En Quiroga se conserva una importante y poco conocida muestra de minería antigua
04 feb 2014 . Actualizado a las 17:59 h.Aunque el famoso túnel de Montefurado es el vestigio más conocido de la minería romana de Quiroga, en el municipio se conservan otras importantes huellas de las explotaciones auríferas de la antigüedad. Una de las más destacadas se encuentra en la localidad de As Covas, en la parroquia de Augas Mestas. Se trata de un conjunto de galerías a medio excavar que ofrecen indicios de haber sido abandonadas de forma repentina, quizá debido a alguno de los conflictos que sacudieron el Imperio Romano.
El yacimiento de As Covas se encuadra entre los llamados de tipo secundario, en los que los filones auríferos se hallaban en aluviones distribuidos en diversas terrazas fluviales. Para extraer las partículas de oro se removían grandes cantidades de tierra y piedra mediante el procedimiento conocido como ruina montium, descrito por Plinio el Viejo en su Historia natural. Este método se empleó también en las célebres minas bercianas de Las Médulas. Consistía en introducir grandes cantidades de agua por una red de galerías excavadas, tanto verticales como horizontales, y comunicadas entre sí. Miles de litros entraban en tromba en las galerías, comprimiendo el aire del interior y erosionando las paredes de las mismas. El efecto provocado era similar al de un explosivo. El terreno se derrumbaba y el agua arrastraba los conglomerados en los que estaba incrustado el oro. Después se utilizaba de nuevo el agua para conducir los lodos -tras retirar las piedras o cantos rodado- hasta los canales de lavado.
Estas piedras sobrantes fueron apiladas en el exterior de los frentes de explotación, junto a los canales de lavado de As Covas. Así se fueron formando grandes depósitos de áridos que en As Covas son conocidos tradicionalmente como medos o muradellas. Algunos de ellos alcanzan alturas de cinco metros. La gran cantidad de cantos rodados acumulados en esta zona da una clara idea de las muchas toneladas de conglomerado aurífero que llegó a ser removido en esta explotación minera.
Dos frentes de explotación
Para visitar el lugar hay que situarse en la parte alta del pueblo de As Covas. Del centro de la localidad sale un camino que lleva directamente a los dos frentes de explotación de los que constaba esta mina. En un punto situado a unos cincuenta metros de la última vivienda, el sendero se bifurca para dar acceso a ambos lugares, situados a distintas alturas.
En el frente de explotación inferior hay dos galerías excavadas y preparadas para realizar el proceso de abatir el terreno. Una de ellas fue sellada hace más de una década por orden de la Xunta, pero el muro de bloques con que se tapió la entrada apareció derrumbado hace poco tiempo. Los vecinos de la zona desconocen si alguien lo echó abajo adrede o si el desplome se produjo de forma accidental, por efecto de la erosión. La galería está obstruida por una gran cantidad de piedras y tierras y apenas se puede recorrer más de una decena de metros por su interior.
En la localidad se recuerda que un vecino conocido como tío Pedro sufrío hace bastantes años un percance cuando estaba arando con la ayuda de un asno en los terrenos situados por encima de esta mina. En cierto momento el suelo cedió y se abrió un hoyo por el que cayeron el hombre, el animal y el arado, que fueron a parar al interior de la galería. Los hombres de la aldea fueron en su ayuda y lograron rescatarlo con vida. El hueco fue rellenado después con tierra y piedras.
A pocos metros de este punto existe una segunda mina, pero la boca está prácticamente cegada por un desprendimiento. Solo una reducida grieta, de apenas cuarenta centímetros, permite el acceso a su interior a algunos animales que la utilizan como refugio. Vecinos de As Covas recuerdan haber accedido a sus entrañas. Uno de ellos dice que llegó a explorarla en su juventud y señala que la galería principal tiene unos quinientos metros de longitud y que se podía caminar erguido por ella. A los lados se abrían cuatro o cinco galerías secundarias, algunas de ellas cegadas por derrumbes.
En el segundo frente de explotación, situado por encima del anterior, quedan restos de pequeñas galerías y depósitos de cantos rodados, destacando una de ellas por su gran volumen y altura.
Al pie de este frente, en el lugar conocido como A Rebolada, quedan los restos de una antigua construcción utilizada como puesto de vigilancia la Guardia Civil. Eso sucedió tras la guerra civil, seguramente para impedir que las minas siviesen de refugio a los guerrilleros antifranquistas.