, ¿de dónde sacaremos los trabajadores los cuartos si hay reducción de salarios y contratos con una indemnización mínima por despido? No miren para los funcionarios que, con todo lo «privilegiados» que dicen que son, los hay mileuristas con treinta años de antigüedad. ¿Y la nueva ley que preparan de Servicios Básicos de Sanidad? Recortarán prestaciones con la excusa del déficit público. Y estas decisiones las tomará al ritmo que sea necesario. Construyendo futuro, vamos.