Doade amplía su parque temático pese al escepticismo de los expertos sobre el origen del viñedo durante esa época
06 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Las celebraciones de inspiración romana proliferan en la Ribeira Sacra. Pero es en Doade, parroquia vitícola de la subzona de Amandi, donde se exprime en mayor medida para el turismo el reclamo de esa etapa histórica. Su fiesta romana, pionera en la zona, dejó de celebrarse tras dos ediciones. Bodegas y hosteleros no ceden, sin embargo, en su empeño de mantener viva la leyenda que asocia los tintos de Amandi a la mesa de los césares. De ahí que la entrada a la bodega Regina Viarum quiera ser una réplica de la Vía Apia. Poca cosa en comparación con la iniciativa más reciente. En las inmediaciones del restaurante A Cantina, se levanta una réplica de una grúa utilizada en la época romana.
Se dice que esas grúas de madera -una especie de noria de tracción humana- sirvieron para levantar fortificaciones desde la época romana hasta la Edad Media. La recreación que se puede ver en Doade es obra de Antón Pereiras, un artista que expone sus creaciones en el Arde Lucus. Antonio Rodríguez, empresario y animador del «parque temático» que toma cuerpo en esa parroquia ribereña de Sober, asocia el montaje a la historia de la peculiar viticultura de la zona. «Este tipo de grúas se utilizaron a partir del siglo IV para subir las uvas por las abruptas laderas de Doade», afirma.
La fuerza de los esclavos
El origen romano de la singular viticultura que se conserva en la Ribera Sacra es un lugar común en la práctica totalidad de las guías turísticas. «Fue precisamente en esos bordes de los ríos en los que los romanos colocaron sus cepas mediterráneas, que se fueron mezclando con las milenarias vides silvestres de la ribera del Sil», explica una guía del consejo regulador, con versiones en español e inglés. «De la fuerza de los brazos de los esclavos, comenzaron a cavarse las primeras terrazas en el borde del río, una manera de obtener superficie de cultivo en una ribera fluvial con tanta inclinación», detalla el prólogo.
La realidad es que no hay noticias concretas sobre el momento en el que la producción de vino se expandió en la Ribeira Sacra. Los expertos coinciden en señalar que este desarrollo se produjo en torno al siglo XII, cuando las órdenes monásticas, y en particular el Císter, dieron un gran impulso a la viticultura. Fuera de las leyendas, la mención histórica más antigua que se conoce de los viñedos de la Ribeira Sacra figura en el documento de fundación del monasterio de Santo Estevo de Atán, en Pantón, fechado en el año 816. El problema es que ni en ese documento ni en ningún otro se alude a la construcción de los bancales.
Para el arqueólogo Xurxo Ayán, recreaciones como las que se pueden ver en Doade responden a un proceso de mercantilización del patrimonio basado en lo que define como «disparates históricos». «Priorízase a romanidade case como mito fundacional, coa teima do viño de Amandi en Roma, unha historia que parte dunha confusión histórica», advirtió recientemente en una charla en Monforte. «A Ribeira Sacra ten suficientes valores históricos, culturais e arqueolóxicos, sen necesidade de inventar un pasado imaxinario, como se está a facer», insiste Ayán.
José Luis Hernáez Mañas, exdirector de la Estación de Viticultura e Enoloxía de Galicia, destaca el papel «decisivo» de los monasterios en la «reconstrucción vitícola» medieval. Pero discrepa de las interpretaciones que sitúan en esas época el origen de las variedades consideradas autóctonas. Su amplísima variabilidad genética, acreditada por las modernas pruebas de ADN, apunta a un origen bastante anterior. «Hay un patrimonio varietal arcaico sumamente diversificado por la penetración histórica de material foráneo», explica. El origen de las variedades ancestrales estaría, a su juicio, en la hibridación de cepas traídas por los romanos sobre ejemplares de vides silvestres.
¿Fueron también los romanos los que impulsaron la construcción de las primeras terrazas? Mañas no cree que sea una hipótesis descabellada, pero con las reservas que impone la falta de pruebas concluyentes. «Parecen existir importaciones desde Italia destinadas al consumo de las legiones romanas, pero en el siglo I de nuestra era esta tendencia se invierte, lo que implicaría la existencia de una viticultura consolidada en las zonas conquistadas», sugiere Mañas.
Si en aquella época se aprovecharon con ese fin las laderas más pronunciadas, el acondicionamiento de terrazas vendría impuesto por el riesgo de erosión del terreno.
«A Ribeira Sacra ten suficientes valores históricos como para non inventar un pasado imaxinario»
Xurxo Ayán
«No se puede descartar una viticultura consolidada en esta zona en el siglo I de nuestra era»
José Luis Hernáez
«La gran expansión del viñedo se produjo en los siglos XIV y XV por la actividad de los monasterios»
Juan Antonio López Sabatel
Sin referencias a la construcción de los bancales
Los documentos históricos sobre la cesión de tierras a los campesinos, previa exigencia del pago total o parcial de las rentas en vino, apuntan a la expansión del viñedo en la Ribeira Sacra de la mano de las órdenes monásticas. «La gran proliferación de la viña en los siglos XIV y XV es el resultado de la política de los monasterios de diversificar la superficie cultivada, convirtiendo el terrazgo cerealista en viñedo, y extender ese cultivo a baldíos y montes», señala José Antonio López Sabatel, autor de estudios sobre los foros esta zona.
No deja de sorprender, sin embargo, que los documentos medievales omitan cualquier referencia a la construcción de los bancales, pese a que monasterios y señores tenían viñas en riberas donde solo cabía esa solución. «No sistema feudal eran habituais as obras comunitarias. Se non se fala dos bancais na documentación é porque os foros non entraban nese aspecto tecnolóxico», opina Xurxo Ayán.
Importaciones del sur
El posible origen romano de esta viticultura no tiene muchos defensores entre los expertos. «Ni especialistas en la agricultura de la época como Columela ni ninguna otra fuente, textual ni epigráfica, menciona el vino del noroeste durante el período de dominación romana», dice el profesor Rodríguez Colmenero. «Sabemos que aquí llegaron grandes cantidades de vino del sur de la Península y que se trataba de variedades de baja calidad», apunta por su parte el arqueólogo Juan Naveiro.