Cadeiras, el visillo de encaje que asombró al conselleiro

Carlos Cortés
carlos cortés MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

CARLOS CORTÉS

La rehabilitación del santuario de Sober eliminará elementos de estética dudosa añadidos en los últimos tiempos

25 mar 2014 . Actualizado a las 12:58 h.

El conselleiro de Cultura entró en la iglesia desde la sacristía, así que al principio no vio el altar. Cuando se dio la vuelta, no pudo reprimir la sorpresa. «¿E eses visillos, señor cura?», preguntó a viva voz y con sorna. Cuando la semana pasada visitó el santuario de Cadeiras. Jesus Vázquez sabía que la rehabilitación que su departamento financiará este año eliminará algunos añadidos de dudoso valor estético que los feligreses han ido incorporando al templo en las últimas décadas. El más llamativo es un mural que simula una gran cortina negra a ambos lados del altar. También desaparecerán la lámpara de lágrimas que manda en el espacio central del santuario y unos platos de cristal de colores colocados en el altar nadie sabe cuándo. Y parece que tampoco tiene mucho futuro el visillo de encaje que atraviesa el altar de lado a lado y que dejó al conselleiro con la boca abierta.

Pero de todos los añadidos que la rehabilitación se llevará por delante, el más llamativo es sin duda el mural. Llena todo el espacio de la cabecera que no tapa el altar dedicado a la Virgen. La pintura representa de forma más bien tosca una cortina de color negro, con bordados y lazos plateados, dorados y amarillos.

Su autoría no es ningún misterio. Solo hay que mirar detrás del retablo. Sus autores dejaron su firma y el año en el que lo pintaron: «Restaurado en agosto de 1985 por Blanca T. de Brunet y Fernando Brunet». Se trata de un matrimonio con raíces en Sober. Ella es hija de unos emigrantes que hicieron dinero en Argentina y acabaron estableciéndose en Barcelona. Los dos están preparando el regreso a Pinol, la parroquia de Sober de la que procede la familia y donde conservan casa. El mural fue una contribución desinteresada al santuario. Un regalo al que nadie entonces le puso eni un pero. Eran otros tiempos.

Los dos problemas de los curas

José Fernández es el cura que atiende el culto en el santuario de Cadeiras desde 1993. Le preocupa que alguno de sus feligreses se pueda ofender con los cambios que traerá la obra que empezará este verano, y cuya función básica es cambiar por completo la estructura del tejado, desgastada y llena de goteras. «Os curas temos dous problemas moi difíciles de arranxar: tocar o cemiterio e quitar da igrexa cousas regaladas polos veciños, porque sempre lles parece moi mal». «Tereino que explicar», dice resignado.

En todo caso, el párroco tiene excusa. Es lo que manda Patrimonio y no es cuestión de renunciar por eso a la rehabilitación, porque en Cadeiras entra agua por todas partes cuando llueve. En todo caso, a él le parece que el proyecto elaborado por Patrimonio está «moi ben feito». No como el mural de la cortina: «O negro é de funeral, aínda se fose azul celeste, a cor da virxe...».

«Quitar cousas regaladas polos veciños é un problema», dice el párroco