Durante el 2015, en el sur lucense hubo hallazgos arqueológicos y avances en genética y meteorología prehistóricas
02 ene 2016 . Actualizado a las 13:20 h.A pesar de los recortes presupuestarios, durante el año recién concluido se siguieron registrando en el sur lucense notables avances en la investigación científica y arqueológica. En algunos casos se produjeron dentro de los proyectos que desarrollan en la zona las universidades de Santiago y A Coruña, pero en otros fueron obra de entidades privadas.
Uno de estos hallazgos se llevó a cabo en las excavaciones del yacimiento paleolítico de Cova Eirós, en Triacastela, donde se alcanzó el nivel arqueólogico más antiguo hallado hasta ahora en el yacimiento, de una edad que en principio supera los 118.000 años. La exploración de este nivel apenas se ha iniciado y deberá seguir en la campaña del año próximo.
Por otro lado, la Fundación Xosé Soto de Fión reanudó las excavaciones del castro de Arxeriz, en O Saviñao, donde se descubrieron los restos de tres construcciones que parecen ser depósitos de cereal. Estas muestras de arquitectura agrícola son muy raras en las castros gallegos.
En Sober, miembros de la asocciación cultural O Colado do Vento localizaron varios petroglifos no catalogados, entre los que figura el conjunto de grabados rupestres de mayor tamaño hallado en el sur de la provincia. Este grupo de petroglifos se encuentra en la parroquia de Pinol.
Cuevas de O Courel
Asimismo, científicos del instituto universitario de geología de A Coruña continuaron analizando los datos extraídos de las estalagmitas de la cueva de Arcoia, en O Courel, donde se obtuvo una gran cantidad de información climática de hasta medio millón de años de antigüedad. Los resultados de este trabajo se publicarán este año. Por otra parte, la paleontóloga Ana García presentó un estudio se los fósiles de oso pardo de O Courel que indica que no hay un vínculo genético entre estos animales prehistóricos y los plantígrados que viven hoy en el noroeste ibérico. En O Courel, además, se crearon por primera vez -por iniciativa de la Asociación Galega de Custodia do Territorio- microrreservas de flora para proteger y estudiar las orquídeas autóctonas.