
Era conocida por A Neveira y solo algunos vecinos saben de su existencia
21 jun 2015 . Actualizado a las 09:52 h.Durante los siglos XVIII y XIX, el poderío económico del Pazo de Tor fue abrumador. Eran muchas las hectáreas de terreno que tenían en propiedad, en su mayoría dedicadas al cultivo de la vid y posterior elaboración del vino. Las parroquias de San Xillao y San Xoán de Tor formaban parte en aquellos tiempos del señorío, pero sus propiedades se extendían más allá de sus propios dominios. En As Rigueiras, en la vecina parroquia de San Salvador de Seoane, también tenían extensas parcelas de viñedos.
Manolo y Angelita González recuerdan las historias sobre la vendimia que contaban los últimos dueños de Tor, Miguel Ángel Quesada y María de la Paz Taboada de Andrés y Zúñiga. «Viña un montón de xente a traballar das dúas parroquias cando era o tempo da recoller as uvas ou cando había que cavar as viñas. Eran moi grandes as extensións de terreo que tiñan dedicados a viñedos», relatan los antiguos caseros del pazo.
Cerca de la propiedad, en el lugar de A Granxa, quedan restos de muros o socalcos y algunas cepas centenarias que fueron resistiendo el paso del tiempo. En A Viña, una extensa parcela situada frente al pazo, fueron arrancadas las últimas cepas por deseo de José Taboada Zúñiga, padre de María de la Paz Taboada. Pasaron de esa manera a ser praderías, al igual que el resto de los antiguos viñedos.
La invasión francesa
La producción de vino en el señorío de Tor era muy grande, con el añadido que recibían numerosas rentas de los vecinos de varias parroquias por el arrendamiento de viñedos. Pagaban al señorío de Tor en canados de vino, ferrados de grano, gallinas o dinero en reales.
Durante la invasión francesa, en torno al año 1809, las tropas napoleónicas incendiaron parte del pazo. Se cuenta que cuando accedieron a la bodega abrieron todas las espitas a las cubas, que almacenaban miles de litros de vino. Pero no era el único lugar que daba cabida a la producción que generaban las viñas de la propiedad y las tierras arrendadas.
En el lugar de Carrouba, en la parroquia de San Xoán de Tor, a un kilómetro de distancia del pazo, existe otra bodega conocida por A Neveira. La peculiaridad de esta construcción es que fue excavada en la roca de la falda oeste del monte de O Castro, a poca distancia del río Cinsa. La superficie interior apenas supera los cuarenta metros cuadrados y, según la tradición oral, su utilidad era la de enfriar el vino procedente de las bodegas del pazo, que era transportado en pelexos de piel de cabra a lomos de caballerías. Cuando los necesitaban, iban con las caballerías hasta A Neveira para llevarlo de vuelta al pazo de Tor. Llama la atención, sin embargo, esa utilidad cuando en las propias bodegas de la casa solariega, situadas en los sótanos, la temperatura era idónea para la conservación y consumo del vino.
Construcción adosada
Parece ser que en otros tiempos la bodega rupestre tuvo una construcción adosada a su actual entrada. Los muros laterales y el frontal eran de piedra y estaba cubierta por un tejado. El desmonte realizado en este lugar ofrece una clara idea del tamaño que debía tener, pero no se conservan restos en pie. Por delante pasaba un camino de carro a través del que llegarían las carretas cargados con cubas de vino para su almacenaje.
Ese camino también daba acceso a dos bodegas situadas a pocos metros de A Neveira, hoy en ruinas, propiedad de los vecinos de Carrouba, y al molino de Lisardo, situado a poca distancia de este importante y poco conocido conjunto etnográfico.
El viejo lagar situado junto a la casa solariega tenía cubas de veinte mil litros
A unos cincuenta metros del Pazo de Tor, ahora integrado en la Red Museística Provincial de la Diputación de Lugo, se encuentra una construcción que albergó la antigua bodega en la que se realizaba todo el proceso para la elaboración del vino, desde el prensado de la uva hasta su cocción y posterior trasiego en barricas de madera. Posteriormente, eran llevadas para las dependencias situadas en los sótanos de la casa solariega.
Hace más de una década, la monumental bodega próxima al pazo pasó por una profunda rehabilitación para convertirse en sede del desaparecido Centro Cinegético y Piscícola de Galicia. Antes de esta desafortunada actuación, la edificación había sido transformada en vivienda por parte del empresario que se había hecho con la propiedad. Por aquel entonces todavía se conservaba en su interior una de las viejas cubas de madera en las que se cocía el vino.
«Era moi grande e moi antiga, din que do ano 1700. Nela cabían máis de vinte mil litros de viño. A boca estaba na parte de arriba e para chegar a ela había que botar man dunha boa escaleira», explican los últimos caseros de Tor. La enorme cuba fue desmontada en su totalidad antes de que el pazo monfortino pasase a manos de la Diputación de Lugo y actualmente se desconoce cuál es su paradero.
Cuando se llevaron a cabo las obras de transformación de la antigua bodega del pazo en sede del Centro Cinegético y Piscícola, los responsables del proyecto se sorprendieron por lo sofisticado del sistema de aislamiento de la construcción, que mantenía su baja temperatura gracias a una original distribución de cámaras de aire.
Un sofisticado sistema de cámaras de aire para regular
la temperatura