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Un centenario laberinto de piedra en el pazo de Tor

carlos rueda, francisco albo MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

En Monforte se conserva una notable muestra histórica de jardinería barroca

10 may 2015 . Actualizado a las 09:54 h.

Uno de los mayores elementos de interés del pazo monfortino de Tor es su laberinto de piedra, una singular muestra de la jardinería barroca que se desarrolló entre los siglos XVII y XVIII. El gusto por la teatralidad y la artificiosidad propio de ese período histórico llevó a las clases acomodadas a diseñar jardines provistos de caprichosos elementos decorativos como grutas artificiales, estanques y lagunas con islotes, teatros al aire libre, invernaderos o pequeños zoológicos. También fue una moda muy extendida construir laberintos más o menos complejos, hechos principalmente de setos vegetales. Si bien a veces se planteaban como un ejercicio contemplativo, como una forma de suscitar reflexiones de carácter sensorial, intelectual e incluso místico, muy a menudo se convirtieron en lugares de entretenimiento y de juegos infantiles.

El laberinto del pazo de Tor fue diseñado en el siglo XVIII y según la tradición local es obra de un arquitecto italiano. El nombre de su autor se desconoce, ya que no ha podido ser encontrado en ningún documento histórico conocido hoy en día. Presenta la pecularidad de que sus pasillos no están delimitados por los clásicos setos vegetales, sino por losas de piedra.

Trazado original

La estructura conserva en su mayor parte el trazado original, aunque en la actualidad le faltan algunas losas y unas pocas están desgastadas o fuera de lugar, debido a la erosión y al paso del tiempo, así como a posibles movimientos del terreno, ya que en tiempos formó parte de la huerta del pazo. Los caminos que conforman el laberinto tienen una anchura de unos cincuenta centímetros. Los espacios existentes entre ellos son un poco más anchos y se elevan sobre el suelo unos quince centímetros más. Estos espacios intermedios entre los senderos estaban plantados antiguamente con rosales enanos de distintos colores. En las zonas más abiertas había plantas de hoja ancha, aunque se desconoce la variedad. Parece ser que hasta la década de los ochenta del siglo pasado todavía se podían ver algunas rosas en los paseos del laberinto.

El trazado del laberinto está formado por cuatro espirales enlazadas por ocho caminos, con entradas y salidas que convergen en las partes centrales, donde se levantan otros tantos estanques o pilones, tallados en granito y de cerca de un metro de diámetro. Solo hay una única solución para cada camino, con la posibilidad de recorrerlo y llegar a los cuatro estanques para regresar al punto de partida. Estos pilones contienen agua de forma permanente. Según indica Tar López, guía del pazo, la presencia de los estanques en la parte central de las espirales seguramente está relacionado con el hecho de que el agua es un símbolo de la pureza. Se trataría, por lo tanto, de una especie de meta simbólica que deberían alcanzar los visitantes del laberinto.

Hubo una época que el jardín laberinto estuvo abandonado y totalmente cubierto de maleza. Fue en tiempos de su última propietaria, María de la Paz Taboada de Andrés y Zúñiga -quien a su muerte legó todo el pazo a la Diputación lucense, que después lo integraría en su red museística- cuando se empezó a limpiar y fue recuperado para uso y disfrute de la familia y de sus visitantes. Según comentan los antiguos caseros del pazo, la antigua dueña solía aludir al jardín y al laberinto como un lugar donde era frecuente que jugasen los niños.

Escenario cinematográfico

El singular carácter escénico del laberinto de piedra hizo que fuese aprovechado para el cine en más de una ocasión. La peculiar estructura puede verse en una de las secuencias de la reciente película A esmorga, de Ignacio Vilar. Anteriormente apareció también en el filme Beatriz, realizado por Gonzalo Suárez en 1976 y basado en dos narraciones de Ramón del Valle-Inclán. El rodaje de esta película se llevó a cabo casi en su totalidad en el pazo y sus alrededores.

La estructura es obra de un arquitecto italiano cuyo nombre se ignora

Visitable en el horario del museo

El laberinto de piedra puede visitarse cuando el museo del pazo de Tor está abierto al público. Las instalaciones abren de martes a domingo, incluidos los festivos. Las visitas guiadas y comentadas tienen una hora de duración y se llevan a a cabo a las 11, 12.30, 16.30 y 18.30 horas. La entrada es gratuita. Cuando se trata de grupos formados por más de quince personas, hay que efectuar una reserva previa llamando al teléfono 982 16 55 34.

El pazo sierra los lunes, en las fiestas locales de Monforte, en la festividad de santa Rita, y los días 24 y 25 de diciembre y 1 de enero. La centenaria vivienda señorial conserva intacto la mayor parte de su mobiliario original. En los edificios anexos del pazo está instalada desde hace tiempo una exposición permanente en la que pueden verse antiguos coches de caballos y otros objetos de notable interés histórico.